Prueba de fuego para Bellingham
El joven centrocampista es la sensación de la selección inglesa y se enfrenta a Tchouameni. Lucharán por una plaza en semifinales.
Después de brillar en sus primeros cuatro partidos, Jude Bellingham (19 años) tiene por fin la oportunidad de deslumbrar en los cuartos de final del Mundial. Es una prueba de fuego, una de las últimas, quizá, para un jovencísimo centrocampista que ha izado la bandera del buen juego en Inglaterra, hasta ahora a media asta, y que quiere seguir llenando los titulares de la prensa de su país, cada vez más pendiente de su futuro.
Porque mientras el Manchester City, el Chelsea, el Liverpool, el PSG y el Real Madrid juegan su partido, el aún futbolista del Borussia Dortmund sigue encareciendo un hipotético traspaso (según el observatorio del CIES su valor de mercado ya va por los 202 millones de euros). Bellingham lo sabe, los aficionados también, como aquel madridista entusiasta que le pidió rechazar al Liverpool y unirse al equipo blanco durante la concentración de la selección inglesa, pero hasta en eso, el orgullo de Birmingham demostró personalidad. “Ya veremos”, contestó sin titubeos.
No tiene presión, o al menos no se nota, gana protagonismo en la selección de Gareth Southgate con cada partido que pasa, y los que le conocen saben que todo está en su cabeza. Un ejercicio de concentración para un centrocampista al que este sábado, a las 20:00 (hora peninsular española), le tocará mirarse al espejo. Enfrente tendrá a Aurelien Tchoumani, tres años y medio mayor, un centímetro más alto (187 centímetros, por 186 del inglés) y quién sabe si futuro compañero en el Madrid, aunque de momento será rival.
Toca seguir siendo protagonista
Salvo sorpresa, Southgate jugará con un 1-4-3-3 y dará continuidad al medio del campo formado por Jordan Henderson, Declan Rice y, por supuesto, Bellingham; a los que ayudará Phil Foden en las labores de creación. Otro reto para Francia y su doble pivote, con Adrien Rabiot y Tchouameni, que si no da un vuelco a su sistema, podría sufrir más de la cuenta para contener los alegres ataques ingleses por inferioridad numérica en la medular. Mucho peligro por las botas de Bellingham, que en lo que va de Mundial ya ha participado en 12 jugadas que han terminado en disparo y cinco en gol.
Así pues, el centrocampista de Birmingham juega con soltura en Inglaterra, donde da luz a cualquier jugada ofensiva, ya sea una transición o un ataque en estático. Y por eso precisamente, tiene una tasa de éxito del 93% (un 10,5% más que en el Dortmund, donde acierta en el 82,5% de las entregas y tiene menos dominio del balón) que conjuga con una habilidad innata para driblar (promedia 1,5 regates exitosos por partido, por 0,8 de Tchouameni, más apocado), por lo que es una víctima habitual para los defensores rivales (recibe 2,4 faltas de media por encuentro).
Pero es difícil frenar a Bellingham, que marcó en su primera cita en Doha con un testarazo, el primero de los seis goles que le cayeron a Irán, y recibió los elogios de Rio Ferdinand (“es ridículo lo que está haciendo”, comentó exageradamente el exjugador inglés) antes de servir una buena asistencia a Henderson para el 1-0 en los octavos de final contra Senegal. Dos acciones muy espaciadas en el campeonato que dejan entrever otro de sus peligros: incita a Inglaterra a golear.
Y pese a que Tchouameni también está acostumbrado a controlar la posesión con la selección de Didier Deschamps (el centrocampista del Madrid ha tenido una precisión en el pase del 94,8% durante el Mundial), no sería extraño que cambiara de cartas en esta ocasión. Su faceta de recuperador le avala (promedia 1,8 recuperaciones por partido, por 1 de Bellingham), y su sentido táctico resultará clave para no dejar escapar al medio inglés, con una punta de velocidad superior (31,5 kilómetros por hora, por 29,9 de Tchoumeni) y con ganas de ser protagonista.