Leganés - Real Madrid | Borja Jiménez
Borja Jiménez: “A los buenos no hay manera de pararlos… y eso es maravilloso para el espectáculo”
El entrenador del Leganés visita AS antes recibir a un Real Madrid al que pretende ahogar sin espacios. Este fan de Guardiola y Sacchi admite que en sus inicios no persiguió ser técnico de élite.
Borja Jiménez (Ávila, 39 años) no es entrenador de grandes cohortes. Séquito, el justo. En el banquillo o en la vida. Son pocos, pero fieles y muy válidos. Así que cuando las puertas del Diario AS se abren, al otro lado de la cristalera automática le esperan más anfitriones que visitantes lo acompañan. A su vera, sólo Uxue Caballero, la jefa de prensa del Leganés, y Rodrigo Errasti, su asesor personal de comunicación. Apenas choca la mano de Tomás Roncero, el primero de los que le saluda desde la moqueta, la cabeza de Borja empieza a girarse. Frenética. Indagadora. Mira con avidez cada detalle. Cada rincón. A cada periodista.
El entrenador del Leganés es así, curioso en su naturaleza perfeccionista, la que (confiesa) es su peor virtud. Como le pasa a su ídolo, al que localiza apenas accede a la sala de juntas, donde transcurre el diálogo “Y esa foto, ¿es de la primera Champions de Guardiola en el Barça?”, pregunta señalando una imagen de celebración que Roncero matiza. “No, de cuando consiguió el sextete”, corrige con el morro torcido. Hay recuerdos que todavía escuecen al madridismo.
A Borja le entusiasma. Porque Pep es su referencia. También Sacchi, el Milan de finales de los 80, y su “increíble” defensa adelantada. “Pep y Arrigo son los dos entrenadores que han revolucionado el fútbol en las últimas décadas”, explica. De ahí su admiración. Aquel equipo rossonero Borja lo diseccionó mucho más adelante y en vídeo. En directo, fue imposible, porque tenía cuatro años. Aun así, se lo conoce al dedillo. Manías de un tipo estudioso y formado, que cayó en el fútbol por inercia familiar, pero sin intenciones profesionales.
“Guardiola y Sacchi son los dos entrenadores que han revolucionado el fútbol en las últimas décadas”
“A mi padre le gusta mucho y me contagió. Para mí era una forma de unir magisterio y un hobby”, añade. En esos inicios jamás pensó en vivir de esto. “Cuando no has sido jugador profesional, es complicado llegar a la élite y en Segunda B te da para sobrevivir con lo justo. Así que mi consejo cuando me preguntan qué hay que hacer para ser entrenador es no buscar ser entrenador… y arriesgar, a veces aún a costa de no escuchar a los que te rodean”, añade con una media sonrisa que dibuja en su cabeza recuerdos de un pasado no tan lejano. En 2010, cuando España bordó en su pecho la primera estrella que luce la camiseta de Iniesta que está a su espalda, este abulense coqueto en la vestimenta entrenaba a niños de siete años.
Ahora aquí está Borja. En Primera División y a las puertas de recibir al Real Madrid en Butarque, cita que carga su agenda de actos y entrevistas. En AS, se queda más de lo pactado, “porque cuando estoy a gusto hablando de fútbol, se me pasa el tiempo volando”. Casi una hora de debate futbolero sólo interrumpido por alguna carcajada. Las bromas, las pone él. Las preguntas, los demás. Y la mayoría apuntan a un Real Madrid que Borja sabe que tiene inercia asesina.
“A los buenos no hay manera de pararlos. Y eso para el espectáculo es maravilloso. Si lo ves desde el sofá, sabes que casi siempre van a hacer gol”, se sincera antes de piropear a Ancelotti (otro de sus referentes) y confesar a regañadientes algunos detalles del plan de partido blanquiazul: “Los nombres que jugarán no los tengo decididos, pero sí el cómo. Lo ensayamos ya la semana pasada. Lo tenemos clarísimo”. Por el camino, se le cae una confidencia. Al Real Madrid, dice, no hay que dejarle espacios. “Pero contra estos equipos la táctica no tiene mucho valor. El Real Madrid es muy flexible durante los partidos”, añade. Así que Borja pone énfasis en los jugadores. “No hemos tenido competición y, sin embargo, la semana de entrenamientos ha sido de las mejores”, afirma destacando el compromiso de una plantilla que ya no cuenta con Franquesa, otra víctima de la plaga de cruzados.
“Contra equipos como el Real Madrid la táctica no tiene mucho valor, porque es muy flexible durante los partidos”
“Ahora los agarres son peores. No sé si es cosa de las botas o del césped. Pero antes los jugadores estaban siempre clavados y ya no. Además, se entrena mucho y hay bastante desorden de calendarios, parones… si luego sumas que mucho jugador tiene preparación propia… yo creo que hay mucho futbolista sobreentrenado y esa fatiga mental repercute en la física”, cuenta con tono casi académico, el mismo que usa para explicar que es normal la adaptación algo tardía de Mbappé. “Estos días, analizando al Real Madrid… es que Mbappé hace casi todo bien. Pero es una posición nueva, un equipo nuevo… él necesita espacios. Ahí explota y si cae a la izquierda, es letal. Que se espere a después del domingo para salirse. Eso que dicen algunos entrenadores que ellos quieren jugar contra los mejores. Yo no… ¡eso es mentira!”, se ríe.
Enfrente, Haller no apunta a antídoto pepinero. El delantero estrella del Leganés tampoco ha eclosionado. “La adaptación le está costando más de lo normal, pero hay que ponerse en su cabeza. Pasar de jugar la final de la Champions contra el Real Madrid a terminar en el Leganés no es fácil. Pero en el día a día es un trabajador incansable y ya estamos empezando a ver al mejor Haller”, revela. “El fútbol no tiene lógica. Lo de la adaptación de Casadó al Barça es inexplicable”, cuenta cambiando de tercio poco después de comparar la defensa adelantada de Flick a la de Sacchi. “Esto es como las modas, en el fútbol también vuelve todo. Estoy convencido de que al Bernabéu le gustaría ver jugar al Madrid como al Barça actual”.
“Al Bernabéu le gustaría ver al Real Madrid jugar como el Barça de Flick”
Pero los blancos compiten con otras armas que el vigente campeón de Segunda (“Es el primer título que podemos vinilar en el bus del equipo”) tratará de competir tirando también del apoyo de su gente. “Leganés se ha identificado mucho con este equipo y queremos darles muchas alegrías”, añade antes de meterle el último sorbo a la botella de agua que sostiene, el único, simple, pero efectivo ágape que ha aceptado este entrenador amante de la sencillez como fórmula del éxito. Tumbar al Real Madrid será el siguiente reto de su inesperada, pero brillante carrera.
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