El madridista que enamoró a Xavi y juega para Qatar
‘Ro-Ró' es el apodo de Pedro, el caboverdiano nacido en un arrabal portugués que está en el Mundial por ganar un cásting de 30 candidatos para un puesto...
Muchas veces se el aficionado y el periodismo pone el foco en las nacionalizaciones para nutrir selecciones compradas con petrodólares y muy pocas nos fijamos en el otro extremo, el del deportista que pone su foto en ese pasaporte controvertido. A veces, simplemente son actos de gratitud. Pedro Miguel Carvalho Deus Correia, alias Ro-Ró, un caboverdiano nacido en un arrabal portugués y que debutará hoy en el Mundial con Qatar es un buen ejemplo. A Ro-Ró la vida le dio un vuelco el día que aceptó coger una pequeña maleta, sus botas y plantarse en Qatar a pasar un cásting para ver si lograba fichar por el Al-Ahli catarí. Tenía 20 años y jugaba en Cuarta División portuguesa. De 30 futbolistas que fueron a probar, Pedro fue el único que logró quedarse. Ni el Benfica, que le echó de su cantera tras cinco años, ni ningún otro grande, mediano o pequeño de Portugal vio potencial. Qatar le permitió olvidarse de la miseria de las calles de su barrio en la freguesía de Mem Martins y ser profesional... enamorando por el camino a Xavi.
La historia la ha narrado en una de sus escasas entrevistas fuera de Qatar el propio Ro-Ró. En un duelo entre el Al-Ahli y el Al-Sadd de Xavi cuando el catalán aún vestía de corto apurando sus últimos días como futbolista, el hoy técnico del Barça se fijo en el lateral derecho rival. Dos meses después ambos compartían vestuario. Xavi había pedido su fichaje a la directiva y ahora eran compañeros. Un vestuario en el que el Clásico seguía generando piques, porque Ro-Ró es declarado madridista. “Soy hincha del Benfica y simpatizo con el Madrid, por eso siempre estábamos gastándonos bromas Xavi y yo”, explicó el zaguero hace poco. “Es un gran tipo, vale por diez mil estrellas”, continuaba Ro-Ró para explicar cómo es, de cerca, el técnico culé.
En Qatar, aunque sea en una burbuja artificial producto de su condición de futbolista y su nuevo estatus social, Ro-Ró -portugués de ascendencia caboverdiana- ha dejado atrás lo que suponía vivir en el Casal de São José, una zona muy específica de Sintra, al norte de Lisboa, donde los únicos titulares los generan bandas de delincuentes organizados y agresiones a la policía. “Tengo familia que aún vive allí, entre el barro”, comentó hace un tiempo en una charla con Diario de Noticias.
Él mismo podría haber estado atrapado en esa realidad, pero se emperró en ser futbolista. “Mi madre murió cuando yo era muy joven y tuve que perseguir mi sueño, creo que lo he conseguido”.
Según se asentó en la creciente liga catarí parecía una consecuencia lógica, pese al intento de generar jugadores nacidos en Qatar a través de la Aspire Academy, que Ro-Ró iba a ser uno de esos muchos extranjeros que iban a dotar al equipo nacional de más empaque. Son casi la mitad. De los 26 jugadores seleccionados para el Mundial que empieza hoy diez han nacido en otras naciones, contando a Ro-Ró. Además de otro europeo (Karim Boudiaf nació en Francia), el resto son de Iraq (el centrocampista Mohammed Waad y el defensa Bassam Al-Rawi), otros dos de Sudán (el lateral Musab Kheder y el delantero Almoez Ali), de Egipto (Ahmed Alaaeldin), de Bahrein (Ali Assadalla), de Ghana (Mohammed Muntari) y de Argelia (Boualem Khoukhi).
Desde 2016 y aunque con 18 años tuvo un escarceo con la selección caboverdiana, Ro-Ró ha vestido la camiseta de Qatar en 80 ocasiones, convertido desde hace cinco años en un fijo para el seleccionador catarí, el español Félix Sánchez. “Puedo garantizar que no me nacionalicé por dinero, lo hice porque amo a esta gente”, explicó el año pasado en Mais Futebol. El niño que no quisieron en el Benfica tuvo que buscarse la vida, el resto es accesorio.