El Girona, a golpe de penalti

El partido entre Girona y Rayo del jueves dejó una sensación agridulce en Girona. Agria porque no se consiguió la victoria, pero sobre todo porque el árbitro anuló (en una decisión polémica) un gol en el 95′ que hubiese supuesto los tres puntos para los catalanes. Pero también dulce, porque el equipo demostró que puede jugar muy bien, que es capaz de dominar a un rival como el Rayo y, sobre todo, que es capaz de sobreponerse a las adversidades. Por dos veces se adelantaron los madrileños y las dos veces remontó el Girona.

Los dos goles del conjunto local, además, llegaron de penalti. Una situación que no es nueva para los de Míchel, pues son seis ya los goles que han conseguido desde los once metros. Más que cualquier otro equipo en Liga (el siguiente es el Valencia con cuatro) y que podrían haber sido uno más. Aunque parezca mentira, Stuani falló una pena máxima. El uruguayo, que es un especialista, no tiró ninguno el jueves y fueron el Taty Castellanos y Samu Sáiz los encargados de transformarlos. No fallaron.

Que al Girona le hayan pitado siete penaltis en lo que va de Liga dice muchas cosas y todas buenas del equipo. La primera, evidentemente, que pisan mucha área rival. No es habitual que a un equipo de la categoría del Girona, sin desmerecerlo ni mucho menos, le piten tantas penas máximas a favor. Pero es que el equipo de Míchel es ofensivo, busca siempre someter a su rival con el balón y, en definitiva, busca atacar. No racanea, no especula, no calcula. Y eso se ve y se nota. Pero es que además el Girona tiene desborde. Ya sea por bandas o por el centro disfrutan de futbolistas muy capaces en el uno contra uno, que intentan regatear, desbordar o superar a sus rivales, que en siete ocasiones este curso han cometido penalti. Una bendición para el Girona, que a base de goles desde los once metros está cuajando una buena campaña.