Álvaro: “Necesitamos ganar en Vallecas, hasta ahora quizá nos pudo el ansia”
El extremo es el pichichi del Rayo con cinco goles. El último lo hizo en el Metropolitano. Quiere prorrogar su racha ante el Sevilla, a quien ya marcó en la primera vuelta y en la 22-23.
Álvaro García (Utrera, Sevilla, 1992) es la pólvora de la Franja y un fijo para Francisco. Su velocidad y sus goles lo avalan. Además, tiene tomada la medida al Sevilla y quiere dar una alegría a Vallecas, que lleva cuatro meses y medio sin celebrar un triunfo del Rayo. Demasiado tiempo. Eso no desanima a una afición que volvió a agotar las entradas para este partido del lunes.
—¿Cómo han digerido la derrota en el Metropolitano?
—El equipo dio buena imagen, que es con lo que nos quedamos, pero jode no haber sacado ni un punto. Lo tuvimos cerca.
—Ahora juegan en Vallecas, ¿por qué está costando tanto ganar aquí?
—No sabría decirte. Nuestro fuerte siempre ha sido nuestro campo y nuestra gente. Este año nos está siendo imposible ganar allí. Hasta ahora quizá nos ha podido ese ansia de querer hacerlo...
—¿Cómo ve al Sevilla?
—Está abajo, pero tiene buen equipo. Debemos aprovechar su mala dinámica y jugar con la ansiedad que pueda tener.
—Es una de sus víctimas favoritas…
—Ojalá vuelva a marcarle. O quien sea, pero que ganemos. El equipo necesita vencer en casa y hacerse fuerte aquí porque eso nos dará la salvación.
—Usted es de Utrera, a 30 kilómetros de Sevilla. ¿Alguna vez le tentó?
—Cuando jugué en el San Fernando (12-13) hubo un pequeño contacto, pero no llegó a más. Los pueblos nutren a las canteras de la ciudad. Yo era muy rápido y muy bajito, que tampoco es que sea muy alto ahora (risas). Quizá por eso tampoco estuve en una cantera.
“Debemos aprovechar su mala dinámica y jugar con su ansiedad”
—¿Hubo algún futbolista en su familia?
—Mi tío, por parte de madre, llegó al Betis B y mi padre jugó de mediapunta, pero en plan amateur. A mí me veía en una esquina sin hablar con nadie y después me decía: ‘Has estado regular’. Así todos los días, hiciera lo que hiciera (risas).
—Salió mucho talento de Utrera: Reyes, Ceballos, usted...
—Cualquier niño puede jugar en un equipo federado. Hay tres o cuatro y no es un pueblo tan grande. Allí los críos siguen jugando en la calle con los amigos y eso se nota. Cuando yo era pequeño, casi todos eran del Sevilla o del Betis. Es lo que tiene estar tan cerca...
—¿Y ahora los hay del Rayo?
—Hay niños muy graciosos. No te esperas que te digan: ‘Yo soy del Rayo por ti’. Es bonito ir por el pueblo y que te conozcan y te pidan la camiseta del Rayo. Es raro en gente que es de Sevilla.
—Su hijo Álvaro le ha salido rayista...
—¡Rayista a muerte! Aunque cuando yo no juego duda un poco más (risas). Va al estadio cuando los horarios nos dejan.
“No le están saliendo las cosas como quería, pero confiamos en él”
—¿Cómo está en lo personal?
—El mes de enero fue complicado, entre la lesión, la expulsión, la paternidad… Me tenía un poco trastocado. Me quité un poco esos nervios y esa presión que me autoimpongo.
—A la expulsión le acompañó un gesto con Francisco y pidió perdón en sus redes.
—Leí que el míster me dijo algo y por eso yo reaccioné así. Lo quería desmentir. Fue un gesto espontáneo de madre mía, la que he liado. Al primero que vi fue a él y por eso lo hice con él. Le pedí perdón cuando entró y él me preguntó por qué si no había hecho nada. No hay problema.
—Es el pichichi de un Rayo al que le cuesta marcar...
—Es difícil de explicar. El equipo tiene hambre, lo intenta... Gozamos de ocasiones, pero no están entrando. Y lo entrenamos, pero en los partidos, nada.
—Muchas miradas están en De Tomás. ¿Hay una maldición con el fichaje más caro?
—A mí me ocurrió. Con el ascenso me quité ese peso de encima y la llegada de Iraola hizo que explotase mis cualidades. A Raúl no creo que le afecte. No le están saliendo las cosas como quería, pero el equipo confía en él. Él sabe que tiene el apoyo de todos. Los goles llegarán.
—¿Y la permanencia?
—Hay que ser realistas. Este año nos tocará sufrir un poquillo más. Nos está costando más que en años anteriores. Por eso debemos hacernos fuertes en casa. Ahí estará la salvación.