Crónica de un fichaje “imposible”
Sergio Ramos, que llevará el 4, esperó al Sevilla a pesar de las negativas públicas y privadas del club nervionense. El desastre defensivo pesó en su regreso.
Pocas horas antes de que llegara un lluvioso domingo, cuando el Sevilla decidió llamar a Sergio Ramos para negociar, nadie en el entorno del Sánchez-Pizjuán daba un euro por el regreso del defensa camero. A las negativas públicas y privadas de los dirigentes se añadía entonces un halo de orgullo contra las voces, cada vez más, que solicitaban su vuelta ante los evidentes y graves problemas defensivos del equipo que entrena José Luis Mendilibar. Gracias a la insistencia de varios amigos muy sevillistas, que también tienen su cuota de poder en el club, Víctor Orta recapacitó. A última hora, el director deportivo dio el volantazo que muchos esperaban.
Nada más terminar el mercado de fichajes, este mismo sábado, Orta había pedido “desmitificar el puesto de central” para justificar que la falta de fiabilidad atrás del Sevilla no se debía solamente a la falta de zagueros o la calidad de los mismos. Pero ésta no había sido, ni de lejos, la negativa más rotunda de madrileño. “Para nosotros, en el modelo de plantilla que llevamos actualmente, no existe posibilidad de fichar a Sergio Ramos porque tenemos seis centrales y ya hay problemas para inscribir jugadores. Además, tampoco hay posibilidad a día de hoy por el modelo de negocio, basado en fichajes de jugadores jóvenes que puedan dejar rendimiento y plusvalías”, sentenciaba Orta el 8 de agosto.
Una semana después, nada más llegar a Atenas para jugar la Supercopa, el presidente José Castro tiraba de sarcasmo ante la misma cuestión: “Lo ha dicho el director deportivo, lo ha dicho el vicepresidente del club y hoy lo voy a decir yo. No tenemos nada en contra de Sergio Ramos, que es un extraordinario jugador y ahí están su trayectoria y su currículum. Pero es verdad que dentro de la planificación y de lo que tenemos previsto esta temporada no encaja. Nunca ha sido una opción. ¿Qué él quiere venir? Bueno, y yo quiero un avión, regálemelo y así viajo en privado”, respondía el dirigente a un periodista.
Un avión privado andaba ya preparado en la pista del aeropuerto de Sevilla hace unos días para marcharse a Estambul y fichar por el Galatasaray, aunque Sergio Ramos mantenía aún la esperanza. Decidió quedarse en tierra. Otro aeroplano debía llevarle ayer domingo a Arabia Saudí para firmar por el Al Ittihad, el equipo de Benzema. Y entonces Sergio recibió la llamada que tanto esperaba, que ha aguardado desde que concluyó en junio su contrato de dos años con el Paris Saint-Germain y que le ha llevado a desestimar ofertas mucho más importantes en lo económico. A comunicar a gente de Nervión, en reuniones furtivas, que estaba dispuesto a bajarse muchísimo el caché económico para cumplir su sueño de volver al equipo que hace justo 18 años le catapultó a la superelite.
Reuniones con ídolos sevillistas como Joaquín Caparrós, decenas de guiños en sus redes sociales y sobre todo muchas conversaciones con el entorno del Sevilla han dado finalmente su fruto y pesan más que el resentimiento de una parte de la hinchada blanquirroja que no soporta su regreso. Legión hace unas semanas, ese batallón crítico ha ido menguando a medida que pasaba el verano y ahora se puede considerar minoría. Ruidosa, eso sí, porque entre ellos hay que incluir a los Biris Norte, que no perdona muchas cosas a Sergio. La última, que después de unos insultos se acabara cerrando, varios años después, la parte de la grada del Pizjuán en la que se coloca la facción más ultra durante los partidos. Los Biris esperan una disculpa del futbolista, que por cierto llevará en Nervión el número con el que se hizo leyenda del Real Madrid: el 4. Curiosidad o destino, quedaba libre en la plantilla de Mendilibar.
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