El Granada baja los brazos
La plantilla ya asume el descenso a Segunda División y trata de apelar al orgullo para acabar la temporada con dignidad. Hasta ahora, el rendimiento del equipo ha sido muy pobre.
El Granada no levanta cabeza. El partido en Cádiz era la última bala para mantener viva la esperanza del milagro y, una vez más, los rojiblancos pegaron el petardazo. La salvación está a 14 puntos y quedan 27 en juego para los nazaríes, que tienen un partido pendiente este jueves frente al Valencia. Haría falta un pleno de triunfos para tener serias opciones de permanencia. Y eso es mucho pedir.
De hecho, el vestuario del Granada ya asume el duro desenlace del curso: el descenso a Segunda División. Y no será un descenso más. Los números son los peores de la historia del club en Primera y si no hay un cambio radical en lo que al rendimiento se refiere, será difícil que eso cambie.
Lucas Boyé ya reconoce “prácticamente imposible” la salvación. Gumbau apelaba al “orgullo” para defender con dignidad “el escudo hasta el final”. Y Sandoval reconocía que el equipo sufre una fragilidad enorme y se cae “cada vez que le soplan”.
Mensajes que evidencian la resignación de técnico y jugadores. El desenlace, visto lo visto hasta ahora, se antoja inevitable. Y obligará a una profunda reflexión y autocrítica porque se han hecho muchas cosas mal a todos los niveles en el club desde verano hasta ahora.
Sandoval tiene ante sí una misión muy complicada. Tratar de revitalizar a un equipo condenado y sin rumbo, que no ha sido capaz de levantar la cabeza en toda la temporada y que ya ha bajado los brazos.
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