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CELTA - AL NASSR

Cristiano FC

El estadio del Algarve se llena de fanáticos del astro portugués durante el Celta-Al Nassr. Un legión de hinchas que se muda de equipo cada vez que lo hace CR7.

Varios chicos, con la equipación de Cristiano Ronaldo antes del partido del Celta-Al Nassr en Loulé.
@alnassrfc

“Mis hijos fueron del Real Madrid, luego de la Juve, más tarde del United y ahora son del Al Nassr. No gano para camisetas”. Las dulces quejas pertenecen a Fernando, un portugués de Lisboa que ha bajado unos días al Algarve para darle a Antonio y Miguel, su prole, el gusto de ver a su ídolo in situ. Los chicos visten esta tarde la elástica amarilla y azul de su nueva pasión saudí, igual que otros no menos de 150 chavales (y alguno más veterano) en el estadio del Algarve, en Loulé, antes de que Cristiano Ronaldo salte primero a calentar y luego a jugar ante el Celta de Vigo el tercero de los amistosos de Al Nassr en esta concentración lusa. Cris anduvo de vacaciones hasta la semana pasada y éste (porque así obliga además un contrato) es el primer duelo que disputa este verano en su país el astro portugués.

Alrededor de 8.000 personas ocupan las gradas del recinto, con capacidad para casi 30.000, y la gran mayoría de ellas lo hacen simplemente para volver a ver en vivo al que sigue siendo el mayor ídolo futbolístico de Portugal, por más que se haya ido a jugar a 5.000 kilómetros y en un campeonato (cada vez menos) secundario. Pero no hay sólo compatriotas: los alemanes Susanna y Hugo se han acercado desde Sagres, a más de 100 kilómetros, donde pasan sus vacaciones. Lito y Sonia llegaron de Italia y se compraron una entrada también por su admiración al de Funchal. Y no menos de 150 españoles, la mayoría de ellos madridistas nostálgicos, han decidido cruzar la frontera para recordar al que sigue y seguirá siendo uno de sus futbolistas favoritos.

Los ‘siuuuuuu’ característicos retumban en el estadio desde hora y media antes del partido y no dejan de sonar ya con el balón en juego, mientras Cristiano es aplaudido a rabiar cada vez que toca la pelota. El resto del tiempo la gente casi calla: se escuchan, de hecho, las indicaciones de los técnicos y de los futbolistas. Hugo Sotelo, uno de los chavales de la cantera celeste que Rafa Benítez ha sacado al campo, le hace una pequeña falta a CR7 y la afición protesta airadamente. Hugo no sabe en la que se ha metido. Tampoco Iván Villar, portero del Celta, cuando en un intento de despeje golpea levemente la cabeza de Cristiano en la primera gran ocasión de gol del portugués y también del partido.

El estadio va a tope con el Al Nassr. Iago Aspas manda una vaselina al palo y la hinchada lo celebra con indisimulada emoción. El estadio es de Cristiano. El croata Brozovic, fichado también a golpe de talonario, habilita a Talisca delante de la portería céltica pero la gente se inmuta mucho menos que cuando el madeirense pega un inofensivo medio pase con el exterior en el centro del campo. Esa gente que se vuelve loca, y hasta aplaude, cuando CR7 falla lo que hasta hace poco tiempo parecía imposible verle fallar: un gol de cabeza a bocajarro, con toda la portería para él. “Cris-tiano Ronaaaldo, Cris-tiano Ronaaaldo”, suena espontáneamente al son de esos acordes tan futboleros, tan de Eurocopa y Mundial, del Seven Nation Army que compusieron los estadounidenses The White Stripes.

CR7 lleva apenas cinco entrenamientos desde que se incorporó a la concentración del Algarve y Luis Castro, su entrenador, decide relevarle en el descanso. No son pocos los chicos que se marchan ya enfadados del estadio, muchos de ellos a esperar a la estrella a la salida, junto al bus del Al Nassr. Antonio y Miguel son de los que deciden bajar para esperar a su ídolo pero antes de que alcancen las escaleras el periodista se acerca a preguntarles: “¿Os ha gustado el partido?”. “Nos ha gustado Ronaldo. Es una pena que no haya podido marcar”, responden con fraternal compenetración los dos chavales. “Les tendré que traer otra vez el viernes, ante el Benfica. Yo soy del Benfica y no me cambio, ¿eh?; seguro que discuto con ellos”, bromea otra vez el progenitor. En realidad, sus hijos no se han cambiado tampoco de equipo: siguen animando, a muerte, al Cristiano FC.