Del Molina Mr. Hyde al Nahuel Dr. Jekyll
El lateral derecho, definido por Simeone, como “uno de los mejores de LaLiga”, acaba la temporada en alto tras un comienzo desastroso que pudo sentenciarle.
Ese Mundial que esta temporada partió en dos las ligas en diciembre le dio la vida a Nahuel Molina (25 años). Porque ese parón detuvo también la histeria que le rodeaba, desde la grada, con críticas feroces a su fichaje, y en su propia cabeza, llena de dientes que mordían. Su fichaje había sido el más caro del verano de 2022, tras los 20 millones pagados a Udinese más Nehuén Pérez. Un fichaje que era petición expresa del Cholo, quien le conocía por compartir nacionalidad y le necesitaba para una posición huérfana después de las marchas de Trippier en enero de 2022, futbolista clave para alcanzar la Liga de 2021, y Juanfran, uno de los mejores de la historia. La de lateral derecho, tan importante cuando son largos, hasta la línea de fondo, en la pizarra de Simeone. La final del verano en las oficinas del Metropolitano estuvo entre Maffeo y Nahuel. Se decidió Nahuel. Pero todo comenzó torcido.
Porque en su estreno en el Metropolitano, en su primera vez ante su nueva afición, 2ª jornada de Liga ante el Villarreal, un error grosero de Nahuel condenó al Atlético: un despeje suyo en el área se convirtió en un pase a Yeremy Pino para batir a Oblak. El submarino amarillo, entonces entrenado por Emery, acabaría ganando ese encuentro que dejaría la cabeza del defensa argentino llena de nervios. Esos que le acompañaron desde entonces partido a partido: no le salía correr, no le salía centrar, no le salía nada. Cada oportunidad se saldaba con errores infantiles, errores que condenaban, dedos que señalaban en su aterrizaje en un equipo nuevo, en una nueva Liga, ante esta nueva afición. “¿Cómo podía ser que, entre todas las opciones, eligieran al más torpe?”, se preguntaba ésta mientras lo silbaba. Y en el futbolista, que ante todo es persona antes que futbolista, esas dudas socavaban cabeza y piernas. Nahuel parecía jugar porque no tenía recambio. Contra el Real Madrid en el Bernabéu, Simeone, de hecho, alineó a Llorente como titular en el lateral derecho y no a Nahuel estando el argentino disponible, convertido en un Míster Hyde, la cara desagradable del personaje de esa novela escrita por Wolf Mankowitz en 1886, que es un clásico de la literatura universal: El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde.
Pero entonces llegó el Mundial, el viaje a Qatar, donde Nahuel no tenía que demostrar, Nahuel ya se sabía. Sus centros, sus carreras, sus llegadas a la línea de fondo.
La relevación del doctor
Argentina terminaría proclamándose campeona y el Nahuel que regresó a la segunda parte de la temporada que se reiniciaba el 29 de diciembre ya era el Nahuel que se fichó, un Nahuel decisivo. “Es uno de los mejores de LaLiga”, proclamaba el Cholo ayer en la rueda de prensa posterior al Atlético-Real Sociedad. “Al principio me costó entrar en la dinámica”, reconocía el propio jugador después, desde el mismo lugar en las entrañas del Metropolitano, “no es que me sintiera mal, pero el cambio de un equipo y de una liga a otra me costó”. Adaptarse. Ese tiempo de acople que se le pedía instantáneo en la era de la inmediatez, todo para ya, todo para ayer, sin dejar siquiera que se deshaga una maleta.
Pero Nahuel regresó con esa confianza que necesitaba, recuperada en Argentina, que le asentó y sobre la que no ha dejado de crecer: termina la temporada convertido en el doctor Jekyll, el reverso de Hyde, amable, bueno y valiente. Y veloz, sobre todo veloz. El futbolista que más minutos ha sumado con el Cholo en el año, 3.551′, y siendo fichaje, lo cual es noticia, más minutos por delante de un Griezmann con 3.445′ condicionado por aquellos partidos de treinta minutos, obligados a jugar el francés cuando se inició la 22-23, para que no contaran para aquella cláusula de cesión por el Barça que ya estaba al 80% del tiempo posible. 3.551′ a los que le suma cuatro goles y una asistencia en dos meses y medio. Y maravillando partido a partido. Como si fuera uno de los pocos futbolistas de esta plantilla a la altura de Griezmann, ese que debería ser nombrado MVP en Liga de esta temporada de ojos cerrados. El que corría tras el argentino más cerca en su último gol, el 2-0 a la Real. Él se lo había servido. A ese argentino que celebraba con el Atleti, puño al aire, como lo hacía con Udinese, con su país en Qatar. Con su bata espantando todo lo de Hyde que pudo tener. Como un doctor con miles de corazones en sus manos. Latiendo rojiblanco.