124 años del Espanyol: cualquier tiempo pasado fue mejor
Fundado el 28 de octubre de 1900, vive el club a la deriva, sin inversión por parte de un presidente desaparecido, Chen Yansheng, el único que ha protagonizado dos descensos y que por inacción ronda el tercero.
“Creo que el Espanyol ha muerto definitivamente”, le escuchó decir el entonces presidente del club, Genaro de la Riva, a otro cliente de la barbería Pintó. Corría 1922 y esa frase palmaria resultaba provenir de Hans Gamper, el fundador del Barcelona, ya a esas alturas máximo rival de los pericos. “Mientras yo viva, el Espanyol vivirá”, le respondió en un arrebato de orgullo De la Riva, mandatario de una entidad en quiebra, que ya había cesado actividades entre 1906 y 1909, y que acababa de ser desahuciada de su campo en la calle Muntaner. La situación parecía inempeorable. Pero no. El día en que el Espanyol cumple 124 años, se puede afirmar sin miedo al error que cualquier tiempo pasado fue mejor.
A diferencia de aquel club de hace un siglo, que se reflotó con la inmediata construcción de Sarrià, el retorno de Ricardo Zamora, la conquista de la Copa de España de 1929 (la primera de las cuatro que tiene) y su participación una semana después como fundador de LaLiga (y autor del primer gol), este Espanyol vive desde hace tiempo desnortado y a la deriva. Si De la Riva defendía a su club, el actual presidente, Chen Yansheng, anda tan desaparecido y sin dar explicaciones (por ejemplo, de su traspaso de poderes a su hijo) que en los mentideros hasta se cuestiona si sigue vivo. Tal es el punto de esquizofrenia que se ha alcanzado. Tampoco ayuda que este lunes, para conmemorar la efeméride, el club vaya a limitarse a realizar una ofrenda en la estatua de la afición situada ante el RCDE Stadium, sin siquiera atender a declaraciones.
El peor presidente de la historia
Porque el Espanyol había bajado cuatro veces a Segunda a lo largo de su trayectoria, pero de la última habían transcurrido ya 23 años, casi un cuarto de siglo, cuando aterrizó Yansheng al mando de la juguetera china Rastar Group, para convertirse en el primer y único presidente que ha protagonizado dos descensos. Los dos más seguidos en el tiempo, 2020 y 2023. Ni que decir que un tercero sería trágicamente histórico.
El mismo presidente que devolvió al equipo a Europa 12 años después de la final de la Copa UEFA, incapaz de retener al entrenador que lo había logrado, Joan Francesc Ferrer Rubi, ni de dar un salto cualitativo en la plantilla con aquella inyección, es el mismo que desde esa tarde de felicidad del 18 de mayo de 2019 ha hecho caer en picado a su institución. 26 victorias en Primera ha cosechado el Espanyol desde entonces, ya ha pasado más de un lustro. Tres ejercicios económicos consecutivos con pérdidas, que pronto serán cuatro, lo que ha hecho retornar como un efecto bumerán la deuda contraída antes de su llegada, solo que ahora el acreedor es él. Y lo peor: una plantilla descapitalizada.
Sin inversión, goleadores ni activos
Ha cerrado la propiedad el grifo de la inversión, con la connivencia de su CEO, Mao Ye Wu, y hoy lo paga el equipo de Manolo González con un plantel repleto de cedidos o jugadores que acaban contrato, como Javi Puado, un único activo real llamado Joan García (y después de su venta, ¿qué?) y sin un delantero que marque las diferencias, como ha tenido siempre el Espanyol desde Julián Arcas a Raúl Tamudo pasando por Rafa Marañón, y en los últimos tiempos Sergio García, Felipe Caicedo, Christian Stuani, Gerard Moreno, Borja Iglesias, Raúl de Tomás, Joselu Mato, Martin Braithwaite… Los dos últimos, además, con salidas por precios irrisorios ‘gracias’ a las cláusulas firmadas.
Y el domingo, visita al Barcelona
Para colmo, y sin obviar el estreno copero del jueves en Riazor ante el San Tirso (que milita en el equivalente a una sexta división), visita el próximo domingo el Espanyol a un Barcelona lanzado y en un estadio donde, entonces sin saberlo, vivió los mejores capítulos de su historia deportiva.
Dos títulos de Copa y una final europea se alcanzaron en Montjuïc, donde también se dieron dos salvaciones agónicas, especialmente la del gol de Ferran Corominas a la Real Sociedad en 2006, bajo la presidencia de Dani Sánchez Llibre, el mismo que vendió el club a Chen, quien a su vez va tensando la cuerda a factibles compradores hasta romperla. Tan cerca, tan lejos. Y siempre mejor que ahora.
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