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Real Madrid - Sevilla

Diego Capel: “Yo lo tengo claro: en el Bernabéu, Navas y 10 más”

El extremo almeriense estuvo presente en la última victoria del Sevilla en el estadio madridista y pone por las nubes la figura de Jesús Navas.

Diego Capel.
EDUARDO CANDEL REVIEJODiarioAS

Diego Capel (Albox, Almería, 1988) formaba parte de aquel Sevilla que conquistó por última vez el Santiago Bernabéu, el 7 de diciembre de 2008 (3-4). El extremo, que se retiró el año pasado, tenía entonces apenas 20 años. Miembro de una generación de oro que luego engrosaría la mejor Selección española de la historia, con compañeros como Mata, Piqué y Cesc en las categorías inferiores, Diego fue relacionado en los diarios de la época con el Barcelona y el Real Madrid. Le fichó en 2011 otro grande, pero de Portugal: el Sporting de Lisboa. Y luego su carrera se enriqueció en varios países más: el Genoa de Italia, el Anderlecht de Bélgica, el Extremadura, donde coincidió con José Antonio Reyes, el Birkirkara de Malta y finalmente, el Irodotos de Creta, en Grecia.

-Ahora comenta partidos en TV. ¿Qué tal esta nueva faceta? ¿No ha pensado en hacerse entrenador?

-Han sido tantos años de profesional, tantos viajes y entrenamientos, que lo de entrenador no me lo planteo de momento. La tele me apasiona. Es un medio nuevo para mí, pero me gusta hablar de fútbol con gente y sobre gente a la que respeto muchísimo.

-En estos días se habrá acordado mucho de su amigo y casi coetáneo Navas. Usted debutó con el Sevilla poco después que él y jugaron muchos años juntos.

-No pude estar en el último partido, contra el Celta, porque estaba trabajando en la TV. Pero iré a su homenaje en el Sánchez-Pizjuán el día 30. Me he emocionado con los vídeos suyos, con su familia, con la ovación del estadio. Les tengo un cariño especial y sé lo que pudieron vivir en ese momento. Seguramente están siendo días complicados para él. Es de esos jugadores que piensas que nunca se van a retirar. Sin la cadera así, tendría carrete para jugar muchos más años, pero lo importante es la salud. Este mundo del fútbol tiene fecha de caducidad.

-La última parada de Jesús será en el Bernabéu. Hay sevillistas que creen que no debería jugar, que su último partido sea en Nervión. ¿Y usted?

-Si está en condiciones y va a dar lo mejor, Jesús debería jugar. Lo del otro día era más emocional, sí, pero por qué no despedirse también de un estadio así. Conociéndole, siempre le pondría en mi equipo titular, incluso con la cadera mal. García Pimienta decide, pero para mí: Navas y 10 más.

-Usted vivió la retirada hace poco.

-Y fue un momento muy difícil, claro, porque el fútbol ha formado parte de toda mi vida, desde la niñez. Pero yo venía de muchas etapas fuera de España, en las que me desgasté mentalmente sobre todo. Ahora, con la tele y el no parar de viajar tengo la cabeza más ocupada y no pienso en ponerme las botas.

-¿Cómo recuerda aquel día del triunfo en el Bernabéu?

-Fue maravilloso. Nos pusimos por delante en el marcador y aunque nos empataron dos veces, acabamos ganando con un gol de Renato, después de que expulsaran a Gago. Yo había salido poco antes de esa roja. 90 minutos en el Bernabéu son largos, sí, pero es que para mí ese Sevilla de Navas, Alves, Kanouté, Luis Fabiano... Era el mejor que ha habido nunca.

-Dos años después de aquello, en Copa, derrotaron al Barcelona de Guardiola con un gol y un penalti provocado por usted.

