El Glorioso nunca se rinde
El Deportivo Alavés tuvo un perfil bajo en la primera parte en el Bernabéu. Es cierto que García Plaza no salió con todo para dar descanso a jugadores como Joan Jordán, Guevara, Guridi, Vicente o Toni Martínez. Por otro lado, hubo un cambio de sistema que sorprendió incluso a los vitorianos. El 4-2-3-1 acabó transformándose en una zaga de tres centrales. Es verdad que entre Diarra y Manu Sánchez se quiso plantear una banda izquierda con trampa. El francés comenzó de lateral y el madrileño, de banda atacante. Pero cuando era el Real Madrid el que se acercaba a la portería de Sivera, Manu se colocaba de lateral y la línea se convertía en una defensa de cinco. También hubo doble lateral en la derecha con Mouriño y el gallego Hugo Novoa.
Había jugadores fuera de su demarcación habitual y es que el uruguayo no es jugador del carril, sino central nato. Para el minuto 1, Vinicius ya se la había liado con el primer gol de Lucas y, más tarde, incluso pudo ver alguna tarjeta que le habría lastrado aún más. Por el centro también entraba el Real Madrid. Dijo en su presentación Diarra que tenía ganas de volvérselas a ver con Mbappé. El primero procede del Toulouse y el segundo, del PSG. Pues cuando no le vio fue en el 2-0. Se quedó con el molde tras un gran movimiento del delantero. En creación y ataque tampoco se vieron grandes cosas de un equipo de Luis García Plaza que incluso pudo mejorar en la segunda mitad con dos cambios. De hecho, se reforzó.
Los vitorianos fueron creciendo porque el Glorioso nunca se rinde. Ese es un cántico habitual de las gradas de Mendizorroza. El Madrid se fue relajando, se vio con un 3 a 0 cuando quedaba poco tiempo para el final y casi se estrella. Los de García Plaza muerden hasta el último instante y lo demostraron con un gol de Protesoni, otro de Kike García, un remate al palo de Abde Rebbach y dos disparos peligrosos de Conechny y Guevara. También Sivera apareció cuando hizo falta sacando una buena mano. El Alavés es un club humilde, con poco presupuesto y malabares a la hora de fichar. Pero en su ADN siempre se sacrifica, trabaja y cree en sus posibilidades. Al final se marchó del Bernabéu con la cabeza alta.