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REAL MADRID

A falta de Bellingham, está Vini

El brasileño mejora mucho su promedio goleador de las dos pasadas temporadas y se acerca al del inglés. Refrenda la apuesta de Ancelotti: “Jugando así soy imparable”.

Vinicius, del Real Madrid.
JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

El 4-0 habla de un duelo plácido que no fue tal; hasta que en el minuto 80 Guaita se introdujo en su propia portería el 2-0, con Rüdiger como cooperante necesario, un tanto del Celta hubiera hecho estragos. Y esa ventaja mínima había sido cosa de Vinicius, de quién si no, pues es el brasileño el tablón de madera al que se ha agarrado el Madrid durante esta marejada de juego y de resultados. Con el 1-0, había sido el autor de los últimos cuatros tantos blancos (dos al Valencia, uno al Leipzig y otro al Celta). La confirmación de que ya vuela a velocidad de crucero tras esas lesiones del primer tramo del curso que amenazaron con dejarle en tierra.

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Aunque no han hecho tanta mella esos problemas físicos en sus cifras, síntoma inequívoco de que su acercamiento al área sale rentable: pese a que se ha perdido 11 partidos por lesión, ya suma 16 goles y ocho asistencias. En la temporada 2021-22, la de su explosión, hizo 22 dianas y promedió una cada 194 minutos; el pasado curso, en el que mojó 23 veces, anotó cada 207′; y en esta campaña ha hecho uno de sus 16 tantos cada 138′. Evidentemente su nivel de asistencias se resiente (20 hace dos cursos, 21 el pasado), pero a cambio legitima el plan de Ancelotti de alejarle de la banda para ser el principal finalizador (con permiso de Bellingham) del equipo. De hecho, el inglés tiene un promedio de finalización muy similar (un gol cada 136 minutos); cuando más necesita el equipo dianas, ahora que el inglés está sancionado por su roja en Mestalla, Vini se hace grande.

Vinicius y Mingueza.
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Vinicius y Mingueza.Ana BeltranREUTERS

Con su ritmo realizador de este curso, el pasado habría terminado la campaña con 35 goles, 12 más de los que hizo. Las cifras respaldan el plan de Carletto y el propio Vinicius también lo hace, con ese exceso de confianza tan del brasileño: “Lo que yo quiero es ayudar al equipo, incluso cambiando mi juego. Cuando no estoy de extremo, voy al medio y ataco como mediapunta... Así soy imparable, los rivales no saben cómo defenderme”.

La fiesta pudo ser completa, pero dejó otra imagen para la reflexión: tras un evidente agarrón en carrera que el árbitro sancionó con la amarilla debida, Vinicius se revolvió y le soltó un empujón, en la línea del que ya le dio a Orban en Champions. Su efervescencia le hizo cobrar una amonestación gratuita ante la que Ancelotti, con ese arte que tiene para mandar los mensajes entre líneas, desea una evolución: “El día que pare eso, tendremos menos tarjetas. Pero es un poco por frustración, y es normal. Le dije que es el mejor. Y a Rüdiger, y a Nacho... Tengo que darles confianza”.

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