Braithwaite apunta al Real Madrid desde el otro lado de la trinchera
El exdelantero del Barcelona cambió la pitada del Camp Nou por un Espanyol con el que llega en racha, después de tres goles en dos jornadas, y ocho en total, su mejor registro en Primera.
“He visto un club que me quería, que me ha valorado, y eso es muy importante”. La frase de Martin Braithwaite remite al pasado 2 de septiembre, en su presentación como jugador de un Espanyol por el que había firmado apenas unas horas antes, la tarde del día 1, en que se cerraba el mercado de verano. Para comprenderlas, basta con retroceder solo un poco más, hasta el 7 de agosto, y recrear la sonora pitada que el Camp Nou le brindó en la presentación del Barcelona 2022-23, una plantilla de la que el danés formaba parte.
Pese a la falta de oportunidades, por mucho que su rendimiento no había dado más de sí por una lesión de rodilla, la tomaron con el delantero parte de la afición azulgrana y el propio club, que le reclamó perdonar su ficha hasta rescindirlo, sobre la bocina. De aquello han transcurrido solo seis meses, tiempo que a Braithwaite le ha bastado de sobra para reivindicarse como goleador de Primera. No en vano, llega al Bernabéu en el que numéricamente es el mejor momento de su carrera desde que recaló en la Liga. Tres goles lleva en las dos últimas jornadas, ocho en total, lo que constituye su mayor registro. Diez marcó en los dos años y medio que estuvo en el Barça.
Titular en las 19 jornadas en que ha estado disponible desde que fichó por el Espanyol, a Braithwaite no le ha frenado ni la resaca de la Copa del Mundo, que disputó con Dinamarca, ni unas molestias en la rodilla que arrastra desde hace semanas y que le impiden entrenarse con normalidad.
Se reserva para los partidos, como esta visita a un Real Madrid al que sólo ha marcado un gol en siete enfrentamientos. Pero no fue como culé sino aún en el Leganés, en la Copa del Rey 2018-19. Ahora aspira a repetir. En punta, en un 4-4-2 junto a Joselu Mato, o trazando diagonales desde la banda. Está en racha. Y se siente valorado.