-Es que los gigantes, Madrid, Atlético y Barcelona, nos tenían un respeto impresionante. Nos ganaban pocas veces, muchas menos que ahora. Con todo lo que se estaba construyendo, notabas que el Sevilla se había convertido en uno de ellos y eso era una baza más para afrontar los encuentros. A Barcelona fuimos con muchas bajas y aquel equipo de Pep era casi invencible. Pero salió una noche de Reyes redonda. Una de las mejores de mi vida como futbolista.

-Vaya diferencia con este Sevilla de ahora...

-El equipo está en construcción, con muchos jugadores nuevos y un entrenador nuevo. Hay inestabilidad en el club pero hay que tirar de ese corazón, también en el Bernabéu, porque se despide Jesús Navas. El Real Madrid no se encuentra en su mejor momento, aunque no deja de ser muy grande. En el Metropolitano, el Sevilla demostró que puede jugar de tú a tú a equipos así, ¿por qué no dar la sorpresa?

-Siempre le recordaremos a usted con aquella melena rubia, pegado a la banda y regateando...

-En la cantera jugaba de 10, detrás del delantero, y hacía más goles. Luego cuando llegué al primer filial, Manolo Jiménez me reconvirtió en extremo izquierdo y me sentí cómodo en esa posición.

-Ahora casi todos los extremos juegan a banda cambiada.

-Sí, es más moderno, pero no creo que suponga un problema. Bryan Gil suele actuar por su lado natural, Bryan Zaragoza o Lamine Yamal, a pierna cambiada. Pero me encanta el descaro de ellos tres, porque ahora uno ve demasiados jugadores cohibidos, todo está robotizado. Se ha perdido la esencia de la calle. Me encanta que salgan jugadores como los Bryan o Lamine. Igual me pasaba con Navas... y yo he hecho lo que he podido.

-No hay duda de que usted ha tenido una gran carrera. Pero hubo años, y portadas, que le relacionaron con el Madrid y el Barça. ¿En qué quedo aquello?

-Reconozco que hubo contactos de Real Madrid y Barcelona, mi agente me dijo entonces que me seguían y que si salía alguna de sus estrellas, podría recalar allí. Pero no se dio y no me arrepiento de nada. Me siento un afortunado. He tenido la suerte de jugar en un grande como el Sevilla y, también, hasta en la Selección. He logrado títulos internacionales. Soy sevillista y toqué el cielo con mi equipo.

-¿Y su etapa de tumbos por tantos países? ¿Con qué se queda de aquello?

-Me fui de Albox con 12 años y al echar la vista atrás quién me iba a decir que iba a jugar en tantos sitios. Lo que he conseguido fuera me ha permitido valorar la vida, y sobre todo crecer como persona. La etapa en Portugal fue maravillosa. Hace tres semanas, ante el Manchester City, sentí un cariño espectacular en el José Alvalade. Que la gente te siga queriendo...

-¿En todos sitios?

-Lo más extraño me ocurrió en mi última parada, Creta. Para llegar tuve que coger dos escalas, me encontraba cansadísimo y cuando aterricé estaba deseando irme al hotel. Pero en la sala de equipajes ya empecé a oír un ruido brutal: creía que había una manifestación y resulta que me estaban esperando la Prensa y un montón de aficionados del Irodotos. Me dije: ‘qué maravilla, un martes a las 11 de la noche y con tanta gente esperándome’. Me pareció superanecdótico. Es la grandeza del fútbol.

-También ha conocido la peor cara. Desgraciadamente, coincidió en el Sevilla con la muerte de Puerta y en el Extremadura, con la de Reyes.

-Sí, vaya dos desgracias, y qué cerca. Lo de Antonio me pilló con solo 19 años. A nivel emocional, el vestuario del Sevilla quedó hundido. Puerta alegraba al vestuario, yo también le conocía del filial. Eran muchos años juntos. Y lo de Reyes ya me cogió como un veterano. José Antonio era mi compañero de taquilla en Almendralejo, vivía el día a día junto a él. Ahí fue cuando empecé a pensar que el fútbol era algo secundario y que tenía que valorar mucho más mi vida, a mi familia, a mi gente

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