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El canciller antifascista de la ‘Mannschaft’

Leon Goretzka llega al Mundial como el futbolista de Alemania más combativo contra la extrema derecha y el antisemitismo. Vive en una de las zonas obreras de Múnich.

Leon Goretzka, internacional alemán, durante su encuentro con Margot Friedländer, superviviente de 99 años del Holocausto.

“Somos Ministros de Exteriores en pantalones cortos, por eso debemos pelear contra ellos aprovechando que nuestro mensaje llega más lejos”. Esa frase de Leon Goretzka en ‘Welt am Sonntag’ resume muy bien la manera de entender el mundo del trabajador mediocentro del Bayern y la selección alemana. Se refería a sus comentarios criticando sin fisuras al partido de extrema derecha AfD, al que acusó abiertamente de ser negacionistas del coronavirus y “relativizar” el Holocausto. “Somos una democracia y no van a romperla”. Para Hansi Flick es un auténtico motor diésel de amplio caballaje, pero para la Mannschaft es algo más. Un futbolista que conecta el vestuario con la calle. Aunque juega en el todopoderoso Bayern, Goretzka vive en uno de los barrios obreros de Múnich.

El antisemitismo, un problema siempre larvado en la sociedad occidental y que alimentó una de las etapas -si no la que más- funesta de la historia de Alemania, preocupa especialmente al internacional teutón. Confesó en una entrevista que no había podido evitar llorar al visitar un campo de concentración nazi y dejó para la posteridad un recuerdo que dice haberle impactado sobremanera. En noviembre de 2020 pudo entrevistarse con Margot Friedländer, a sus 99 años una superviviente de un campo de exterminio nazi durante la Segunda Guerra Mundial. “La señora Friedländer me dijo ‘Todos estamos obligados a asegurarnos de que algo así no vuelva a suceder’ y yo le prometí que lo haría de inmediato”, relató después el futbolista teutón. “Vivamos juntos una Alemania abierta y cumplamos la promesa de nuestra Constitución con nuestras palabras y también con nuestros actos”.

La humildad y sobre todo el agradecimiento a quiénes le permiten ser hoy en día un privilegiado son rasgos inherentes a la personalidad de Goretzka. Cuando, aún en el Schalke pero ya fichado por el Bayern, recibió el premio al mejor gol de octubre de 2018 en la Bundesliga, Leon miró hacia atrás. “Algún día tengo que devolverle algo al Bochum...”, se medio lamentó. El modesto Bochum había su pasarela hacia la élite. Pero el Bochum no quiso aceptar el cumplido. Al revés, mandó una emotiva carta al futbolista dándole las gracias por haber salvado al club gracias al dinero que se recaudó por su venta al Schalke, un movimiento que había puesto a la afición en su contra. “Lo que muchos no sabían entonces es que el Bochum estaba en una de sus peores crisis financieras. En ese momento tú solo rescataste al Bochum. Y eso es algo que nunca olvidaremos. Por lo que si alguien debe devolver algo algún día, no es Leon Goretzka, sino el Bochum”. El club de la zona del Rühr dio más detalles. “Cuando tú y tus padres tuvisteis que decidir si firmabas un contrato profesional en Segunda a tus 18 años, tú podrías haber dicho que no y marcharte gratis a un gran club. No lo hiciste. En cambio, firmaste un contrato de varios años con Bochum porque querías devolverle algo al club de tu ciudad. No hay tantas personas en el fútbol profesional que renuncian deliberadamente a dinero para agradecer al club de su juventud por la formación recibida”.

Una formación que no se limita a lo que ocurre sobre el rectángulo de juego. Sus inquietudes abarcan también, por ejemplo, la psicología. Hace un tiempo compartió con sus followers una de sus lecturas, el ensayo de Daniel Kahneman Pensar rápido, pensar despacio.

No sólo es conocido Leon Goretzka por ejercitar su intelecto, también ha llamado poderosamente la atención el mimo que pone en su físico, uno de los más privilegiados del fútbol de élite con un porcentaje de grasa corporal entre los más bajos de la Bundesliga. Se cuenta que varios exfutbolistas del Bayern pidieron su contacto para preguntarle por sus secretos de fitness. Un proceso de automodelaje que aumentó durante el confinamiento por la pandemia, momento en el que por cierto encabezó la recaudación de fondos del Bayern para asistir a los habitantes de Múnich menos favorecidos.

Leon Goretzka, en uno de sus entenamientos.
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Leon Goretzka, en uno de sus entenamientos.

No se calla en Alemania y tampoco lo hace cuando se trata de un Mundial en Qatar. Como el australiano Jackson Irvine, Goretzka ha sido de los pocos futbolistas presentes en la gran contienda mundialista que ha querido significarse a los cuatro vientos. Cuando el exinternacional catarí Khalid Salman, embajador del Mundial, provocó un escándalo con sus comentarios homófobos (”La homosexualidad es un daño en el cerebro”) en una entrevista en ZDF, el internacional alemán no se mordió la lengua: “Ese hombre vive en otro milenio. Te deja sin palabras que un tipo así pueda hablar en nombre de Qatar a las puertas de un Mundial”.

Ya se mojó en el pasado, cuando Philip Lahm dijo sin ruborizarse que recomendaba a los futbolistas gays que no salieran del armario. “Mi esperanza es que los jugadores también puedan declararse homosexuales durante mi carrera activa”, fue la respuesta, esta vez, de Goretzka. “Estoy seguro de que los aficionados al fútbol abordarían el tema con mucha más naturalidad de lo que a veces pensamos”. El canciller in pectore de esta Alemania de Hansi Flick lidera, dentro y fuera.