De Stoichkov a Kompany y Manolo: el hijo del misionero que dirigirá al Espanyol
El nuevo propietario del club perico ya ha vivido en Barcelona, dirigió Lehman Brothers antes del colapso, entró en el fútbol en 2006 con un club ‘Real’ y es profundamente religioso.
La pasión por el fútbol se la transmitió su padre, un misionero mormón, que con 19 años aterrizó en el noroeste de Inglaterra, a inicios de los 60. Pero él, criado en el Sur de California como en la canción de Albert Hammond, tuvo que esperar a tener 24 años para impregnarse de cerca no del ‘soccer’, sino del balompié europeo. Y en Barcelona, nada menos. Alan Pace (11-08-1968) cursó entre 1992 y 1994 un máster de Finanzas Internacionales en la IESE Business School de la Ciudad Condal. Y allí se enamoró del deporte con el que ahora se ha convertido en nuevo propietario del Espanyol.
La anécdota que explica su flechazo por el fútbol la detalla él mismo en su biografía, tanto en el portal oficial del Burnley, el club que también ostenta, como en su perfil de Linkedin: fue con un gol de Hristo Stoichkov en el minuto 87 de un Clásico Barcelona-Real Madrid, en el Camp Nou, el 5 de septiembre de 1992. Aquello prendió la mecha de este licenciado en Estudios Latinoamericanos en UCLA (la universidad de California en Los Ángeles), que chapurrea castellano.
Así, alterna su currículo profesional el mundo estrictamente financiero con la vinculación a clubes de fútbol. Tras concluir sus estudios en la capital catalana, trabajó durante 12 años en la firma Lehman Brothers, de la que llegó a ser director general, y que abandonó en 2006, dos años antes del colapso que marcaría la crisis económica global.
Un club inspirado en el Real Madrid
Durante ese tiempo, de hecho, dio Pace su primer salto al fútbol, como director ejecutivo y presidente del Real Salt Lake (en Utah), que tiene ese apelativo de ‘Real’ por la admiración de su fundador por el Real Madrid, con el que en su etapa mantuvo un acuerdo comercial. Tras su salida, se proclamó en 2009 campeón de la Major Soccer League. Compaginó ese periplo con la supervisión de activos de fútbol de la empresa SCP WorldWide, dedicada a asesorar a clubes, competiciones, y a gestionar instalaciones deportivas.
Durante la siguiente década, volvió a centrarse el nuevo dueño del Espanyol en el sector de los negocios, con diversos cargos de responsabilidad en el entramado de Citibank, como el de ser CEO de su filial Citicorp Securities Services. Y, en paralelo, fue miembro de la junta directiva de Quadriserv, proveedora de servicios financieros.
ALK, las iniciales de sus hijas
Pero todo viro en octubre de 2019, cuando decidió entregarse en cuerpo y alma a fundar y desarrollar un fondo de inversión especializado en la adquisición y funcionamiento de activos en deportes, medios y la industria del entretenimiento. Así nació ALK Capital, con sede en Nueva York. Un proyecto tan personal que ALK responde a las iniciales de los nombres de sus hijas.
De ALK surge a su vez Velocity Sport Limited, su división exclusivamente deportiva, con la que él y su otro representante legal, Michael Smith, adquirieron el 84 por ciento del capital social del Burnley, de la Premier League, por 196 millones de euros -ahora está valorado en 265- oficialmente el 31 de diciembre de 2020, un día antes de que entrasen enteramente en vigor todas las restricciones derivadas del ‘Brexit’.
Junto a su pareja, Kristen, y sus hijas, vive Pace a caballo entre Londres, el condado de Lancashire (donde se ubica Burnley) y la Gran Manzana, con la doble ciudadanía. Y, cuando puede, se escapa a otros lares para practicar surf o snowboard, sus dos ‘hobbies’. Tal es el arraigo con Burnley que su hija Ashlyn está casada con un empleado de los ‘Clarets’ y juntos han tenido un hijo. Más al norte, en Escocia, mantiene Velocity un acuerdo con el Dundee FC, de la Scottish Premiership.
