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ATLÉTICO DE MADRID - VALENCIA

104 años de vida en el momento más delicado

El Valencia celebra este 18 de marzo su cumpleaños en plena lucha por la permanencia en Primera. Peter Lim, muy cuestionado.

La afición del Valencia.
David GonzalezDIARIO AS

El 18 de marzo de 2019, además de cumplir cien años, el Valencia demostró su músculo social. La marcha cívica que se organizó desde Mestalla hasta la Plaza del Ayuntamiento, con Mario Alberto Kempes a la cabeza, constató que la principal fuerza del club es su gente. La Copa del Rey que dos meses después conquistó en Sevilla contra el Barcelona fue el colofón al año del Centenario, sumándose a una plaza en Champions y una semifinal de la Europa League.

Solo cuatro años después, de aquel Valencia solo queda Meriton Holdings como máximo accionista y el sentimiento de pertenencia de su afición, que ahora en lugar de marchas cívicas de celebración acude a manifestaciones contra la gestión de Peter Lim, que destruyó un proyecto campeón hasta verle pelear hoy por evitar el descenso. Y, aún así, el aliento a los futbolistas de Baraja no les falta desde la grada, como se comprobó ante la Real Sociedad (37.465 espectadores) y Osasuna (37.762).

El Valencia celebra su 104 cumpleaños quizás en el momento más delicado de su historia. “Hay un cóctel explosivo, la conjunción de lo deportivo, económico y social es la mezcla más negativa de la historia del club”, considera el periodista e historiador Alfonso Gil, que apunta que las “consecuencias de un descenso multiplicaría el caos, porque la situación societaria y del fútbol nada tiene que ver con la de 1986 (año del único descenso a Segunda del Valencia)”.

“Hay un cóctel explosivo, la conjunción de lo deportivo, económico y social es la mezcla más negativa de la historia del club”

Alfonso Gil, periodista e historiador

El escritor Miquel Nadal tiene claro que “no existe en toda nuestra historia un momento que se le pueda asemejar” e incluso apostilla: “Me gustaría equivocarme, pero lo cierto es que el Club como tal no existe”. El periodista Julián García Candau sentencia: “Conozco al Valencia desde la Delantera Eléctrica y nunca jamás había estado tan mal como lo está ahora económica y socialmente”.

En lo deportivo, más allá de cuando dio sus primeros pasos en Primera tras su ascenso en 1931, solo había estado cuatro veces coqueteando con el descenso en el tramo final de un campeonato como lo está ahora: en 1983, cuando se salvó por una carambola en la última jornada; en 2008, cuando pese a conquistar la Copa del Rey estaba a solo 2 puntos del pozo a falta de cinco jornadas; y en el fatídico 1986, cuando consumó el descenso a falta de dos jornadas. En opinión de García Candau: “El Valencia descendió con un equipo que era mejor que el de ahora, porque en los últimos años el Valencia solo ha hecho que vender a sus mejores jugadores, los últimos Soler y Guedes, ¿Cómo puede estar el Valencia lleno de cedidos cuando es un club que ha creado jugadores durante toda la vida?”.

En lo económico, el Valencia tiene una deuda de 375 millones y sus pérdidas acumuladas en los últimos años le han hecho estar cerca de la causa de disolución, regateada con operaciones acordeón, CVC y por la capitalización de varios préstamos concedidos por Peter Lim. Los auditores de las cuentas del club, en este sentido, aun reconociendo en sus informes la delicada situación económica de la entidad, han apuntado el sostén financiero del máximo accionista, al menos para taponar las heridas producidas por su gestión, que ha pasado de una cifra de negocio de 177 millones en 2019 a los actuales 109.

Aficionados del Valencia protestan contra Lim en una de las últimas manifestaciones.
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Aficionados del Valencia protestan contra Lim en una de las últimas manifestaciones. ALBERTO IRANZODiarioAS

Ni qué decir tiene el varapalo que implicaría un descenso, porque aunque el Valencia atravesó en su historia por otras situaciones económicas delicadas, el negocio del fútbol hoy es otro. “Cuando descendimos en el 86 teníamos una deuda (12,6M.) que era cuatro veces nuestro presupuesto, aunque muchos millones correspondían a préstamos de directivos cuyo pago pudimos dilatar en el tiempo”, recuerda el ex directivo Ramón Aznar que enfatiza: “Mucha de esa deuda la pagamos gracias al aumento de los ingresos de taquilla, una partida del presupuesto que hoy es poco significativa”.

