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Apoteosis de ‘nuestra’ Brasil

Brasil nos estremeció, nos hizo removernos en los asientos, sentir como nuestro aquello de lo que son capaces sus delanteros fantásticos. Fuimos niños otra vez ante la tele, ante esa camiseta amarilla que por partidos así es tan carismática. Hemos recuperado en los últimos tiempos la Brasil de todos, la que apabulla en ataque como quizá ninguna otra selección es capaz de hacer en los Mundiales. No será esta una Brasil con delanteros de la talla de Garrincha, Pelé, Zico, Romario, Ronaldo, Rivaldo y así pueden poner ustedes a quien quieran, pero al menos es Brasil.

O al menos es una Brasil como para ganar un Mundial. Se dio cuenta Tite -le costó- del tremendo potencial que venía apretando por detrás. El ejemplo de Vinicius es el mejor: hasta que no decidió una Champions con un gol en la final, no se ganó el crédito suficiente para el seleccionador. Pero Vinicius vuela. Raphinha vuela. Neymar vuela. Richarlison vuela. Y también otros que están en el banquillo y otros tantos que se quedaron fuera incluso de la lista. Y aún están surgiendo más.

Hay un boom ofensivo en los últimos años en Brasil que recuerda a los de antaño. Ya no es una Brasil con mayor importancia de los Renato Augusto y Paulinho, de los Luiz Gustavo y Fernandinho, de los Emerson-Felipe Melo, que de los que de verdad son dueños de este deporte. Los atacantes. Los artistas. Los que pasan por encima de los rivales como hizo Brasil con Corea. Gane o pierda. Sea campeona o no. Esto es Brasil.