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ESPANYOL

Autopista al infierno

En Vila-Real, ante más de 500 pericos, magnificó el Espanyol su sino: efectividad inútil por culpa de las tremendas aguas en defensa. Un punto sobre 24 y el descenso a punto de ser inevitable.

Autopista al infierno
ANGEL SANCHEZDiarioAS

‘Highway to hell’

Atronaba en La Cerámica el exitazo de AC/DC tras cada uno de los cuatro goles del Villarreal ante un Espanyol que supo aguantar el arreón del Submarino en la primera mitad con un majestuoso Pacheco (significativo que aun recibiendo cuatro goles él fuera el mejor del equipo), que llegó a ir al descanso ganando por segunda vez en toda la Liga (y ya van 31 jornadas), que incluso reaccionó cuando entre Capoue y Parejo habían remontado, pero que concedió precisamente eso, una autopista a los amarillos. La tónica de siempre que le va condenando poco a poco al descenso: altísimas capacidades para marcar, tremebundas facilidades para conceder. De poco vale echar cuentas, que si el duelo directo contra el Getafe, que si los rivales ganan o pierden, cuando sumas un punto de 24. Una autopista al infierno.

No pudieron estar más equivocados

Pocas veces un equipo deseó con tantas ganas que llegara el descanso para preservar el 0-0 en el marcador, y pocas veces ese equipo estuvo tan equivocado. Ése conjunto es obviamente el Espanyol, que estaba siendo víctima de un auténtico asedio, con Pacheco multiplicándose en su mejor actuación como guardameta perico, atajando media docena de chuts del Villarreal, desde Parejo a Yeremy Pino, hasta que en el primer tiro a puerta de los blanquiazules, al filo de esa media parte que parecía iba a resultar sanadora, llegó la catarsis de verdad. El gol de Puado.

Un remate con el alma

Ese fue el del 0-1 del canterano, a la salida de un córner, como si ese remate a bocajarro lo dispararan los más de 500 seguidores pericos presentes en La Cerámica y los miles que lo sufrían por televisión. Aunque, para padecimiento, el de los siguientes cuatro minutos, en que a Iglesias Villanueva desde el VAR le dio por revisar no una sino hasta dos veces la acción, por un inexistente fuera de juego de César Montes. Con el alma en vilo.

“Sí, se puede”

El grito de quienes creen en los milagros, las hazañas, las misiones más arduas se esparció inmediatamente por toda La Cerámica desde la zona visitante con la diana de Puado, toda una anomalía para un Espanyol poco habituado a avanzarse en el marcador, y menos aún a irse ganando al descanso, algo que anteriormente sólo le había sucedido en el 1-0 al Betis en Cornellà. Lástima que durara tan poco la alegría.

Pacheco, ante la desgracia: el 3-2 de Jackson.
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Pacheco, ante la desgracia: el 3-2 de Jackson. Domenech CastellóEFE

El cemento, La Cerámica y el mazazo

Planteó Luis García un plan de partido de cemento en La Cerámica. Con Keidi Bare y Vinicius en un doble pivote que no acabó de casar como el buen mortero, igual que Calero en la banda diestra, blando como el hormigón antes de secarse. Aun con el afán de “viajar juntos” que propone el entrenador, y aunque quiso mostrarse solidario, volvió el Espanyol a mostrar grietas, en las bandas y por dentro. Y ningún equipo tan acostumbrado a colocar sus azulejos en la portería rival como el Villarreal, que lo hizo todo salvo superar a Pacheco, quien sí actuó como un muro, infranqueable hasta que Capoue armó el mazo, solo desde la frontal. Mazo no, mazazo fue el penalti de Montes, que para mayor desgracia le detuvo en primera instancia el portero a Parejo, quien convirtió el 2-1 en el rechace.

El retorno del ‘pichichi’

La felicidad del Espanyol, un equipo cada vez más envuelto en sinsabores y desgracias, suele ser efímera. Como lo fue la sensación de la victoria en Vila-real. Pero incluso las situaciones más desesperadas, o precisamente con más motivo en esas ocasiones, la vida concede una tregua, aunque sea igual de fugaz. Y ante el Submarino ese instante llegó en el resbalón de Pau Torres, todo un internacional, que aprovecharon de maravilla entre Braithwaite y Joselu. El primero, contemporizando como un reloj suizo el momento de dar un pase al segundo, quien en la celebración gestualizó lo que venía sintiendo: ese “por fin”, una suerte de liberación tras cinco jornadas sin marcar.

El gol de Jackson y ‘Neverland’

Pero, cuando el Espanyol debía amarrar con uñas y dientes el empate, como si fuera oro molido después de no haber sostenido la victoria, es justo cuando la defensa más hizo aguas. Y lo aprovechó Jackson, quien le hizo un roto a Montes para convertir el 3-2, igual que después Capoue para establecer el definitivo 4-2, que hunde al Espanyol y que convierte la permanencia en poco menos que un Neverland.