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Contra todo y contra todos, incluidos nosotros mismos...

El Real Valladolid cayó en el Villamarín, víctima de la gran primera parte de Canales, el arbitraje caserón de Mateu y de sus propios errores, que no fueron pocos. Porque los blanquivioletas hicieron un partido digno en Sevilla, pero debieron remar todo el encuentro contra varios contratiempo. Los primeros de ellos fueron sus propios errores. Es inexplicable lo fácil que los contrarios circulan por la posición de la media punta, buscando la espalda de los medioscentros y encarando en ventaja a los centrales. El pase de Canales fue mágico, la definición de Juanmi, en el primer minuto de partido, definitiva. Y, de paso, dejó retratada a la pareja de centrales, especialmente a Hongla, que no supo salir al corte, ni aguantar la zancada del punta verdiblanco. Con 1-0, los vallisoletanos estuvieron en la lona durante 20 minutos, donde Canales fue el rey. Pudo doblar la ventaja fruto de esa necesidad enfermiza que tienen los blanquivioletas por sacar, siempre, el balón jugado. El cántabro bloqueó el pase de Masip y el balón se estrelló en el palo. Fue la imagen de una torrija importante de los de Pacheta que, sin embargo, aparecieron en el partido una vez que los verdiblancos levantaron el pie del acelerador en la presión. Esta reducción dio oxígeno a los pucelanos que empezaron a buscar a Larin. El canadiense falló un cabezazo, no llegó a un segundo remate, pero en el tercero, hizo diana.

Había pasado el chaparrón y los pucelanos controlaban el partido, le competían de tú a tú a los béticos, pero entonces entró en escena el ínclito Mateu Lahoz. Primero le perdonó la expulsión a Abner. El lateral, con amarilla, impidió una contra de Plata, pero el trencilla se hizo el loco despertando el desconcierto por el reparto de tarjetas. Y llegó el penalti claro de Hongla. Hay quien pide mano de Ayoze, yo no la veo. La que sí he visto es la de Miranda, en la segunda parte, reteniendo el balón con el brazo dentro del área. Y es que el árbitro estuvo mal, muy mal. Muy casero, sin grandes decisiones que perjudicaran al equipo pucelano, pero minando cualquier opción blanquivioleta. No fue tampoco capaz de parar las continuas interrupciones béticas y cuando Ayoze se llevó por delante a Masip, lesionándolo, no le mostró tarjeta... tremendo. El Betis hizo 18 faltas y se llevó tres tarjetas y el Pucela hizo 15 y se llevó cinco. Y es que los de Pellegrini pegan, pero bien... y se quejaban de Bordalás.

La ausencia de Machís en la segunda parte también lastró a los pucelanos que no fueron capaces de atacar por la banda, hizo su partido más flojo desde que es blanquivioletas, apenas lució Plata e intentaron hacer daño por dentro, pero esa asignatura no la domina todavía demasiado bien el equipo de Pacheta. Y, sin embargo, estuvo cerca de empatar en las botas de Monchu que tuvo un par de ocasiones claras y un lanzamiento a la escuadra tras lanzamiento de falta que habría hecho justicia al partido porque por mucho que diga Pellegrini, el resultado no fue engañoso, ni corto, más bien fue injusto... El Pucela tuvo demasiados elementos en contra.