Al insulto, tarjeta roja
Los psicólogos coinciden: “Un ataque verbal es como una patada en el cerebro”. Que añaden: “Se necesita terapia para que no afecte a la vida diaria”.
Apenas quedan 20 días para que se cumplan 20 años del famoso partido Zaragoza-Espanyol en el que Kameni, que era un joven portero nigeriano de 20 años recién llegado al equipo catalán, sufrió un episodio que le marcó profundamente. Desde la grada de La Romareda, incluso por parte de los recogepelotas, recibió todo tipo de insultos racistas. Algo que le impresionó, tal y como recordaba en el programa Los Otros, de Movistar +, dedicado al racismo en el fútbol. No comprendía cómo podía pasar algo así. “No me sorprende si alguien, tras un episodio como este, llega a su casa y se suicida”, explicaba sobre lo duro que le resulta a una persona ser víctima en una situación así. Era una época, no tan lejana, en la que este comportamiento estaba admitido dentro de la normalidad de un partido de fútbol.
Afortunadamente, los tiempos han cambiado. El exportero del Espanyol y Málaga admite que le llevó mucho tiempo superar aquellas situaciones. Sin embargo, en la actualidad, la psicología ha ganado terreno dentro de los vestuarios de fútbol y los profesionales trabajan para que los deportistas afronten estas terribles situaciones cuando llegan a un partido que se presume propenso a ese tipo de agresión verbal.
Así, Guillermo Higuero, profesor de Psicología de la Universidad Europea de Madrid, explica cuál es una de esas actuaciones previas que pueden servir para afrontar un episodio como los que tienen que sufrir algunos futbolistas en determinados partidos. “Al hablar de competición, la herramienta más determinante aquí es la de ser capaz de visualizar estos escenarios para conseguir prepararnos. De esta forma, nos permite vivir los escenarios que vamos a generar para, de alguna manera, prevenir para cuando nos toque vivirlos en el contexto real. En definitiva, entrenar cómo vamos a comportarnos en esos escenarios puede ser diferencial, igual que si afrontamos un partido muy difícil”, explica Guillermo Higuero. Además, añade tener adquiridas herramientas como la gestión del estrés y otro detalle importante: no llevarlo a lo personal. “Critican esta parte de mi trabajo porque esperan lograr algo a cambio, si no se lo doy de alguna manera, puede que no les funcione. Las aficiones rivales buscan con estas actitudes sacar del partido a los jugadores más potentes”, afirma. Un claro ejemplo es Cristiano, Vinicius, Messi o Lamine Yamal. Los cuatro han sufrido los ataques de la grada, pero cada uno fue agredido de forma distinta. Carácter, raza, tamaño y procedencia familiar han sido los objetivos para intentar hacer daño a estos futbolistas que tienen una característica común: ser buenos. En la actualidad, estos episodios se siguen produciendo y también es necesario trabajar con el posible trauma que se produce tras sufrirlo.
No hay que olvidar que, para los psicólogos, una agresión verbal es “como una patada o un puñetazo, pero en el cerebro”. Y lo mismo que una herida física se trata, la mental también. Así, Valle de la Orden, psicóloga, explica la importancia de trabajar con un deportista tras sufrir un episodio de los que hemos visto en algunos jugadores. “Lo que se puede hacer después es una terapia de reestructuración cognitiva. Es decir, examinar tranquilamente a nivel racional las situaciones y aprender que se va a volver producir, pero no resignarte, asimilar que tu tasa de respuesta puede bajar un poco, pero reestructurar toda la situación y que no te afecte en el resto de tu vida diaria”, apunta como la forma de conseguir que el jugador supere lo que haya pasado.
Pero más allá del trabajo sobre el futbolista, que es la víctima, en los últimos tiempos la corriente de sancionar a los agresores verbales parece que ha cobrado importancia en el mundo del fútbol. El pasado mes de junio, la condena judicial a ocho meses de prisión y dos años fuera de los estadios para los tres aficionados que insultaron a Vinicius durante un partido en Mestalla ha supuesto un punto de inflexión. El Valencia ha decidido expulsar a perpetuidad a los tres socios condenados. Los clubes han decidido pasar a la acción y sacar tarjeta roja a los socios violentos. Mallorca y Atlético, entre otros, también han tomado medidas drásticas contra este tipo de comportamientos. Tanto Valle de la Orden como Guillermo Higuero consideran que estas acciones son positivas para “ayudar a los deportistas a superar el trauma tras un episodio de insultos”. Explican que el hecho de que se sancione a los agresores refuerza al futbolista, que se siente respaldado por el club. Aunque todavía queda trabajo, lejos quedan los tiempos en los que los aficionados que le gritaban a Wilfred, el portero del Rayo, se jactaban en público de su acción.
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