El Pepino D’Or es Dani Raba
El cántabro, exiliado en Liga, se luce en el Villa de Leganés con un gol y dos asistencias. Buen debut del ecuatoriano Porozo. El Valladolid, plano
El Leganés se llevó la 44ª edición del Villa de Leganés, un trofeo amistoso que entrega como galardón el llamativo ‘Pepino D’Or’ o ‘Pepino de Oro’ que, en verdad, bien podría atribuirse como descripción al recital de Dani Raba, autor de un gol (de penalti) y dos asistencias que sentenciaron el duelo. El cántabro, exiliado en liga de los planes de Borja Jiménez, ejerció huracanada motivación para reclamar más minutos y, de paso, derribar a un Valladolid visitante cordial, tan plano como educado. El debut de Porozo y el buen partido de Miguel fueron las otras notas positivas en clave pepinera de este duelo desangelado en las gradas, pero intenso en el verde.
Se le puso al partido pronto cara de duelo eléctrico. Curioso. A Butarque se le erizó el pelo más en los primeros 20 minutos de este amistoso a medio gas que en todo el partido de su última jornada contra el Valencia. Cosas de la competición y sus ataduras. Liberados de tensiones, a lomos de un llamativo dibujo (Borja Jiménez experimentó con un nuevo sistema de rombo en el centro del campo) se desató el Lega, que usó al cuadrilátero de desheredados formado por Franquesa, Diego, Raba y Miguel como gasolina de sus anhelos ofensivos.
Especialmente intensos estuvieron estos dos últimos, autores en cinco minutos de un vendaval desatado que rondó la goleada ante una zaga, la del Pucela, desorientada en la bisoñez de su once de remiendos frente a un once, el pepinero, casi calcado al base con el que ascendió el curso pasado. Del empuje nació el gol de Jorge Sáenz en un saque de esquina que ejecutó Raba, autor de la asistencia con la que Miguel forzó el córner (ocasión clara) y ejecutor un minuto después de la vaselina que casi pone el 2-0.
Andaba el cántabro tan desatado en su motivación por sentirse ahora suplente habitual que convirtió el campo local en territorio vetado para un Valladolid incapaz de traspasar la valla de fútbol que desplegó su rival. Una ocasión clara de Kenedy tras pérdida en la fabricación blanquiazul (15′) comenzó a cambiar el equilibrio de un partido que acabó con tintes violeta vallisoletanos. A balón parado, primero, y aprovechando algún error madrileño, después, el Pucela se fue haciendo fuerte hasta el empate de Sylla, que (curiosidad) llegó bajo el petardeo de los fuegos artificiales previos por las fiestas locales de San Nicasio. Fútbol folclore en plenitud.
La verbena la prolongó en la reanudación un Valladolid de fiesta en defensa. Una pérdida facilitó que Diego le regalara a Miguel el balón con el que provocó el penalti que transformó Raba. No habían pasado dos minutos desde que la bola reinauguró su recorrido. Otros dos más tarde un Raba desencadenado y cercano más al medio centro que a la mediapunta se inventó el pase con el que Diego García abrió distancias y enarcó hostilidades en un Pucela rascador de tobillos, pero inerte en el juego.
El fogonazo con el que enfiló el túnel quedó en amago de resurgimiento sin más recorrido en la segunda parte que los cambios con los que Pezzolano repartió minutos ante un Leganés dominador y fiestero. Raba (al palo en el 58′) siguió de juerga ofensiva. La misma que lució en defensa el ecuatoriano Porozo, debutante con el escudo del laurel y torre de control aéreo blanquiazul durante todo este Villa de Leganés al que incluso le dio para el lucimiento de Alvin, el tercer portero local, poco antes de que el reparto de trofeos le diera a los locales el Pepino D’Or… aunque el verdadero Pepino D’or fuera Dani Raba y su exhibición.
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