Dónde no se encuentra comparación con nada vivido anteriormente es en la parcela social. Los monumentos falleros, reflejo de las inquietudes y sátira de la sociedad valenciana, se han llenado de escenas contra la gestión de Peter Lim, transcendiendo el malestar de Mestalla al resto de ciudad. “A Lim todo Dios le recibió como si fuera el maná”, apostilla García Candau, recordando el recibimiento que tuvo el magnate de Singapur la primera vez que pisó Valencia o el mayoritario apoyo que obtuvieron Amadeo Salvo y Aurelio Martínez en favor de la venta a Lim.

El escritor Rafa Lahuerta sintetiza las razones del divorcio que ha habido entre Peter Lim y el valencianismo, agudizado a raíz del año del Centenario: “Hoy el Valencia es una entidad priosionera de una gestión que no hace del propio Valencia su fin único y primordial; existe Meriton y existe el Valencia, pero la prioridad de Meriton no es que el Valencia sea competitivo y goce de una estrategia que le permita competir. Todo es pura cosmética y marketing de baratillo para ganar tiempo, lanzar balones fuera y dividir a la opinión pública sin hacer del Valencia y su principal equipo de fútbol el centro de la actividad del club”.

“Hoy el Valencia es una entidad prisionera de una gestión que no hace del propio Valencia su fin único y primordial”

Rafa Lahuerta, escritor

El problema del valencianismo es que se enfrenta a lo desconocido. La reflexión de Alfonso Gil es la siguiente: “Todos estamos diciendo ‘yo creo que Lim esto’, ‘yo creo que Lim lo otro’… pero nadie sabemos nada. El valencianista y el mundo del fútbol en general no le comprende, se siguen unos criterios que son incomprensibles y sus resultados son perniciosos. El club desde su centenario ha perdido potencial deportivo, prestigio y nadie sabe por qué criterios se mueve su cúpula”.

“El club, desde su Centenario, ha perdido potencial deportivo, prestigio y nadie sabe por qué criterios se mueve la cúpula”

Alfonso Gil

Decía José Ramos Costa, uno de los últimos presidentes del Valencia antes de su conversión en Sociedad Anónima Deportiva en 1992, que los clubes “deben dar satisfacciones y no dividendos”. Los resultados deportivos del Valencia, habitualmente, han marcado más el devenir de una gestión que la cuenta de resultados. El público de Mestalla ha dictado desde entonces sentencia como antes de incorporar las siglas SAD a las de Club de Fútbol. Paco Roig dejó el cargo después de una pañolada de la grada y Juan Soler también delegó en Agustín Morera fruto de la presión del público que le hizo soltar una risa contraproducente en una entrevista de televisión después de un 0-3. Pero el impacto de la grada desde la llegada del primer inversor extranjero es menor. De hecho, Lim destituyó a Anil Murthy más por lo que dijo que por lo que hizo y provocó con sus gestos y hechos.

“El Valencia vive en un secuestro institucional, protegido por la seguridad privada, secuestrado por un propietario que chantajea a la ciudad, sin legitimidad deportiva, sin otra perspectiva que el puro negocio, y con la obscena pasividad de la sociedad” considera Miquel Nadal, que enfatiza: “La situación del Valencia es de tal gravedad, e ilumina de tal manera los errores de la conversión de los clubes de fútbol en sociedades anónimas deportivas, que hasta legitimaría una reflexión global, porque ahora somos un ejemplo de cómo se puede destruir un club deportivo, de forma absolutamente impune”.

“El Valencia vive en un secuestro institucional, protegido por la seguridad privada, secuestrado por un propietario...”

Miquel Nadal

Nadal lanza un aviso: “Este ya no es un problema de una afición que reclama fichajes, conseguir títulos o este o aquel fichaje. Puesto que el futbol existe, y existen los clubes de futbol, debe exigirse transparencia, responsabilidad social, limpieza en la gestión, y respeto a las instituciones. Alguien tendrá que pensar, en la política, en la economía, y hasta en la Liga y la Federación, que lo que hoy pasa en Valencia, mañana se reproducirá en otra ciudad.