Amallah, un año después
El mediapunta volverá a tener la oportunidad de reencontrarse con su mejor versión. Pezzolano quiere que siga en el Real Valladolid.
Hay veces en que la vida concede segundas oportunidades, amores que parecían perdidos que el tiempo reencuentra. Un año después, el fugaz vivido entre Selim Amallah y el Real Valladolid puede convertirse en uno de estos, en una ocasión para, sin necesidad de verbalizarlo, con solo una mirada, expresar un “te lo dije: aquí estarías mejor”. No hace falta un reproche; de hecho, no lo habrá. Por la mente de Paulo Pezzolano pasa devolver al marroquí al calor confortable, al lugar donde sabía que podría ser él, y que el mediapunta decidió abandonar, atraído por el fuego de Primera División y por la promesa de que, en Valencia, también lo sería.
Cuando Amallah tomó aquella decisión, doce meses atrás, apenas había podido coincidir con el entrenador, que, sin embargo, en muy poco tiempo le sacó partido. En el debut del técnico uruguayo, ante el Mallorca, el mediapunta marcó a los 79 segundos de saltar al terreno de juego. En la jornada siguiente, en Villarreal en su primera titularidad, lo hizo en 102, y fue uno de los líderes de su primera victoria. Al tercer partido jugó más que nunca como blanquivioleta, 70 minutos, y el Real Valladolid volvió a ganar. En el cuarto, su lesión, en Mestalla, fue el principio del fin.
Una infracción temeraria por parte de Cenk echó por tierra el buen momento de un Amallah al que las lesiones no han dejado de perseguir desde su llegada a España. Si primero sufrió una en los isquiotibiales que frenó su incorporación al grupo, todavía con Pacheta en el banco, aquella en el hombro evitó que pudiera llegar ni siquiera a los 300 minutos con el Pucela. Después de escuchar múltiples cantos de sirena el verano pasado, a orillas del Pisuerga y desde el Mediterráneo, el Valencia lo firmó cedido, y también allí encadenó problemas físicos, un continuo al que sumar las jornadas perdidas por la Copa de África, donde también estuvo lejos de sí mismo.
Con apenas mil minutos disputados en año y medio, desde que el Real Valladolid se adelantó a la finalización de su contrato con el Standard de Lieja tras verlo brillar en el Mundial de Catar, el mediapunta retorna allí donde hace un año le juraron amor eterno; donde el club (que estaba dispuesto a respetar su sueldo a pesar de que podía reducirlo por estar en Segunda), el cuerpo técnico (en público y en privado) y hasta los propios compañeros (como reconocieron varios entonces) hicieron todo por convencerle de que iba a ser importante en el camino de vuelta hacia Primera.
Por razones evidentes, no lo fue, aunque la intención de Pezzolano es que pueda ocupar ese rol. Tendrá que ganárselo, claro está, puesto que en la posición que tenía ‘reservada’ Meseguer ha completado su mejor temporada como profesional, pero el entrenador desea contar con él como un refuerzo más, conocedor de lo que pueden sumar al grupo sus características. Y es que, como comprobó el charrúa en los pocos partidos en los que pudo contar con Amallah, es intenso en la presión y en los duelos, además de no estar exento de calidad para combinar y de tener llegada al área. Si ahora si quiere, la vida, como el amor, le concederá una segunda oportunidad...
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