Camavinga, calidad temeraria
Ancelotti ha conseguido templarlo en defensa (lleva 986′ sin ver tarjeta), pero no con el balón. El Clásico volvió a reflejar su tendencia a cometer errores puntuales, pero caros.
Camavinga lo hace casi todo bien- y eso es mucho-, pero sigue siendo propenso a cometer errores puntuales. Uno en cada velada, dos como mucho. Mala fortuna para él que acostumbran a salir caros. El último fue en el Clásico: gravoso como pocos. Un pase hacia atrás que se quedó corto y propició la contra del gol azulgrana. Lo estaba haciendo todo bien, lo hizo casi todo bien después. Pero ese instante, ese segundo, enturbió todo. Un segundo de desconexión que complica la vida del Real Madrid en Copa, condenado a invocar, una vez más, al aura de las remontadas. Una gesta lleva a La Cartuja, no hay más caminos.
Ancelotti cree, pese a todo: “El partido ha sido el que queríamos hacer y nos da confianza para la vuelta. Para remontar, hay que repetirlo en Barcelona”. Se mostró tan impasible como optimista en rueda de prensa. Conserva la fe en su equipo, capaz de lo mejor (manita en Liverpool) y de lo peor (bochorno en la Supercopa; “nos ha faltado compromiso”, llegó a azotar el técnico). Como Camavinga, el muchacho del pincel y el tachón. Su nuevo pivote: ya ha sentado a Tchouameni, aunque quién sabe si el patinazo en el Clásico no puede desencadenar un cambio en la parrilla.
No fue su mejor noche. Venía siendo el jugador que más intervenía y, esta vez, se quedó en el cuarto (86). Menos valiente para pedir el balón, algo más escondido. Y errático: firmó un 89% de acierto en pases. Por contextualizarlo, Kroos fue el más reconocible de la medular, haciendo un 95%; pero Modric, cuyo partido también distó mucho de su mejor versión, se quedó en 88%. En la línea de Camavinga. Porque el principal problema de los dos es que fueron poco incisivos, muy horizontales: en campo contrario, ambos vieron como su acierto se desplomó hasta casi el 80%. En defensa, el francés tuvo que afrontar tres duelos: sólo ganó uno e hizo falta en los otros dos.
Camavinga, ‘el sereno’
En esa doctrina está trabajando Ancelotti: templarlo. Hay ciertas cosas que sí se van notando. Por ejemplo, ya no entra con la agresividad de antes: vio cinco amarillas en los seis primeros partidos del 2023 (Cacereño, Villarreal, Valencia, Villarreal de nuevo y Athletic). Era una hemorragia y había que coserla. Ancelotti, preguntado por ello en su día, quiso restarle importancia: “El ímpetu es una cualidad. Intenta cortar pases y a veces llega tarde; pero no pensamos en ello”. Verdad a medias, porque sí es algo en lo que se ha trabajado. Sin ir más lejos, lleva 986 minutos seguidos sin ver una tarjeta. De todo, a nada. Éxito.
Ha nacido Camavinga, ‘el sereno’. Un jugador que ya no se pasa de frenada en las segadas. Pero que sigue teniendo tareas pendientes: enmendar esa ‘manía’ a cometer un pequeño error cada partido. Porque están saliendo caros y manchando una sazón sobresaliente. La confirmación de un futbolista que se está descubriendo como un mejor pivote que volante. Y con capacidad para ser titular por delante de Tchouameni. Por el momento, se ha vuelto indiscutible. En el derbi paró por primera vez desde la eliminatoria de Copa ante el Villarreal (llevaba 11 partidos seguidos jugándolo todo). Consecuencia de la meritocracia, de la calidad que está demostrando tener. A veces, algo temeraria.