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El Espanyol, mantequilla y cuchillo

Pasa la permanencia por corregir la preocupante debilidad defensiva que ante el Celta le llevó a recibir tres goles en cuatro remates a puerta, y a sostener su elevada producción ofensiva.

El Espanyol, mantequilla y cuchillo
Iván Molero
Llegó al Diario AS como estudiante en prácticas en 2002, y desde que se licenció en Periodismo por Blanquerna, de la Universitat Ramon Llull, se ha especializado en la información del Espanyol, sobre el que también ha co-escrito libros, todo ello atendiendo al seguimiento de otros equipos, deportes y eventos desde la delegación de Barcelona.
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Defienden desde el Espanyol que los puntos débiles que le precipitan al filo del abismo, a un punto de la zona de descenso, están identificados, y que se pueden resolver con trabajo. Y que la convicción en la permanencia es absoluta. Buena parte de ese trabajo pasa por evitar situaciones como la que se dio la última jornada, en el RCDE Stadium. El Celta, con un planteamiento básico pero certero, arrolló a un conjunto perico que estadísticamente se creyó superior, pero que protagonizó la derrota más preocupante de la temporada. Porque apenas pudo competirla. Porque rompió la base sobre la que se deberá construir la salvación.

Como suele suceder con los equipos en situaciones de peligro, la premisa de los blanquiazules pasa por tratar de mantener la portería a cero, especialmente en casa, donde debe fraguarse la salvación. Nada más lejos de la realidad el pasado sábado: Gabri Veiga, Iago Aspas de penalti y Carles Pérez asestaron un 0-3 que maquilló sin trascendencia José Gragera en el tramo final. Fue el partido de toda la Liga en el que los de Diego Martínez han recibido menos remates, ocho, igualados al Cádiz-Espanyol (2-2), el Espanyol-Rayo Vallecano (2-3) y, curiosamente, el Celta-Espanyol (2-2) de la primera vuelta.

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De los ocho, además, únicamente cuatro acabaron entre los tres palos de la portería de Fernando Pacheco, y tres se convirtieron en gol. Un dato alarmante que habla muy mal de las facilidades que concedió la escuadra perica a su adversario, capaz de golear con muy pocas llegadas. Lo contrario de un Espanyol que, paradójicamente, contó con más disparos que los celestes, 11, aunque sólo tres a puerta.

El Espanyol, mantequilla y cuchillo
El gol de Gabri Veiga en el Espanyol-Celta.JOAN M. BASCU

Con la cifra de 42 tantos en contra, el tercero por la cola en Primera División, a los blanquiazules les han metido uno de cada tres tiros a puerta (118) y un 11,63 por ciento de los remates totales, que ascienden a 361. No es el equipo que más concede, pero sí se comporta cual mantequilla cada vez que sus adversarios penetran en su entramado defensivo. Y eso es justo lo que debe corregir, habida cuenta de que su potencial ofensivo es afilado como un cuchillo (véase los 20 goles entre Joselu Mato y Martin Braithwaite) para huir del descenso a Segunda.

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