Amrabat, el ‘Casemiro viola’ que dijo no a Holanda y “juega hasta la muerte”
La historia del líder de Marruecos, pretendido por varios grandes de Europa. La Fiorentina intentará atarle tras un Mundial legendario. Juric le cambió la vida.
Lo que está haciendo Marruecos en este Mundial se recordará durante décadas y una de las figuras del equipo es, sin duda, Sofyan Amrabat. El mediocampista ha puesto su fuerza, técnica y carácter al servicio de un conjunto ordenado y luchador, al que representa perfectamente con su entrega. Todos sabían que el jugador de 26 años tenía talento, pero su rendimiento en Qatar está superando cualquier expectativa.
Su historia comenzó en Huizen, pueblo holandés a 30 kilómetros de Ámsterdam en el que nació el 21 de agosto de 1996. Creció en una familia marroquí y deportista: su hermano mayor Nordin es un extremo que militó en Málaga y Leganés (ahora juega en el AEK de Atenas), sumando 64 presencias y siete goles con Marruecos. Sofyan, por su parte, se formó en la cantera del Utrecht, donde se estrenó como futbolista profesional, y, en 2017, pasó por el Feyenoord, con el que sumó también sus primeras presencias (con un gol) en la Champions League. Un año después el Brujas se hizo con sus servicios, pero en el equipo belga solo duró una temporada. En 2019 apareció el Verona de Juric, equipo y técnico que le cambiaron la vida.
En su primer curso de Serie A, Amrabat jugó 34 partidos e impresionaron las características que ahora está mostrando en Qatar. Lo que era para el club lo resumen perfectamente las palabras que le dedicó el propio Juric más de una vez: “Sofyan no descansa, juega hasta que no muera. Es la sorpresa más grande de mi vida”. El Hellas había desembolsado 3.5 millones para ficharle y, un año después, percibió 18 ‘kilos’ más dos en variables por su venta. La Fiorentina, en 2020, decidió apostar fuerte por él, aunque hizo falta tiempo para recoger los frutos. En la Viola, el marroquí eligió el dorsal 34, el que llevaba su amigo Abdelhak Nouri, ex del Ajax cuya carrera se interrumpió de golpe durante un amistoso con el Werder de 2017, por una arritmia que puso su vida en peligro y le causó graves daños cerebrales. Tras un primer curso con altibajos (debido al momento complicado del equipo), en el segundo el mediocentro tuvo poco protagonismo (apenas fue titular en ocho jornadas) debido al gran rendimiento de Lucas Torreira. El adiós del uruguayo (no hubo acuerdo entre Fiore y Arsenal para convertir la cesión en traspaso) supuso la explosión del marroquí. La Gazzetta dello Sport le definió el “Casemiro viola” y ahora ya le conoce todo el mundo.
Su periplo pudo ser muy distinto. La Federación holandesa le siguió de cerca desde sus primeros años: Amrabat sumó cuatro partidos con la selección Sub-15 y pudo continuar siendo Oranje, pero tomó otro camino, el que llevaba a las raíces de su familia. A partir de los 17 años eligió Marruecos y no lo abandonó más, estrenándose con la Absoluta en 2017. Un acierto gracias al que escribió su nombre en la historia de su país. Las exhibiciones mundialistas, obviamente, pusieron su perfil en las listas de varios gigantes europeos. Tottenham, Liverpool y Atleti son los conjuntos que más están sonando, pero la Fiorentina no quiere perderle en enero y va a proponerle renovar su actual contrato hasta 2027. No será sencillo, pero habrá tiempo para pensar en eso. A Amrabat ahora le toca centrarse en Francia y en ganarse un sitio en la final del Mundial. Casi nada.