1x1 contra el Mallorca: Rodrygo, príncipe de Arabia

Mucho Madrid, poco Mallorca y el clásico Clásico de Arabia. Otro Madrid-Barça que hace sonreír a muchos. A la mayoría de la grada y a una RFEF que encuentra el premio gordo. Sólo el mareo que deja la final translúcida para Tchouameni queda como lunar. Gracias a Rodrygo, Bellingham y Mbappé. Dos encontraron la red, al tercero es lo único que le faltó. Y tras descerrajar la noche, la inercia sentenció. Rodrygo se regaló un MVP por sus 24 años.

Courtois: No tuvo ocasión de intervenir en todo el partido ni hubo de despejar centros peligrosos. Un espectador VIP.

Lucas Vázquez: El Lucas de sus inicios en la primera parte. El extremo. Porque en defensa apenas tuvo quehaceres. Si bien basculó bien en las ocasiones en la que el Mallorca trató de apretar las tuercas a la contra, su mapa de calor se iluminó en campo rival. Tuvo incluso una buena ocasión para abrir la lata. Aunque no ganó línea de fondo, tarea más labor de Rodrygo, combinó bien y con sentido. Tras el refrigerio sí que hubo de espaciar sus subidas, porque Mojica le buscó más las cosquillas.

Tchouameni (54′): El centro de la defensa es su oasis y no debe salir de él. Porque sus condiciones invitan a pensar que en Aurélien hay un zaguero. Lo piensa Ancelotti y lo evidencia el jugador. Con un Mallorca parco en la presión de inicio, aprovechó su trato de balón para buscar la espalda de la zaga bermellona con elegancia y se atrevió, incluso, con un zapatazo desde la frontal que apagó Greif. Estuvo serio en la corrección y muy sólido en el juego aéreo. Y cuando todo iba rodado, un salto con Larin, donde golpeó con la cabeza el hombro del canadiense, le dejó mareado y rumbo al vestuario.

Rüdiger: No es fácil tener enfrente a Muriqi. Ni para Rambo, al que le gusta más el cuerpo a cuerpo que el campo abierto. Pero el kosovar se hizo enorme y complicó sobremanera al alemán. Mucho, en ocasiones. En una de ellas, Muriqi le ganó el salto y la continuación no terminó en tanto de Larin por poco. Tampoco estuvo acercado al recular en el primer acercamiento serio del Mallorca y, de nuevo, Larin estuvo a centímetros de cabecear a la red. Con balón sí estuvo pulcro, pero no fue su día.

Mendy: Ancelotti optó por Ferland y no por Fran García. En condiciones normales, en noches de tronío, es su tres. El Mallorca apenas le exigió. Dani Rodríguez en alguna ocasión pero sin llegar a haber fuego verdadero. Sólo chispas y el francés se bastó para soplarlas. En ataque, eso sí, no aportó. Pero no es la labor que le tiene asignada Carletto.

Valverde (75′): Sin ser el Valverde brillante, el Halcón con cañones, completó un buen partido. Se encargó de la intendencia y estuvo estupendo en las ayudas. Una sombra tras las recuperaciones, aunque no se las apuntase él. Y con el esférico aportó poso y precisión, además de verticalizar sus envíos con varios pases largos con peligro. La noticia, no completó los 90 minutos.

Camavinga: Muy cómodo en el doble pivote. Le sienta bien tener a Valverde a su lado y se consolida como el stopper blanco. Basculó bien y tuvo varias apariciones en tierra hostil. Con conducciones, también con un chut lejano y otro desde la frontal en los minutos finales. Un arte en el que debe prodigarse más como él mismo ha reconocido. Encuentro muy sólido.

Rodrygo: Un partido de muchos quilates de Rodrygo. Participativo, móvil e irreverente. Desde el inicio se le vio con confianza y realizó una buena jugada que obligó a Greif a intervenir. Le falló la definición tras una buena acción de Bellingham, pero el remate no era sencilla. Y de su fe y olfato salieron dos goles. No se apuntó el de Bellingham pues su testarazo acabó en la madera, pero sí el último sobre la bocina. Premio tras su do de pecho en Arabia.

Bellingham: De 10. En todos los aspectos. Posicionalmente y por rendimiento. Está de dulce y con la mochila llena de galones. Porque los quiere y porque lo necesita el Madrid. Amén de una entrega que su fútbol lleva intrínseco, es la bisagra blanca y Ancelotti le ha despegado de las bandas definitivamente. Cerca del área, en un triángulo que parece su jardín, dejó un par de regates y jugadas Zidanescas. Y una gran asistencia a Rodrygo que el brasileño no enjauló. Sí lo hizo Jude tras toparse el Rayo con el palo. Un tanto de cazagoles, de 9, porque Bellingham es muchas cosas. Bailó en Yeda.

Vinicius (88′): Los focos siempre están sobre él. Contra el Mallorca, contra Maffeo, más. Y aunque en la víspera se encargó Raíllo de despejar polémicas, el lateral no tardó en tratar de sacarle del partido con un par de rifirrafes. No entró el brasileño, pero sí estuvo algo más tímido que de costumbre. Aunque se quitó las ataduras (mentales) en el tramo final. Suyo fue el centro que originó el gol y poco después regaló una jugada que avivó el runrún de la grada. La misma grada que le regaló una ovación cerrada en su cambio.

Mbappé: Desencadenado. Más Mbappé que nunca. Desbordante, con confianza, muy ligero y grácil en sus movimientos. Prácticamente tras el silbatazo ya había dejado dos caracoleos con veneno. En el segundo casi cocina el primero, pero Lucas chutó centrado. Al abrigo de la media hora firmó una arrancada ‘made in Mbappé’, el de Florentino, y casi provocó un penalti. También asistió de manera inesperada a Bellingham. Tanto que ni el inglés no remató algo escorado, pero a un palmo del festejo en el primer tiempo. Una tónica que continuó en la segunda parte. Su guinda, participar en el gol de Bellingham. Un toma que no encontró daca, pero tuvo todo lo demás.

También jugaron

Asencio (54′): Ocupó el lugar de Tchouameni y volvió a demostrar que está sobradamente capacitado para bailar con cualquier rival. Puede tener otra oportunidad de oro el domingo.

Ceballos (75′): Sin mucho tiempo para incidir, trató de ayudar en la sujeción en los minutos finales.

Brahim (88′): Pocos minutos para el malagueño y, aun así, cocinó el autogol de Valjent que cerró el duelo con un gran pase interior.

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