“El sueño se hizo realidad por mi padre”
En buena medida, con su aterrizaje en Burnley cumplía Pace un anhelo de su padre, ya fallecido, cuyo paso por esa zona de Inglaterra conmemoraban ya en los Estados Unidos almorzando todos los domingos ‘roast beef’ y pudin de Yorkshire.
“Él me dijo que si alguna vez podía vivir en esta zona, sería increíble. Era un sueño, y el sueño se hizo realidad por él”, declara el hombre de negocios en la serie documental ‘Mission to Burnley’, emitida en Gran Bretaña a través de Sky, que cuenta ya con dos temporadas y que recuerda bastante al estilo del ‘Sunderland ‘Til I Die’ que tanto triunfó internacionalmente en la plataforma Netflix.
No en vano, la serie muestra desde su primera secuencia las profundas raíces religiosas de Pace, su familia y de sus socios en Velocity, en el Burnley y ahora, también en el Espanyol, como miembros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, es decir, de los mormones, tal como lo era su padre. “Éramos un grupo de viejos amigos que teníamos el deseo de adquirir un club y convertirlo en nuestra principal fuente de negocio”, arranca ‘Mission to Burnley’ en su primer capítulo.
Ahora, dos descensos y dos ascensos después a la Premiership (igual que el Espanyol en el último lustro), ostenta Velocity -cuyo domicilio social, según la información de Rastar Group en la Bolsa de Shenzhen, se ubica en Saint Helier, capital de Jersey, una isla situada en el canal de la Mancha y vinculada a la corona británica sin llegar a formar parte del Reino Unido- el 87 por ciento del Burnley y también de Longside Properties Limited, cuyo objeto es la compraventa, arrendamiento y explotación de bienes inmuebles, entre ellos el estadio de Turf Moor.
La figura del catalán Antonio Dávila
En ese organigrama, tanto en Longside como en la junta directiva del Burnley, de la que es director, figura un catalán que es profesor de IESE en Barcelona -donde estudió Pace-, doctor en Administración de Empresas e ingeniero de telecomunicaciones que también ha impartido clases en Oxford, Stanford o Harvard y que puede adquirir un papel relevante en el Espanyol: Antonio Dávila.
Pace, quien el lunes antes de la oficialización del acuerdo de compra del club perico charló con el entrenador, Manolo González, y el director deportivo, Fran Garagarza, no tiene intención de generar un seísmo a corto plazo. Pero sí pondrá de su parte para igualar cuanto antes al Espanyol con el Burnley, es decir, que si está a su alcance contribuirá ya en este mercado de verano a reforzar la plantilla, ávida de un central, un mediocentro defensivo y uno o dos extremos.
El ‘Brexit’ puede jugar su rol
Pueden proliferar las cesiones, también la llegada al club perico de futbolistas procedentes del continente americano, a los que Inglaterra con el ‘Brexit’ complica más el permiso de trabajo. Y habrá que ver cuál es su grado de intervencionismo, pues en el Burnley llevó personalmente, por ejemplo, el proceso de selección del entrenador para el ascenso de la 2022-23, lo cual derivó en la contratación de Vincent Kompany, leyenda del Manchester City.
El suyo se presenta como un proyecto a largo plazo, igual que lo está siendo el del Burnley (“os prometo que no nos vamos a ir a ninguna parte, que vamos a quedarnos aquí durante mucho tiempo”, aseguraba a los empleados del Burnley en la serie documental, tras el descenso de 2022), máxime cuando Velocity tiene opción de recompra de las acciones de Rastar en el hólding a dos y cinco años vista.
La experiencia fan ‘made in’ USA
Además de sinergias con el Burnley en materia de patrocinadores o proveedores comunes (se habla ya en los mentideros de Castore, que viste a los ‘clarets’), algunas voces autorizadas apuntan ya a su origen estadounidense como garantía de especial dedicación al hincha, al fan, con inversión en campañas, el ‘match-day’, experiencias… Y quién sabe si el nombre comercial del estadio.
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Todo ello habrá que rubricarlo en las próximas semanas con una presentación, en la que el nuevo propietario detalle públicamente sus intenciones, pero sobre todo con el visto bueno a la operación por parte de los accionistas de Rastar Group como parte vendedora y de la asociación de fútbol de Inglaterra (FA), LaLiga y el Consejo Superior de Deportes. La era Pace no ha hecho más que comenzar.
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