REAL MADRID
Bela Lugosi, Puskas y la ‘Copa Drácula’
El Madrid cierra su gira en Los Ángeles, donde el famoso actor húngaro financió un club de ‘soccer’ y fue presidente de una Liga. En Hollywood seguía las andanzas de los Mágicos Magiares...
El Real Madrid echará el telón de la gira estadounidense en la meca cinematográfica, Los Ángeles. Hoy el soccer lo capitalizan en la ciudad angelina estrellas como Gareth Bale, Chicharito y Carlos Vela, y antes que ellos, Ibrahimovic y Beckham, pero quizá nada de eso habría sido posible sin la primera piedra futbolística que puso una gran estrella de Hollywood. El fútbol en Los Ángeles lo ‘inventó’ Bela Lugosi, quizá el más inmortal Drácula que nos han dejado las pantallas de cine.
En 1935, para entonces en la cima por su papel del vampiro de Bram Stoker, el intérprete nacido en Hungría calmó buena parte de la morriña que sufría en la meca del cine dando rienda suelta a una de sus aficiones menos conocidas, el fútbol. Ayudó a montar uno de los clubes más relevantes de la década, Los Ángeles Magyars, al calor de la primera era maravillosa del fútbol húngaro y de la creciente comunidad magiar en la Costa Oeste estadounidense. Les financió, intervino en la construcción de su pequeño estadio y tanta colaboración le condujo a ser elegido presidente de honor de la liga de soccer de Los Ángeles.
Otra de sus gestas fue crear un trofeo para dirimir el campeón de las dos ligas más potentes de California, la de Los Ángeles y la de San Francisco. Llegó a posar con ella vestido del famoso personaje chupasangre y la prensa de la época la rebautizó como la Copa Drácula. Sus Magyars serían los últimos campeones, en 1949.
Seguidor de ‘Pancho’ y la generación dorada de Hungría
Los últimos años de su vida, que Tim Burton retrató con ternura en ‘Ed Wood’ y donde Martin Landau se metió en la piel del húngaro, fueron áridos para Lugosi, pero aún desde esta parte del charco seguía ávidamente el dominio mundial de sus paisanos, los Magiares Mágicos (o Magníficos, según la traducción). Cuentan algunos estudiosos y biógrafos de su figura que aunque para inicios de los cincuenta su carrera estaba bajo mínimos, siguió con deleite a la fantástica selección de su país y entre ellos a la figura del (años más tarde madridista) Ferenc Puskas. Quizá saber de las hazañas de Pancho y el resto de aquel equipo dorado fueron, aún al otro lado del charco, uno de los pocos momentos de disfrute para un Lugosi que moriría en 1956 de un ataque al corazón. Pidió que le enterrasen con su capa negra de seda, como Drácula, pero bien pudo haber tenido también, a sus pies, un balón…