El cambio en la portería no corta la sangría

Encajar al menos un gol en cada partido es un hándicap importante para cualquier equipo, pues como mínimo obliga a marcar uno para sumar un punto. Y eso es exactamente lo que le está pasando al Girona esta temporada, que todavía no ha conseguido dejar a cero a ningún rival. Son ya once partidos en los que los rivales han profanado la portería de los rojiblancos un total de 19 veces. Contra Osasuna se repitió la historia pero al menos los de Míchel sumaron un punto que les saca momentáneamente del descenso. Sin embargo, ante los navarros, hubieron cambios significativos.

El más evidente fue en la portería. Tras 10 jornadas Juan Carlos vio el partido desde el banquillo y Gazzaniga desde el césped. Un cambio casi obligado para Míchel, que jornada tras jornada ha visto como el rendimiento del ex del Lugo no le permitía guardar el cero en su casillero. Evidentemente los goles encajados por el Girona no son por culpa de Juan Carlos, pero no es menos cierto que el meta está lejos de su mejor nivel. Algún error de bulto, además, ha condenado al equipo en más de un partido.

La entrada de Gazzaniga cambió un poco esta dinámica pues en el gol de Kike Baraja poco pudo hacer. Cierto es que Couto pudo estar más sólido, no dejarle ganar el balón y disparar, pero una vez la pelota salió de su bota nada pudo hacer Gazzaniga. Y eso es una buena noticia. Que los goles vengan por el mérito del rival y no por errores groseros de la defensa o el portero es el primer paso para dejar la portería a cero.

Con esta suplencia Juan Carlos se encuentra en una situación prácticamente insólita desde que aterrizó en Girona. Se ha perdido algún partido, obvio, pero ha sido el guardameta titular para todos los que han ocupado el banquillo de Montilivi en las últimas temporadas. Fue un jugador clave en el ascenso y se ganó con sus actuaciones defender la meta del Girona. Ahora se va a tener que volver a ganar el puesto en los entrenamientos.