Camavinga adelanta a Tchouameni
Sus actuaciones ya le han convertido en una seria opción a pivote titular del equipo blanco. Ante el Elche fue el segundo que más intervino y el que más recuperó. Debate para Anfield.
Posible sorpasso. “Lizarazu”, como le llaman en el vestuario, primero fue suplente, luego parche y ahora... ¿titular? Es el responsable de haber encendido el último gran debate en el Real Madrid: Camavinga o Tchouameni, elijan. La titularidad de Aurélien se está tambaleando por la incursión de su compatriota, que ha descubierto en el pivote un mundo nuevo. Ahí es feliz, juega suelto y, lo más importante, funciona. Contrasta con la temporada de Tchouameni, que no ha terminado de ser -todavía- el muro que se esperaba y, tras el Mundial, ha vuelto a medio gas. Lo confesó Ancelotti (“le ha afectado; físicamente, todavía no está óptimo”), que le dio descanso ante el Elche y como consecuencia, presenció otra notable actuación de Camavinga. Con Anfield a una semana, el debate está candente.
Y es que Camavinga ha explotado en su faceta defensiva, convirtiéndose en un muro. Lo radiografió Álvaro Benito, analista de AS, hace algunas semanas: “Cuando juega más atrás, con más campo de visión, mejora”. Ha costado que aterrice en esa posición: sin Tchouameni, el Plan B fue Kroos y hasta que no dio error, no llegó el C. Pero más vale tarde que nunca. Bingo. Ancelotti encontró que ese jugador que durante tantos años había estado usando como volante (con demasiadas idas y venidas) y que en las últimas semanas usó como lateral izquierdo (”sólo volverá a jugar ahí en casos de emergencia”, dijo para alivio del futbolista, que no oculta lo poco que le gusta galopar la banda), era un pivote excepcional.
¿Frenar su ímpetu?
Una de sus noches claves fue en San Mamés. “Estuvo sobresaliente; tácticamente, muy bien. No me sorprendió, pero en defensa... fantástico”, llegó a esbozar Carletto, poco después, en rueda de prensa. Estuvo en boca de todos junto a su gran debe: acostumbraba a pasarse de frenada. Demasiado ímpetu. “Yo creo, precisamente, que ese ímpetu es una cualidad. Intenta cortar pases y a veces llega tarde. Pero no nos preocupa. El ímpetu lo debe tener, aunque a veces le toque recibir una amarilla”, dijo su entrenador, intentando echarle un capote para protegerle de las -pocas- críticas que llegaban. Que no hablen fuera y ya hablaremos en privado.
Porque es evidente que Camavinga, consciente del asunto, ha ido trabajando en ello y está mejorando. Ya mide más; arriesga menos. Se está volviendo un futbolista más templado, cualidad básica para un pivote (el que menos debe jugar con fuego). Y desde esa moderación, está firmando unos números espectaculares. Frente al Elche fue el tercer jugador que más pases buenos dio (83), el que más duelos aéreos ganó (6), el centrocampista que más dribló (3), el que más recuperó (6) y, lo más reseñable, el segundo jugador de todo el partido que más veces intervino (109).
Se busca a Tchouameni
Contrasta con el estado de forma de Tchouameni, a medio gas desde su lesión en la víspera de la Supercopa de España. Tras unos primeros partidos preMundial muy grisáceos, se le detectó una dolencia en el soleo de la pierna izquierda. Se perdió seis partidos: los dos de la Supercopa, dos de Copa (Villarreal y el derbi) y dos de Liga (Real Sociedad y San Mamés). Para volver... poco a poco. Porque desde entonces: dos suplencias y una titularidad en Liga. Es la escenificación de cómo desde Qatar, ha dado un paso atrás en las tablas y Camavinga, uno más cerca del cenital. Dos dinámicas antónimas en el momento cumbre. Sólo uno podrá ser pivote en Anfield.