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REAL MADRID

Camavinga, le guste o no

Ancelotti tiró del francés como lateral por delante de Mendy y Fran García pese a los deseos del jugador. “Con Vini, le necesitaba para aguantar mejor”, justificó el técnico.

Camavinga, durante el Girona-Real Madrid.
Enric FontcubertaEFE

La sorpresa en el once del Real Madrid en Girona saltó en el lateral izquierdo: ni Mendy ni Fran García, los dos carrileros natos de la plantilla blanca; Ancelotti tiró de Camavinga, retomando la costumbre que adquirió en la segunda parte de la temporada pasada y que mantuvo prácticamente hasta el final, mientras el Madrid estuvo en posición de ganar los grandes títulos. De los 59 partidos que disputó Camavinga en la campaña 2022-23, arrancó como lateral izquierdo en 17, incluidos la semifinal y final del Mundial de Clubes, los cuatro partidos de cuartos y semifinales de Champions y la vuelta de semifinales (0-4 en el Camp Nou) y la final de Copa.

No fue una idea original de Ancelotti, en cualquier caso. Camavinga ya había jugado en algún momento de su paso de formación en el Rennes como lateral, aunque de forma muy esporádica e inhabitual. El que se tiró a esa piscina con todo fue Deschamps, que le utilizó ahí nada menos que en la final del Mundial ante Argentina, tras la lesión de Theo Hernández. Camavinga cumplió con nota bien alta y Carletto se apuntó a la moda, pese a que el francés dejó claro ante los medios que él quiere jugar en el medio campo. Hace días, en la previa del debut de Champions ante el Union Berlin, lo volvió a repetir: “Soy un jugador de equipo y al equipo me debo, a estar donde me necesiten. He adquirido experiencia poco a poco, aunque no me gusta jugar en el lateral izquierdo, pero a veces hay que hacerlo”.

Eduardo Camavinga y Carlo Ancelotti.
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Eduardo Camavinga y Carlo Ancelotti.REAL MADRIDDIARIO AS

Fue claro el curso pasado Camavinga y volvió a serlo en esta campaña, tan claro como lo fue Ancelotti la temporada anterior cuando explicó que la preferencia del jugador no pesará nunca tanto como el beneficio general del equipo: “A él no le gusta, pero a nosotros sí. Nos ha sorprendido a todos, me está gustando mucho. Vini está a gusto con él y mezclan bien, porque Camavinga muchas veces se va para dentro, como un interior”.

Todo aquello tuvo un sentido el curso pasado, con Mendy habitualmente lesionado y sin otro pretendiente para el carril (Nacho es un experto defensor, pero en la izquierda las dificultades para atacar se le incrementan); pero en Girona Mendy estaba disponible y también lo estaba Fran García, el lateral de vocación ofensiva que necesita el nuevo sistema blanco. Y aun así, Ancelotti eligió a Camavinga, que volvió a evidenciar que su poco gusto por la posición no se traduce en una bajada de rendimiento: 52 pases buenos de 53 (98%), seis recuperaciones y participación en nada menos que 22 duelos (el siguiente del Madrid fue Bellingham, con 13), de los que ganó el 68%.

Mendy y Fran García son el Plan B

Una visita a Montilivi podría sonar a poco con perspectiva histórica, pero en el contexto actual era un duelo de alto nivel, ante el que era líder de la Liga y arropado por su gente. Un duelo de altura que exigía un once en consonancia y Ancelotti tiró de Camavinga con la misma justificación con la que explicó el paso dado el curso pasado: “Mendy lleva mucho sin jugar y pensé en meter a Fran (García), pero quería a Vinicius por fuera y pensé en meter a alguien como Camavinga por detrás para aguantar mejor y sostener la posición”. Traducción: con Vinicius en el once (algo que sucederá en el 99% de los partidos si está sano), el lateral preferido de Carletto es Camavinga.

Una decisión lógica a tenor de los resultados de la temporada pasada, pero que parecía más lejana este curso considerando el fichaje de Fran García y la recuperación física de Mendy. El primero siempre aporta empuje y presencia ofensiva, pero ha acumulado algún despiste atrás que ha costado caro y el nuevo sistema le deja demasiado desguarnecido; y el segundo, un especialista del marcaje, aporta mucha menos profundidad, algo vital en este 4-4-2 en rombo en el que la mayor parte del juego se cuece por dentro.