REAL MADRID - RAYO | ALBERTO BUENO
Alberto Bueno: “Merecía la Selección”
“Nunca me he sentido tan querido como en Vallecas”, esboza del barrio donde fue un ídolo. Y donde casi gana un Zarra. Habla con AS: la exigencia del Madrid, la dureza del Oporto…
Pocos jugadores se han ido “voluntariamente” del Real Madrid. Aún menos, tienen una menina en el centro de la capital. Pues Alberto Bueno (Madrid, 1988), ambas. No dijo adiós por desamor al club, sino por amor propio. Por priorizar jugar. El verano que llegaron los Cristiano, Benzema y cía, asumió que tener minutos era una utopía y se independizó. Años después acabó en Vallecas, donde fue un ídolo, donde lo es. Se quedó a un gol del Zarra (17, por 18 de Aduriz) ante sus vecinos: “Vallecas es el sitio más especial y donde más querido me he sentido”. En la cresta de la ola, lejos de conformarse, voló a Oporto... y salió mal. Sufrió mobbing y vivió una pesadilla. Pero ahora es feliz jugando en la Kings League, aunque al principio tuvo dudas: “Le dije a Casillas ‘voy a ir al primer partido y veo cómo va esto’. Si es mucho fútbol, perfecto, pero como no... ¡Lo mismo me veis poco por aquí!”. En vísperas del Real Madrid-Rayo, charla con AS.
Entrevista
―Empecemos con lo más importante: ¿Cómo es eso de que hay una menina suya en Madrid?
―¡Pues algo que jamás me habría imaginado que haría! Es un proyecto de arte urbano (Meninas Madrid Gallery) al que se me ofreció la posibilidad de participar, diseñando una. Me lo he tomado con mucho interés, buscando resumir mi carrera futbolística a través de ella. En la vida muchas veces se nos olvida decir ‘gracias’ y a mí me gustaría que esta sirviera como agradecimiento a quienes me han acompañado en el camino.
―Llegó a La Fábrica con 13 años. ¿Cómo fue aquello?
―Pues mira, viene bastante a cuento con el partido del domingo: yo estuve muy, muy, muy cerca de firmar por el Rayo Vallecano. Casi a última hora el Madrid se metió por medio, transmitiéndome una enorme confianza y me decanté por él. Un salto gigante, porque yo venía del fútbol ‘de barrio’. Allí fui escalando categorías... y con 15 años ya estaba en el Juvenil. Fui un poco un adelantado: escalé tres categorías de golpe. La vida me empujó a madurar muy rápido.
―¿Y cómo fue el momento de debutar con Schuster (en Copa ante la Real Unión)?
―Muy especial. Obviamente antes ya había participado en algunos entrenamientos, pero cuando me hizo jugar... un sueño. De repente te ves jugando con tus ídolos.
―Hoy en día da la sensación de que los canteranos lo tienen muy difícil para llegar al primer equipo. ¿Costaba tanto antes?
―Va por generaciones. Cuando en el primer equipo las cosas van bien, hay grandes jugadores y acompañan los resultados, la puerta no está cerrada, pero es difícil de tirar. No hay una necesidad de piernas nuevas. Con el Barça, ahora, está pasando lo contrario: atraviesan apuros económicos y tienen que mirar abajo para nutrir al primer equipo. Al final este tema va con esto, épocas en las que las puertas están más, o menos cerradas. Hay un punto de suerte. Porque para mí La Fábrica es la mejor cantera del mundo: tanto a nivel de salir al mundo profesional, como para el aprendizaje al sector.
―¿Qué siente un canterano cuando abre la puerta del vestuario y ve a Raúl, Casillas, Guti...? ¿Vértigo?
―Pues mira, mi ídolo siempre ha sido Ronaldo, pero yo en Raúl veía un espejo en el que reflejarme. Un jugador en el que por ‘similitudes físicas’ debía fijarme. Era una persona que nunca se escondía, ni cuando el viento soplaba a favor, ni cuando lo hacía muy en contra. Un ejemplo en toda regla. Así que imagínate: entras y lo ves ahí... pues increíble. Pero pasaba con todos, ¡porque todos eran buenísimos! Guti, qué zurda; Van Nistelrooy, cómo finalizaba; Cannavaro, qué jerarquía. Eran tops del top.
―¿El Real Madrid es el club con más presión del mundo?
―Con 13 años ya te das cuenta de que ‘Real Madrid’ está vinculado a la palabra ‘éxito’. Cuando siendo un crío vas a un torneo en el extranjero, te miran de manera diferente. Y tú te miras el pecho y sabes lo que representa ese escudo. El jugador del Madrid, desde prebenjamines (5-8 años), va aprendiendo a lidiar con esa presión que, por cierto, a la larga te hace bien. Porque es una enorme enseñanza para afrontar casi cualquier escenario de la vida.
―¿Por qué se fue del Real Madrid?
