Calero, en arenas movedizas
El técnico tiene crédito, aunque preocupa la deriva deportiva del equipo en las últimas jornadas.

Fue el propio Julián Calero el que utilizó el término de arenas movedizas tras la derrota del Levante en el Metropolitano. La definición, para entenderlo, es una mezcla de arena, agua y arcilla que se comporta como un líquido al ser sometida a presión, haciendo que la tierra que parece sólida se vuelva inestable. Así se podría definir la situación el técnico, cuyo crédito quedó tocado tras la derrota en el derbi.
En el seno del club existe confianza en la figura de Calero, pero preocupa la deriva deportiva de las últimas jornadas. En números, el equipo suma un punto de los últimos 15 posibles y desde dentro existe la convicción de que la plantilla no está luciendo todo su potencial.
“Que nadie piense que me voy a hundir después de esto. No va con mi carácter. He salido de situaciones peores que esta. Necesitamos ese empujón de una victoria que nos de esa tranquilidad y ese oxígeno para salir hacia adelante. Eso nos está hundiendo en la clasificación. El responsable soy yo, que tengo que sacar el rendimiento a los que tengo”, argumentó el técnico tras el derbi, consciente de que los resultados son el único aval en el fútbol.
La puesta en escena del equipo en dos grandes escenarios como el Metropolitano y Mestalla, empequeñecida por un planteamiento más propicio a la supervivencia que a ir en busca del partido, no ha convencido. Si bien es cierto que el escenario desde un inicio contemplaba al Levante remangándose en el fango de la parte baja de la clasificación, el equipo no suma de tres desde principios de octubre y la falta de puntos están ahogando las sensaciones de un equipo competitivo y peligroso en el último tercio que venía demostrando en el primer tercio de la competición.
El equipo entra con personalidad en los partidos, pero se va diluyendo con el paso de los minutos y en los tramos finales tiemblan las piernas, mostrándose timorato cuando se deciden los encuentros. La falta de puntos comienza a pesar en el lomo de un vestuario inexperto en la categoría y, pese a que Calero trata de cargar con toda la responsabilidad, urge rebelarse ante la adversidad.
Preguntado en AS por su futuro y por la figura del entrenador, en muchas ocasiones el eslabón más débil de la cadena, Calero reflexionaba sobre la forma de hacerse fuerte en el banquillo. “Es la única forma que yo conozco, mostrarse seguro y convencido. Ni exigir contratos, ni renovaciones, ni nada”, argumentaba. “El eslabón más débil es el entrenador que le ves y piensas que está deshecho. Que se le ha ido el equipo. Si te ven hundido como entrenador es un gran problema”, prosiguió.
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El calendario aprieta y no concede margen de error. Athletic Club, la Copa en Cieza y El Sadar son el horizonte más cercano. Villarreal y Real Sociedad, para cerrar el año con la sensación de que cada partido es una prueba. A esto se suma la futura ausencia de Etta Eyong a finales de diciembre por la Copa de África, un mes que podría marcar la diferencia en la reacción deportiva del Levante.
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