De la bici de Villarreal al silencio del Coliseum

La presencia de Camilo Speranza en la rueda de prensa post-partido del pasado viernes cogió a todo el mundo con el pie cambiado. El segundo entrenador del Real Valladolid ejerció de portavoz a la hora de analizar la derrota en Getafe después de que se lo pidiera Paulo Pezzolano, que optó por guardar silencio después de sumar su segunda expulsión desde que llegó a España; en esta ocasión, por una doble cartulina amarilla que eleva la cuenta de las que ha visto en lo que va de temporada hasta las nueve; tres más que ningún jugador.

“Me pidieron que me hiciera cargo de la rueda de prensa y aquí estoy. Me lo ha pedido el míster. No sé si tendrá que ver con la expulsión y con si puede estar en rueda de prensa o no”, adujo el asistente, que salió al paso intentando eludir el elevar la voz y entrar en polémicas. Sí verbalizó, no obstante, algunas cosas a las que Pezzolano ha hecho referencia en alguna ocasión anterior. “Veo cosas desagradables, que no son normales y formas que no son las propias de gente que se está dedicando a esto profesionalmente. Veo inequidad y creo que cuando uno siente injusticia, es normal que se revele”, aseveró, calmado, Speranza, dejando entrever un mal trato por parte de González Fuertes, colegiado de la contienda.

No en vano, en las imágenes ofrecidas por la retransmisión televisiva no dio la sensación de que fuera con Pezzolano lo sucedido cuando vio la primera tarjeta, sino que, más bien, pareció ir con algún otro integrante del banquillo. Así, el uruguayo fue el primer sorprendido, después de dialogar unos segundos con el árbitro, cuando vio la cartulina. “¿Pero por qué me la sacas a mí?”, se le leyó en los labios, después de que, más bien, se le viera apariguar los ánimos con los asistentes que estaban en pie.

Entretanto, siguiendo las mismas imágenes, se percibe cómo el árbitro está lejos de los entrenadores cuando dialogan, presuntamente, encarándose. Si bien González Fuertes sale corriendo en un determinado momento hacia la bocana de vestuarios, al ver que había un tumulto, se quedó en un segundo plano y resulta difícil pensar que pudiera ver realmente lo sucedido (no así, dicho sea de paso, el asistente de la zona de banquillos y el cuarto árbitro, que estaban más cerca), pero fue suficiente el hecho de que estuviera ‘caliente’ la amarilla y lo que quiera que sucediera para que sí, que volviera a ser amonestado una vez más.

La primera roja y la rueda de prensa de los monosílabos

Paulo Pezzolano fue expulsado por primera vez en España en su segundo partido, en Villarreal, donde sí compareció ante los medios y bromeó con una bicicleta estática en la que pasó el rato para bajar la tensión. Fue, dijo el acta, “por encararse con el entrenador adversario en actitud desafiante y provocando confrontación”, algo que negó. “Lo único que dije era ‘fair play, fair play’, y no era tanto para los árbitros como para el equipo rival. La decisión es de ellos, pero me llamó la atención que viniera con la roja directa”, ponderó en su primera polémica con el colectivo en el fútbol europeo.

El entrenador blanquivioleta venía precedido de una fama que se ha impuesto dentro del estamento arbitral, a tenor de los hechos, pues sus amonestaciones no dejan de producirse tampoco aquí (en Brasil, en Cruzeiro, fue expulsado en cuatro ocasiones). A ello han contribuido también declaraciones como las que derivaron en los cuatro partidos de sanción que cumplió el pasado curso, que le llevaron a responder con monosílabos en una rueda de prensa, y venían provocados por unas declaraciones posteriores al enfrentamiento de la temporada anterior contra el Atlético de Madrid. ““No se cobra ese penalti porque no quiere”, dijo entonces.

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