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Carta de amor a Ceferin

Joan Laporta habló durante 36 minutos, luego aceptó preguntas durante una hora y 27 minutos, en total, dos horas y 23 minutos en los que su discurso se vertebró en tres grandes ejes. El primero, y creo que el más importante, dedicado a la UEFA y a su presidente, Aleksander Čeferin, a quien colmó de elogios en contraposición a los palos que dedicó a Javier Tebas, presidente de LaLiga. El segundo plano fue el legal, donde el presidente se enrocó en el argumento de que “no hay nada, porque no tienen nada” y allí añadió un matiz importante. Defendió que en todo caso el club puede ser víctima si prospera la hipótesis de la Fiscalía según la cual, hubo cantidades de dinero que se desviaron a empresas de gente relacionada con el club. Un torpedo a la línea de flotación del fallecido Josep Contreras y a “instituciones privadas” que no mencionó, pero que incumben a la Federación Catalana de Fútbol y la Española de Villar. Una estrategia de defensa que despeja una de las dudas que existían antes de la comparecencia. Estaba por ver si Laporta salía a defender la institución o a él. Optó por lo primero.

Y el tercer argumento fue un mensaje claro dedicado a la parroquia culé. El ataque al Real Madrid, club que calificó como “cínico” y beneficiado a lo largo de la historia hasta la actualidad por favores arbitrales, pero con el que seguirá yendo de la mano en el proyecto de la Superliga. Una extraña alianza que justificó en el tramo final de su comparecencia diciendo que “Florentino Pérez estaba muy presionado y que con él hay cosas habladas”. Obviamente, no en las comidas de directivas ni en el palco.

Ante este paisaje, queda todo a interpretación de cada uno. Los que quieran creer al presidente blaugrana y que ya llegaron convencidos a la rueda de prensa acabaron satisfechos. Al resto, le quedan muchas dudas por responder, especialmente, la ética de los pagos a Negreira, sea padre o sea hijo. Pero a Laporta, la única opinión que le importa es la que pueda sacar Ceferin, su nuevo amigo.