―Porque acababan de llegar una enorme cantidad de jugadores de nivel megatop. Yo siempre he querido ser protagonista, necesitaba jugar, retos... y aquel verano vi que mis opciones de tener minutos iban a ser escasas. Fue algo muy meditado, pero creo que acertado. Se abrió la posibilidad del Valladolid y me gustó. Un club donde viví momentos muy duros, como el descenso, pero también preciosos, como una permanencia. Ahí maduré, me sentí importante.
―¡90 partidos jugó! También estuvo un año en Inglaterra... pero vayamos a 2013. Rayo Vallecano: ¿Cómo se cocina su fichaje?
―Pues mira. En Valladolid, por mi forma de jugar, tenía altibajos. A algunos entrenadores les gustaba muchísimo, pero otros me demandaban un punto de intensidad que yo... pues yo no he sido nunca un jugador tan ‘enérgico’. Se abrió la posibilidad y consideramos que era buena para las dos partes: el Pucela quería firmar jugadores y yo necesitaba un lugar parecido a mi estilo. Aparecieron la Franja y Paco Jémez, un proyecto que me ilusionaba, al lado de casa. Fueron dos años excepcionales, (suspira) excepcionales. Allí fui muy feliz. Recuerdo mi primer partido, victoria ante el Elche (3-0) y dos goles. Todos los sitios en los que he estado han sido extraordinarios, pero el más especial y donde más querido me he sentido, es Vallecas.
―¿Paco Jémez fue el secreto de aquel Alberto Bueno?
―Es una persona que, con sus cosas buenas y malas, a mí me supo exprimir al máximo. Dio con la tecla para picarme en el día a día, no quedarme estancado. Eso es clave en un entrenador y lo encontré en él. Yo soy un jugador ofensivo, al que gusta ser protagonista con balón y marcar goles, aunque conlleve un duro trabajo físico, pero necesito esa motivación de ser protagonista, ir a por los partidos. Y tanto Jémez como yo íbamos de la mano en ese estilo. Ha sido una persona muy importante en mi carrera.
―Se quedó a un gol de ser el Zarra... ¡A uno! ¿Duele esa espinita?
―Sí, sí. Tampoco es algo que me duela, pero me habría hecho mucha ilusión. Por dos motivos. El primero, y vaya por delante que Aduriz es un jugador absolutamente excepcional, porque el perfil del Athletic es más favorable a conseguir habitualmente algo así. Es un club con buenísimos jugadores y que rema a favor de que sus puntas marquen muchos goles. Y segundo, por su posición: él era delantero y yo, mediapunta. Que acabase tan reñido ya habla de lo que fue mi temporada. Y no se me olvida que hice gol a la Real Sociedad en la última jornada... y él, dos contra el Villarreal. Eso da rabia. El sentir que tú habías cumplido y aun así, no lo consigues. ¡Pero vamos, felicitarle! Aunque no te voy a mentir: me habría encantado tener ese Zarra. Habría sido muy especial.
―¿Qué más se puede decir de Vallecas...?
―Sentí su cariño desde el primer día, desde el primero. ¿Sabes lo que me gusta recalcar de Vallecas? Que siempre está en los malos momentos. Siempre y cuando tú lo hayas dado todo en el campo y defiendas el escudo con orgullo, estarán a tu lado. Y eso es único. En aquella época yo tenía amigos que venían a verme para disfrutar del partido y de mi fútbol... ¡Pero también porque querían ver el estadio!
―Si pregunta por Vallecas, le dirán que no ir a la Selección fue una “injusticia”. ¿Siente que lo merecía?
―Pues mira. Respetando muchísimo a los jugadorazos que había: Silva, Mata, Cazorla, Isco... y que no se me malinterprete, porque no quiero decir que fuesen malos jugadores. ¡Ni muchísimo menos, por favor! ¡Son increíbles! Pero en ese momento sentía que estaba de dulce y, a nivel de números, mejoraba sus registros. La Selección es un premio al trabajo bien hecho, pero entonces La Roja venía de ganar Eurocopa, Mundial y Eurocopa; era un bloque muy unido y eso lo hizo difícil. Pero sí considero que me lo merecía.
―¿Por qué se fue del Rayo Vallecano?
―Para buscar un reto diferente. Algo que me apretase las tuercas más y más. Yo nunca me habría ido de Vallecas, es la realidad, pero surgió el proyecto del Oporto y era lo suficientemente interesante como para plantearme dónde estará mi techo. Surgió la duda. Pero no salió como se esperaba, obviamente. Jamás me fui del Rayo porque no fuese feliz. Al revés y lo quiero remarcar: yo era muy feliz allí y me habría quedado toda la vida. Pero mi cabeza sentía que era el momento de intentar dar un paso, aunque existiese el riesgo de que saliera mal.
―¿Y qué falló en Oporto?
