Bellingham persigue su sombra
Jude descorchó su gran estreno blanco en San Mamés. Hoy busca, tras un curso con más dudas que certezas, encontrarse a sí mismo. Apoyo de Xabi: “Lo veo bien; tenemos que ayudarle”.


Bellingham llegó al Madrid siendo muchas cosas. Y aspirando a ser muchas más. Por algo su ‘22’ cuelga del cielo de Birmingham. “Puedes ser un 4, un 8 y un 10, alguien que haga de todo. Alguien que inicia la jugada, el que rompe líneas, el que llega y el que marca el gol. Puedes ser un 22”, le dijo una vez Mike Dodds, entrenador de Jude en las inferiores de los Blues. Y fue en Bilbao donde el Madrid empezó a comprobarlo. Fue San Mamés quien se llevó su primer abrazo de gol. Su primer Corcovado. El 12 de agosto de 2023, el de Stourbridge debutó (oficialmente) y marcó.
El 0-1 fue de Rodrygo y él sentenció. El kilómetro 0 de una temporada de ensueño. Para soñar. Fueron 23 goles, 13 asistencias, el doblete Liga-Champions (y Supercopa de España) y un Balón de Bronce. Todo comenzó en San Mamés, donde juega hoy. Y ahora, ese futbolista que puede ser tantas cosas, busca ser solo una: él mismo.
Porque no está siendo una campaña sencilla. La operación de hombro tras el Mundial le dejó sin pretemporada y sin las cuatro primeras jornadas. Aceleró para ser titular en el Metropolitano y llegó. Pero fue el Metropolitano el que llegó demasiado pronto. Una minipretemporada en el parón de octubre revivió su físico. También sus números: gol a la Juventus, gol y asistencia al Barça, otro tanto al Valencia. Y regó las sensaciones, pues había brotes verdes en esa sociedad con Güler que es el quid. Pero aquello fue más oasis que certeza.
Jude y Arda, esa es la cuestión
De ahí que, en la víspera de San Mamés, se preguntase a Xabi por su complementariedad. “Después del Barça o el del Valencia, probablemente, los que tienen esas dudas no habrían hecho esta pregunta. El equipo en general ha perdido un poco de calidad en el juego, de energía. Y todos nos vemos afectados. Pero pueden jugar juntos, han jugado bien juntos y volverán a jugar juntos”, atajó. Y lo hará hoy. Esa es la idea. De ahí ese 4-1-4-1 de Montilivi. Para que compartan alturas. Para que ambos olfateen área. Para lograr que Arda y Jude que mezclen, que no se solapen. Que sumen.
“Yo lo veo bien”
Sus cifras son sólidas: cuatro tantos y dos asistencias. Cada 145 minutos, en la radiografía del gol. Pero las sensaciones no lo son tanto. No cuando el techo fue una campaña dorada. Un rendimiento que colocó su nombre en comparativas con Di Stéfano, Zidane, Santillana... Por su todocampismo, su elegancia, su capacidad de dominar los artes del remate. Por encima de todo, por su incidencia. Eso que no está siendo tal en la era Xabi, más allá de fogonazos. Al menos, de momento.
"Yo estoy en el día a día con él y lo veo bien. Con ganas. Claro que comparte la sensación de todos los jugadores, como de todos los que estamos en el equipo, de no estar contentos después de no ganar. La exigencia es máxima aquí y la responsabilidad, también. Jude es parte de ello. Tenemos que ayudarnos entre todos... y nosotros ayudar a Jude para que esté contento, en el mejor nivel". Así quitó Xabi hierro al runrún. Pero el runrún existe. Por eso, Bellingham busca inspiración. Persigue a su propia sombra, que es mucha. Y lo hace donde el idilio comenzó.
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