Tragedia en Brasil
Brasil es la primera favorita que deja el Mundial. El fútbol no espera a nadie y menos a la pentacampeona del mundo, que volvió a sucumbir en cuartos, como en 2018 ante Bélgica, pero con un final mucho más cruel ante Croacia. En el minuto 116 ganaba 1-0 con una genialidad de Neymar, en el 117 Petkovic empataba y en la tanda de penaltis se consumaba la tragedia. Son ya 20 años, que serán 24 en 2026, sin ganar la Copa del Mundo, un tiempo imperdonable para la selección con más tradición en la historia de los Mundiales.
Tite ha llevado a Brasil a su manera. No era un equipo brillante, colocaba a los laterales de mediocentros, no les dejaba incorporaba al ataque y la palabra equilibrio, que no dinamismo, se repetía continuamente en rueda de prensa. Sorprendió ante Croacia. Quitó a Vinicius, que estaba siendo una amenaza real, y luego sacó a Militao en la segunda parte de la prórroga, llegando el gol croata por su banda. Su ciclo, irregular, ha terminado como empezó, eliminado en los cuartos del Mundial y sucumbiendo hace un año ante Argentina en la final de la Copa América.
El tiempo se acaba para Neymar. Él lo sabe. Sus lágrimas, delatadoras, expresaron el sentimiento de toda una generación que soñaba con el Mundial. El crack del PSG no fue suficiente. Hizo un gol con el tobillo destrozado, cojeando y sin la velocidad de antaño. En 2026 tendrá 34 años. No resulta un escenario prometedor para Brasil, que adolece de una estrella y se encomienda a Vinicius, y posiblemente a Endrick, que llegará con 20 años al próximo Mundial. Que un jugador de su grandeza y su talento se vaya a retirar sin una estrella dice mucho de lo difícil que es ganar un Mundial.
¿Y ahora qué? Tite se va y el futuro es incierto. Hay una gran elenco de jóvenes, entre ellos Rodrygo, Vinicius, Martinelli, Antony o Gabriel Jesus que deberán, irremediablemente, prepararse en cuatro años para evitar descalabros como los dos últimos que ha sufrido Brasil en los Mundiales. Las prisas, siempre traicioneras, no le darán tiempo al nuevo seleccionador. El próximo Mundial ya no será un sueño, sino una obligación, ya que el aficionado carioca no puede tolerar más tragedias.