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CELTA

Aspas inaugura el verano

El moañés entró a falta de veinte minutos, cuando el Celta perdía 2-0 frente al Benfica, y puso las tablas en un abrir y cerrar de ojos.

Iago Aspas en el momento de golpear el balón que supuso el primer gol celeste.
rc celta

Los años pasan y la vida sigue igual. El Celta continúa agarrándose al talento de Iago Aspas, tal y como quedó patente en el primer partido amistoso de pretemporada. La era Giráldez arrancó con un meritorio empate frente al Benfica, duelo en el que los dos equipos acusaron la evidente falta de ritmo por estas fechas. Lo más reseñable del encuentro fue el hambre y la calidad que sigue teniendo el genio de Moaña, a dos semanas de cumplir 37 años.

El encuentro comenzó con un golpe fatídico para el Celta, la enésima lesión de Mihailo Ristic, quien únicamente resistió nueve minutos sobre el terreno de juego. Los problemas físicos están siendo una constante en el lateral serbio, que ya se perdió muchos partidos la temporada pasada por ese motivo. Y tres minutos después llegó el segundo golpe de la noche, cuando Jailson cometió un claro penalti sobre Aursnes. Desde los once metros no perdonó Pavlidis, aunque Villar estuvo cerca de parar el lanzamiento.

El delantero griego puso tierra de por medio a la media hora de partido, al definir con sutileza tras una genial combinación con Neres. La calidad del Benfica era suficiente para imponerse a un Celta al que se le notaba que estaba empezando la pretemporada. Aún así, Douvikas y Carreira pudieron reducir distancias tan solo un minuto después, pero el meta Samuel repelió sendos disparos. También lo intentaron Alfon y Carles Pérez antes del descanso, pero el guardameta del Benfica se mantuvo firme.

El descanso significó un cambio completo en ambas alineaciones, pues tanto Giráldez como Schmidt presentaron un once totalmente diferente. De todas formas, el Benfica siguió apretando y Schjelderup estuvo a centímetros de firmar el 3-0. El ritmo seguía siendo bajo y los dos equipos se mostraban muy espesos, tanto con las piernas como las cabezas.

Todo cambió cuando entró un tal Iago Aspas a falta de veinte minutos. De repente, la espesura se convirtió en una frescura sobrenatural. De hecho, el moañés tardó pocos segundos en señalarse el escudo para celebrar su primer gol del verano. El primer balón que tocó fue para robar y el segundo para enviar al cuero a la red con un buen derechazo. Y apenas cuatro minutos volvió a reactivar el ataque celeste con una jugada que acabó con Pablo Durán sellando el empate. Incluso tuvo en sus botas el 2-3, pero esta vez le falló la puntería. Quizás lo hizo para demostrar que también es humano. Aunque no lo parezca.

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