El rebelde iraní de los 52 caballos que reta a Inglaterra
Sardar Azmoun lidera a Irán en el Mundial: activista por los derechos de las mujeres en su país, posee una gran cuadra y fue internacional... en voleibol.
El pisoteo de los derechos humanos no es algo exclusivo del país organizador de este Mundial. Hay otro país que se presenta en medio de un incendio social. Irán se estrena con Inglaterra sin que se apague la indignación de las mujeres iraníes y con presiones políticas para meter en cintura a los futbolistas que se han pronunciado a favor de ellas. Al frente de todos, Sardar Azmoun, al que se llegó a calificar como el Ibrahimovic iraní por su carácter inconformista y la plasticidad de sus goles. Un talento que disfruta el Bayer Leverkusen y ha estado cerca de quedarse sin el Mundial por su rebeldía frente al régimen moral de los Ayatolás y que, pese a las zancadillas, jugará hoy contra los Three Lions ingleses.
No es postureo. Sardar viene desde hace tiempo involucrándose también con las deportistas iraníes. Apoya económicamente un equipo de voleibol femenino en el que militan varias internacionales se la selección. No es casualidad. El usar más las manos que los pies para dominar una pelota fue su primera afición porque su padre fue jugador profesional de voleibol. El propio Sardar tomó la cancha y alcanzó a ser internacional iraní hasta categoría Sub-15.
La afición no se le ha despegado del todo, pero entre viaje y viaje en avión privado con su perro Rex, su gran preocupación es una afición que es tradición. Las raíces familiares de Sardar no son persas, provienen del Turkmenistán, una cultura que venera el caballo. Y ahí es donde está invirtiendo su tiempo y su dinero. Tiempo para ir desde Alemania a Irán y recursos, porque se gastó 500.000 dólares en un purasangre australiano -de nombre Serik- que es el jerarca de su cuadra, que cuenta ahora mismo con 52 caballos.
Sardar ha pisado un callo justo antes del Mundial, el de la situación de la mujer en su país desde la revolución de los Ayatolás. En su perfil de Instagram, donde le siguen más de cinco millones de personas, sus dos últimos posts son alusivos a la triste realidad que sufren las mujeres iraníes, que se han levantado en una protesta masiva tras el asesinato de Mahsa Amini por la policía moral del régimen que el Gobierno niega, aduciendo una supuesta condición de mala salud previa. Su delito fue no llevar bien puesto el velo, obligatorio. Poco después, Hadis Najafi, que se había convertido en símbolo de las manifestaciones de protesta en las que se mostró con el pelo al descubierto, también fue tiroteada. “Qué vergüenza para todos, de qué manera se asesina a la gente. Larga vida a las mujeres iraníes”, fue una de las publicaciones del atacante del Leverkusen. Poco después, en Eurosport dejó patente que no le iban a achantar. “Debido a las reglas del equipo nacional, no se nos permite decir nada, pero no puedo soportar más el silencio. El castigo final sería que me echaran del equipo, pero eso sería un pequeño sacrificio en comparación con cada mechón de cabello de una mujer iraní...”.
Con Azmoun ha sido uno de los pocos futbolistas de la selección iraní en alzar la voz y por poco no lo ha pagado con el Mundial. Carlos Queiroz se vio obligado a retrasar el anuncio de la lista y en Irán se filtró que la causa fue política, que hubo presiones para excluir a los futbolistas díscolos. Finalmente Irán, por convencimiento, necesidad sobre el césped o para no cubrirse de vergüenza, ha permitido a Sardar Azmoun participar en el Mundial. Y a nosotros disfrutarle.