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SEVILLA

El efecto Sampaoli dura menos de un mes

La derrota ante el Rayo Vallecano evidencia que los problemas del Sevilla esta temporada no se solucionaban únicamente con un cambio en el banquillo

Sampaoli.
Julio MuñozEFE

Menos de un mes y siete partidos después, el efecto Sampaoli se ha disuelto en Nervión. La derrota ante el Rayo Vallecano evidenció que los problemas del Sevilla no se resolvían únicamente con un cambio en el banquillo. Los resultados cosechados por Lopetegui, tanto en el inicio de esta temporada como en el final de la anterior, evidenciaban que la relación entre el vasco y la entidad sevillista debió concluir mucho antes. Pero las carencias de la plantilla no se han resuelto, porque es imposible con el mercado cerrado, esté quien esté al frente de la misma.

Los números de Sampaoli son de un triunfo, dos empates y tres derrotas en los cinco partidos de Liga dirigidos por el argentino, mientras que en la Champions el balance es de una victoria y un empate. No se puede culpar al argentino de demasiadas cosas en esta segunda etapa en el Sevilla. Si acaso, que el tino y el acierto demostrados anteriormente a la hora de gestionar los cambios no se están viendo en la actualidad. Pero con Lopetegui ya sucedía que las variantes que se introducían a lo largo del partido empeoraban al equipo en la mayoría de las ocasiones. Por tanto, cabe preguntarse si el problema es de acierto de los técnicos o de los mimbres de los que disponen.

Con Sampaoli se pretendía “limpiar las mentes” del vestuario. Sacar al equipo de la depresión en la que estaba sumido. Pero eso ha tenido una fecha de caducidad que ha llegado muy pronto. Tan pronto como han vuelto a dar la cara la falta de velocidad, fuerza y gol de la plantilla. Si se buscaba un cambio de mentalidad, sí se explica la llegada de Sampaoli, pero los jugadores con los que cuenta el Sevilla en la actualidad están en el polo opuesto del tipo de futbolista que el argentino necesita para desarrollar su propuesta futbolística.

Y así, el Sevilla sigue vagando como alma en pena con el fantasma de un batacazo histórico cada vez más presente.