Casa tomada

Un Mundial es como una escapada a una casa rural con tus amigos de la universidad. No he ido nunca convocado a un Mundial, pero sí a una casa rural. Así que puedo hablar con la autoridad que me da la experiencia. Es un viaje que puede ir muy bien o que puede ir muy mal. No hay lugar para los grises. Y te das cuenta de eso enseguida.

Si el grupo fluye, es inolvidable. Vuelve a surgir la química con los amigos de siempre, pasas un rato agradable alrededor de una hoguera recordando los buenos tiempos y llegas al final del viaje con la sensación de haber compartido una experiencia que permanecerá contigo. Son esos amigos con los que sabes que nunca pasa el tiempo. Que os entendéis con una sola mirada. Como la selección de Croacia: armonía, generosidad, respeto y la sensación de vieja camaradería.

Pero también te puede ir mal. Te puede ir fatal. Te puede ir como a Bélgica en Qatar. O como a la España de 2014. Te ves atascado en un rol del pasado. Te cansan las mismas bromas y protagonistas de siempre. Afloran las rencillas, las oportunidades perdidas y ese inconfundible sabor del fracaso. Surge la tensión. Te ves más viejo, más desenfocado, más fuera de tono. Más Hazard. Con esa sensación de que ya diste lo mejor de ti y que ya no pintas nada por ahí. Solo quieres volver a casa. A tu ducha, a tu cama, a tu rutina.

Japón te deja la casa rural más limpia que cuando llegó y no pide la fianza de vuelta. Francia siempre anda al borde de la riña con tanto gallo junto, pero logra mantener el equilibrio (aunque todos odien a Rabiot en secreto). Gales se enfada porque hay uno que nunca recoge. Canadá es ese amigo que lleva viviendo fuera 12 años sin poder ir a esos planes y considera que pasar un rato en la Serranía de Cuenca con sus amigos es una experiencia fabulosa e inolvidable para contar a la vuelta. Imposible no querer a Canadá. Puro entusiasmo. Y luego están los argentinos, que hacen un asado mientras la sierra está ardiendo en llamas.

¿Y España? España es un grupo de recién licenciados que disfruta de sus primeros sueldos. Son felices, jóvenes y guapos. Con un punto de inocencia. Tienen una canción del viaje. Bromas. Un futuro prometedor. Parecen sacados de una película. Solo queda esperar que no aparezca un asesino en serie en cuartos de final.