El Getafe recupera el Coliseum

En el fútbol, la identidad de un equipo suele construirse desde los cimientos de su estadio. El curso pasado, el Coliseum sufrió una crisis de identidad, convirtiéndose en un terreno fértil para los visitantes y un calvario para los locales. Sin embargo, esta temporada la historia se está reescribiendo con tinta firme. El Getafe ha echado el cerrojo. El equipo ha recuperado la solidez, la agresividad y, sobre todo, los resultados que vuelven a hacer del sur de Madrid una plaza incómoda para cualquier rival.

Un salto cualitativo y cuantitativo

La metamorfosis del Getafe como local se sostiene sobre datos irrefutables. Si comparamos la fotografía actual con la de la temporada pasada a estas mismas alturas, la mejora es sustancial: el equipo suma 3 puntos más y 2 victorias más en su casillero.

Pero el dato cobra una dimensión mayor si se atiende al “quién”. Esta mejora estadística se ha conseguido habiendo recibido ya en el Coliseum a los dos colosos de la capital: Real Madrid y Atlético de Madrid. El año pasado, en este punto del campeonato, el calendario aún no había traído a ninguno de los dos grandes al feudo azulón, lo que pone en valor la resistencia competitiva del equipo actual ante un calendario objetivamente más exigente.

La barrera del 50% y la escalada en la tabla

Las matemáticas de la salvación empiezan a cuadrar. De los 21 puntos que se han disputado en el Coliseum, el Getafe ha amarrado 11, superando así el 50% de efectividad ante su parroquia. La comparación con la “sangría” del año anterior es demoledora: en toda la temporada pasada, el equipo apenas fue capaz de sumar 19 puntos de 57 posibles (un pobre 33%), una cifra que condenó al club a sufrir hasta el último suspiro.

Esta nueva fiabilidad ha catapultado al Getafe en la clasificación parcial de partidos en casa. Del vagón de cola del año pasado, donde terminaron siendo el 18º local de la competición (cifras de descenso directo en esa faceta), han pasado a ser el 11º mejor anfitrión de LaLiga. El equipo se ha instalado en la zona templada, construyendo una base sólida que permite afrontar los desplazamientos con menos urgencias.

Víctimas directas y el fin de los complejos

Quizás el cambio más trascendental para el cuerpo técnico no sea solo sumar, sino evitar que sumen los demás. La temporada pasada, el Getafe se desangró perdiendo duelos clave ante rivales de “su” liga. Este año, el Coliseum es un muro ante la competencia directa: el equipo no ha perdido contra ningún rival directo en casa.

Las tres victorias logradas hasta la fecha (Elche, Oviedo y Girona) ya rozan los registros totales del curso anterior. De hecho, con media temporada por delante, el Getafe está a solo un triunfo de igualar las 4 victorias que consiguió como local en toda la campaña pasada. A esto se suman dos empates de mucho oficio ante Levante y Alavés, puntos que sirven para mantener las distancias y reforzar la moral.

El orden natural se ha restablecido: el Getafe ya suma más puntos en casa (11) que fuera (10). El equilibrio ha vuelto.

Espanyol y la “Cuesta de Enero” en casa

Con la lección aprendida y la dinámica a favor, el Getafe mira al futuro inmediato con ambición. El objetivo es cerrar el año natural convirtiendo el estadio en una caldera. El próximo reto —y último partido en el Coliseum de este 2025— será ante el RCD Espanyol, una final anticipada para poner el broche de oro a la reconquista del estadio antes de las uvas.

Pero lo que viene después es una oportunidad de oro para dar un golpe definitivo a la clasificación. El calendario ha querido que el inicio de 2026 sea casero: entre enero y febrero, el Getafe disputará nada menos que 5 partidos en el Coliseum. Será un tramo decisivo de la competición donde, si el equipo mantiene esta fiabilidad superior al 50%, podría dejar la permanencia encarrilada mucho antes que en años anteriores.

El mensaje es claro: el Getafe ha vuelto, y el Coliseum vuelve a ser territorio prohibido para los visitantes

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