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QATAR 2022 | FRANCIA

Un ‘vecino’ de Mbappé es última joya de Francia

Randal Kolo Muani debutó en un Mundial tras una ascensión fulgurante en los últimos años. Se formó en el AS Bondy, como la estrella Kylian Mbappé.

Doha (Qatar)
France's forward #12 Randal Kolo Muani (front) fights for the ball with Tunisia's midfielder #15 Mohamed Ali Ben Romdhane (back) during the Qatar 2022 World Cup Group D football match between Tunisia and France at the Education City Stadium in Al-Rayyan, west of Doha on November 30, 2022. (Photo by Anne-Christine POUJOULAT / AFP)
ANNE-CHRISTINE POUJOULATAFP

En la región de Isla de Francia se concentran 12 millones de habitantes, el 18 % de la populación de Francia. Este departamento, conocido más por sus impresionantes castillos que por la diversidad cultural que aglutina, es, tras Sâo Paulo, el epicentro del fútbol mundial. En el Mundial de Qatar, que se celebra en estos momentos, 30 jugadores que nacieron en este territorio han ido convocados con sus respectivas selecciones. Desde franceses hasta portugueses, pasando por tunecinos o incluso qataríes, la riqueza futbolística de los alrededores de París es inmensa.

Dentro de los incontables equipos que hay en Isla de Francia, hay uno, el AS Bondy, que puede sacar pecho de haber formado al crack emergente del fútbol actual, Kylian Mbappé. En Bondy dio sus primeros coletazos la estrella del PSG, que fue entrenado por su padre Wilfried, el que todavía sigue ejerciendo de educador, antes de dar el salto al Mónaco. La formación de Bondy, además, también cuenta con otros dos integrantes en la selección francesa: Randal Kolo Muani y William Saliba.

Ambos debutaron en un Mundial este miércoles, en la derrota contra Túnez en la última jornada de la fase de grupos. Kolo Muani, de 23 años, fue titular, Saliba entró en el segundo tiempo. El delantero del Eintracht ha tenido una ascensión imparable en apenas tres años. En 2019, el Nantes le cedió al Boulogne, de la cuarta división francesa, para que se fogueara. Su destino estaba escrito. En un partido ante el filial del Nantes precisamente, Kolo Muani brilló y eso le valió para que los dirigentes de Les Canaris le dieran una oportunidad en la élite.

Aquel jugador tosco, descoordinado en motricidad, incapaz de asentarse en el fútbol profesional, se transformó en un demonio con hambre de triunfar. En su primera temporada en la Ligue 1, marcó 10 goles y y otorgó cuatro asistencias, números más que notables para un futbolista que desconocía la exigencia de primer nivel. En su segundo año, el de Bondy marcó 7 goles y dio 3 asistencias, siendo una pieza importantísima para que el Nantes ganara la Copa de Francia y pusiera fin a una sequía interminable de títulos que ascendía a 22 años.

El Nantes, que no se caracteriza precisamente por saber gestionar a sus mejores talentos, se dio cuenta por una llamada de teléfono en marzo que perdía gratis a la joya de la corona. El Eintracht anunciaba el fichaje de Kolo Muani como agente libre en una operación magistral en los despachos que se amortizaría en apenas meses.

El conjunto alemán realizaba un sprint final histórico en la Champions y conseguía la clasificación a los octavos en el grupo de la muerte con Marsella, Tottenham y Sporting de Portugal. Kolo Muani encarna la frescura y la calidad de un equipo ofensivo en el que su rapidez al espacio y su zancada de larga distancia, incontenible una vez se ejecuta, son oro puro para Las Águilas.

Después de un gran inicio de temporada, con 8 goles y 11 asistencias en 26 partidos, el delantero fue convocado por Didier Deschamps para Qatar después de confirmarse la lesión de Nkunku. Aunque en primera instancia no fue llamado por el seleccionador, en el último parón antes del Mundial, en septiembre, el exjugador del Nantes hizo su primera aparición con la actual campeona del mundo. “¿Suplente? Es un sueño estar con Francia en un Mundial. Estoy aquí para aprender”, dijo en rueda de prensa con una sonrisa de oreja a oreja. Sereno, maduro, confiado y con un porvenir certero, Kolo Muani sigue sembrando semillas en un camino que no ha hecho más que comenzar.