Alonso, del asado al asadero
El técnico uruguayo, un experimento para el banquillo que Orta dijo haber conocido durante una comida en su país, despierta ya recelos en gran parte del Sevilla.
“Hice un viaje a Uruguay y coincidí con Diego Alonso en un asado en casa de Rabajda (exportero del Sevilla y actual agente del entrenador). Hablamos de Luis Aragonés. Me hizo un comentario que me chocó. Me dijo que a los 23 años ya quería ser entrenador. Me sorprendió mucho y me habló de sus influencias. Cuando escuchas eso de un jugador en activo te salta una alerta. Empecé a seguirle desde entonces. Ahí despertó mi curiosidad. Preguntaba a amigos que entrenó y a dirigentes. Mi conocimiento sobre él era muy alto”. De esta manera describía Víctor Orta, director deportivo del Sevilla, la semilla sobre la que se gestó la sorprendente contratación del uruguayo Diego Alonso para el banquillo nervionense, como sustituto de José Luis Mendilibar. Un técnico sin bagaje alguno al otro lado del Charco y que no ha entrenado tampoco al máximo nivel en las ligas más importantes de Sudamérica, como sí ha sido etapa habitual de otros entrenadores que han triunfado en Europa provenientes de Argentina o Brasil. Entre otros, el mismo Manuel Pellegrini.
Sí, aquel ‘asado’ uruguayo de hace algunos años y una serie de circunstancias en un Sevilla a la deriva han acabado con Diego Alonso como entrenador de uno de los clubes más importantes de España y del panorama continental, con 7 Europa Leagues en sus vitrinas durante los últimos 16 años. Un experimento de Orta que después de poco más de un mes ebullición (Alonso llegó el 10 de octubre) y siete partidos oficiales parece derramarse sobre la mesa de manera desordenada, como ha jugado este Sevilla sobre todo en Vigo, Londres y el derbi. Después de la lamentable actuación ante el eterno rival, y a pesar del empate, el sevillismo casi en bloque ha bajado el pulgar a un hombre capaz de involucionar sobre el irregular juego que el equipo mostraba durante los últimos tiempos bajo la batuta de José Luis Mendilibar. Ahora, y a pesar de que en LaLiga no se ha perdido (ni se ha ganado, 4 empates), las prestaciones resultan mucho peores que con el técnico vasco.
Decisiones o vicios adquiridos quizá de la anterior etapa, tal que colocar a Óliver Torres en la banda; caos defensivo y pocas ocasiones en ataque; sustituciones que acaban de desbarajustar el equipo (así ocurrió en Cádiz o en el propio derbi) al decidir jugar con dos delanteros cuando la situación pedía otra cosa; futbolistas como Lamela o Suso han desaparecido y/o bajado su rendimiento; En-Nesyri se enfadó tras haber perdido la titularidad; y Lukebakio parece ahora mismo absolutamente prescindible. Dentro del vestuario, el uruguayo tampoco ha dado de momento con la tecla adecuada.
“Nos está costando ser un equipo más fino en tres cuartos hacia delante y tener más variantes de juego y no sólo centros desde las bandas. Cogimos al equipo hace cuatro semanas y media, jugando cada tres días y ante el nivel de equipos que hemos competido. Nos van a venir bien estas dos semanas de parón, sobre todo la segunda, para reafirmar conceptos y ser un mejor equipo. Podemos hacerlo mejor y tener la paciencia para empezar a conseguir resultados. Voy invicto en LaLiga, pero hay que transformar en victoria”, fueron las excusas, recurrentes por cierto, del entrenador del Sevilla después del 1-1 ante el Betis. Pero ya no se las compra casi nadie en Nervión.
Así que Diego Alonso está ya en el asadero, a punto de encontrarse ‘quemado’ también por la situación. Uno o dos malos resultados más en los próximos encuentros, ante la Real Sociedad en San Sebastián y contra el PSV en Champions, derivarían seguramente en la cuarta destitución de un técnico nervionense durante poco más de un año, desde que Julen Lopetegui concluyera su brillante etapa el 5 de octubre de 2022. No dejan de equivocarse en la Planta Noble del Sánchez-Pizjuán, donde tampoco todos mantienen algo de fe ya en el entrenador charrúa, por mucho que el vicepresidente Del Nido Carrasco pidiera “paciencia” tras el pésimo encuentro, otro más, perpetrado en Londres.
“Estamos preocupados, cabreados y tristes. Pero convencidos de que sacaremos la situación adelante. Nosotros vamos a tener paciencia, queremos construir un proyecto alrededor de Alonso”, aseguró Del Nido Carrasco tras aquel papelito ante el Arsenal, hace menos de una semana. Pero el derbi no ha hecho sino agrandar el enfado del personal, seguramente también el de los propios dirigentes. Quemada esta campaña de nuevo la bala del entrenador, destituir a otro en tan poco tiempo podría ser letal no solamente para la situación deportiva del equipo: también para una deriva institucional que, con otro Del Nido (Benavente) al acecho, adquiere peor color cada día que pasa.
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