―Bufff... Mira que siempre he intentado ser bastante autocrítico, reconocer que también me equivocaría en cosas. Pero la continuidad que se me prometió, nunca existió. Y cuando un jugador tiene poca continuidad, pues es difícil que llegue a su mejor nivel. De verdad que no lo digo por considerarme más que nadie, pero pienso que yo estaba a la altura de enormes jugadores que sí jugaban. Y que en un equipo como el Oporto, que pelea por todo, ofensivo, con un fútbol de ir a por los partidos... ¡Mi forma de jugar casaba perfectamente! Pero nada. Cuando no me ponían fuera de mi puesto natural (mediapunta), apenas tenía minutos. Así era muy difícil...
―¿Cuán dura fue esa etapa? ¿Y cuánto se desconoce del día a día de los futbolistas?
―Es que los jugadores están mitificados. La gente, desde fuera, cree que tenemos una vida idílica, que todo nos sonríe, que como hacemos lo que nos gusta y ganamos dinero, no podemos quejarnos. Pero no. La vida del futbolista tiene muchos altibajos. En Oporto las cosas no se gestionaron bien: no aceptaban ofertas por mí... e incluso las torpedeaban, lo que hacía que los clubes cada vez se acercasen menos. Y luego, la rutina, que me relegaban al filial. Eso no fue justo, no lo fue. Yo merecía ser tratado como uno más de la primera plantilla. A día de hoy es algo que analizo como un proceso de enseñanza, que me hizo madurar. Pero fue duro. Y ya está...
―Cambio de tema radical: ¿Cómo está viendo al Rayo esta temporada?
―Muy bien. Ha encontrado estabilidad tras Iraola, algo que era muy difícil. Me parece que Francisco ha sido inteligente aprovechando cosas que funcionaban y ahí están los resultados. Que el Rayo, temporada tras temporada, esté entre los mejores es motivo de orgullo. Y una oportunidad para seguir creciendo, nunca quedarse estancado. El club debe entender que por muy bien que vayan las cosas, hay que seguir dando pasos hacia delante. Nadie puede detenerse.
―Y ahora el rival... ¿Qué le parece este Madrid?
―Está acostumbradísimo a lidiar con esa ‘presión’ de la que hablábamos al principio. Y por muchos partidos que tenga en el calendario, no se desconcentra. Sabe abstraerse de las críticas y coger impulso con los halagos. Es un equipo compensado, aunque en algún momento siento que falta alguna pieza que completaría un puzzle magnífico. Pero aun así, tiene plantilla para todo.
―Me habla de “piezas”. ¿Haaland? ¿Mbappé?
―No lo sé, no lo sé. Son grandísimos jugadores y podrían subir el nivel en cualquier equipo del mundo. ¡Pero no me meto en esto!
―¿Le impresiona lo de Bellingham?
―¡Vaya! Todos sabíamos que el Madrid estaba firmando un enorme jugador, pero no de esta talla. Y te digo una cosa: ha conectado con el madridismo por su respeto, superación y ganas de ganar. Son ingredientes que hacen que la grada se enchufe contigo y, además, los rivales te entienden como una persona educada y respetuosa. Porque eso de abrir los brazos ante la afición rival se podría tomar como un gesto negativo, pero no se está haciendo. Y me parece reseñable; porque Bellingham no tiene intención de ofender con la celebración.
―¿Cómo acaba en la Kings League? ¡Con Ibai!
―Ibai es de los mejores streamers del mundo, pero mi vínculo con todo esto nació de Casillas. Yo acabé contrato con el Algeciras y entré en una etapa de valorar qué hacer con mi vida. Y ahí me escribió Iker para unirme a un proyecto que estaba un poco en duda, con muchísimas incógnitas. Probé, pensando que era un proyecto de fútbol, aunque sabiendo que tendría mucho de ‘show’. Pero me lo pasé muy bien y, tras hablar con gente de la organización, percibo que se alegran de que haya entrado.
―¿Alberto Bueno está retirado del fútbol profesional?
―Es cierto que no he anunciado mi adiós de manera formal, pero por el momento en el que estoy, considero que me encuentro muy alejado de volver a un Primera, Segunda, Primera RFEF... Es cierto que no he publicado ninguna carta, pero porque esto que estoy jugando se juega con un balón y, aunque no es fútbol 100%, las reglas principales son las mismas. Yo sigo jugando, en el fondo siento que sigo ahí, aún me considero un futbolista profesional. De ahí no haber sacado un comunicado, pero a día de hoy veo difícil volver al otro fútbol. La verdad.
―Porque... ¿Hasta cuándo se ve en la Kings League?
―Carpe diem. Vivo día a día. Cuando me vinculé con Casillas ya le dije: ‘Voy a ir al primer partido, pruebo y veo cómo va esto’. Si es mucho fútbol, perfecto, pero como haya poco... ¡Lo mismo me veis poco por aquí! Pero salí encantado. A partir del tercer partido ya ni me preguntaban si iba a volver la semana siguiente, lo daban por hecho. Es algo que está creciendo y, de momento, soy feliz.
―Última: ¿Porra para el domingo?
―¡Pues me voy a mojar! Un 1-2. El Rayo tiene alicientes y formas de hacer daño al Real Madrid.
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