El primer triunfo de Pezzolano, desde la pizarra
El planteamiento tardó dos minutos en funcionar: los que tardó Amallah en marcar. Pese a la insistencia del Villarreal, el Real Valladolid fue meritorio.
Paulo Pezzolano celebró su primera victoria como entrenador del Real Valladolid ante un Villarreal errado a veces, en el terreno de juego y fuera de él, donde escondió los méritos de su rival detrás de las críticas sobre el manejo de los tiempos y de una percepción equivocada, verbalizada por Quique Setién, y es que los blanquivioletas fueron defensivos. Porque no lo fueron; fueron, eso sí, reactivos, reaccionando a su estilo sabiendo jugar sin balón. Tanto que generaron oportunidades para hacer no solo dos goles...
El aprovechamiento del tercer hombre
En la segunda parte del partido contra el Mallorca, Pezzolano empezó a introducir novedades respecto de la ocupación en campo rival, que se volvieron a ver en La Cerámica. Para empezar, en el primer gol, en el que los blanquivioletas salieron por la izquierda, con Fresneda, y ante la incapacidad de progresar, volvieron atrás para llevar el cuero a la derecha, hacia Luis Pérez. Con toda la banda para él, con Kike Pérez y Amallah poblando zonas interiores, el lateral intentó combinar con Larin, aunque Pau Torres se anticipó al canadiense.
En la segunda jugada, Joaquín se impuso en el centro del campo en una disputa que lo activó todo. El esférico le cayó a Plata, que, solo en tres cuartos de campo, encontró dos vías para poder combinar, Larin y Amallah, quienes triangularon para abrir el marcador bajo el manejo del concepto del tercer hombre, en el que el técnico está insistiendo desde su llegada. Plata descargó sobre la posición de Larin, atrayendo marcas, y Amallah irrumpió en el espacio generado a la espalda de estas, aguantó la tarascada del defensa y definió con la planta a la red.
Al margen de la genialidad de El Yamiq en el 0-2, que la hubo, la situación se repitió en el tanto que amplió la ventaja. Fue el propio El Yamiq quien anticipó en esta ocasión, y mientras Monchu combinaba con Amallah, el tercer hombre, a la postre goleador, arrancaba la carrera, efervescente hasta su mágica conclusión. Antes del recorte de exterior y de que se produjera el remate, a buen seguro, más de un aficionado pensó: “Y si ahora la pierde, ¿qué pasa?”.
Lo que habría pasado es que la transición defensiva se habría realizado con un soporte, y es que ese mismo mecanismo ofensivo se convierte en una garantía de ayuda en caso de pérdida; los dos que iniciaron la jugada estaban por detrás de ella como red de seguridad (de hecho, en el 0-1, Monchu reforzaba esta al situarse cerca de quienes la tocaban, pudiendo activar una presión tras pérdida cercana nada más producirse, intentando frenar un eventual contragolpe).
Presión y disposición altos y con efectivos
Un equipo defensivo, como fue injustamente definido el blanquivioleta, además de ser tendente a un bloque bajo intencionado, difícilmente habría presionado tan alto como, sobre todo, en los primeros minutos, en los que el Real Valladolid recuperó varios esféricos en campo rival e incomodó su salida de balón. Si en el 0-1 había tres jugadores en el área, uno en la frontal y los dos laterales estaban incorporados, algo parecido sucedió en una buena presión sobre un saque de banda amarillo, que Parejo renunció a realizar rápido en el lado derecho, donde el Villarreal tardó alrededor de veinte segundos en ejecutar debido a que había siete jugadores sobre ese perfil.
Dos minutos más tarde, Fresneda progresaría por banda izquierda, donde recortó antes de realizar un envío que, de nuevo, cogió a cinco jugadores en el área y tres en la frontal, entre ellos, Joaquín, en actitud protectora de la espalda de Luis Pérez. La presión fue efectiva, ya que, cuando Pepe Reina sacó de puerta después de la mala ejecución visitante, Amallah recuperó alto y habilitó a Monchu, que disparó ligeramente desviado. Ciertamente, para entonces quedaba tanto que se podía adjetivar aún de cualquier modo. Poco más tarde habría otra recuperación, esta, a menor altura, pero que sirvió para activar el ataque: Plata interceptó el cuero, hubo dos apoyos al primer toque, entre Amallah y Kike Pérez y Plata condujo hasta plantarse frente al portero y disparar flojo.
Crecimiento del Villarreal
El Villarreal venía de sumar 16 puntos de los últimos 18; los tres últimos, ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu. El estado de gracia reciente lo ejemplificaban sobre todo Morales y Chukwueze, gracias, en parte, a la protección interior del cuadro de Pezzolano, por número y por intensidad, y, en parte, gracias al empecinamiento del Villarreal en tocar el balón en esa zona. Lo Celso generó alguna indeterminación, pero lo cierto es que el conjunto de Quique Setién adoleció de claridad a la hora de trenzar jugada y de desborde, puesto que nadie encaraba, solamente Chukwueze de manera ocasional (lo que, dicho sea de paso, permitió ver un gol anulado y varias llegadas, fruto de su inspiración).
En la segunda mitad, las permutas del técnico cántabro obligaron a cambiar las conductas defensivas de los del ‘Papa’. Con un delantero más físico como Jackson, con mayor tendencia a referenciar, las atenciones debieron variar respecto a las hechas sobre Baena, quien aparecía más alejado de la zona atacante. Capoue añadió también presencia al elevar su posición respecto a la de Terrats, cargando más la frontal. Con esa distinta ocupación, a la postre, mejor, el Villarreal aculó a su rival. Y sí, es verdad, el Real Valladolid intentó detener su ritmo de pelota ralentizando las operaciones, intentando evitar que la cadencia de pases fuera alta en velocidad, aunque lo fuera en volumen.
¿Más ocasiones? No realmente...
Al margen del debate que se puede generar alrededor de las pérdidas de tiempo, hay una cuestión inexacta en el discurso de los castellonenses, y es que dispararon más veces, 22 en total, ocho más que el rival, pero ambos tiraron siete veces entre los tres palos. Ergo; no, no se puede decir con tanta contundencia que crearon más ocasiones. No viendo, además, la claridad de las acciones ofensivas de los pucelanos, a las que nunca renunciaron aunque la mayor posesión de los de Setién les obligase a juntar líneas y a exponer buenas actitudes defensivas.
Si en la primera mitad Kike Pérez tuvo otra opción peligrosa, en una jugada a balón parado en la que casi aprovecha las desatenciones sobre las marcas, en el segundo tiempo los blanquivioletas transitaron con más metros por delante, pero igualmente con efectivos. En el minuto 53, por ejemplo, cuando Larin dirige una transición que finalizó Monchu, eran cuatro los jugadores que venían por detrás. El bloque bajo al que la posesión local obligó a los visitantes no fue óbice para que, en el 87′, en un robo de Sergio León, se proyectaran siete jugadores al ataque. En el 89′ hubo otra contra, con cinco jugadores, y en el tiempo añadido hubo tres más, dos de las cuales pudieron terminar en gol, pues Pepe Reina evitó en dos buenas acciones sendos remates de Sergio León y de El Yamiq.