Loren Morón: “Me daba miedo salir de España”
El delantero andaluz atiende a AS para charlar sobre su salida del Real Betis y su gran momento de forma en Grecia, donde es ‘Pichichi’ con siete goles en 12 jornadas.
Tras casi una década perteneciendo al Real Betis, Loren Morón (Marbella, 1993) hizo las maletas para macharse el pasado verano a Grecia, donde ha conseguido reencontrarse con su versión. El delantero andaluz firmó por el Aris de Salónica, con cuya camiseta suma siete goles y dos asistencias en 16 partidos. “Pellegrini me dijo que Grecia era una muy buena oportunidad, que tenía cualidades y necesitaba volver a jugar mucho y meter goles”, descubre Morón mientras lidera la tabla de máximos goleadores en la Superliga griega. El andaluz confiesa que le daba “miedo” salir de España, pero tras cinco meses en el extranjero ha cambiado su mentalidad: “Llegué con la idea de que fuera un trampolín, pero es algo que ahora mismo no me planteo. Aquí estoy genial”.
¿Cómo está?
Pues muy bien, la verdad. Cuando tomé la decisión de venir a Grecia, la verdad es que no esperaba que me pudiera ir tan bien. No por el fútbol, donde sí esperaba dar un buen nivel, sino por la vida. Me daba mucho miedo salir de España por primera vez, pero estoy súper encantado. Me he encontrado con un grupo espectacular en el vestuario y Salónica es una ciudad espectacular. No la conocía y me ha sorprendido mucho.
Doy por hecho entonces que nunca había visto un partido de la Superliga griega.
No, que va. Conocía a los equipos que juegan en Europa, claro. Pero al resto no los conocía. Y aún me cuesta... Hay nombres muy complicados.
Y si no conocía la liga y le daba miedo salir de España, ¿por qué eligió el Aris?
Sinceramente porque tuve una charla con Pellegrini y me aconsejó venir aquí. También pensé que tenía 29 años y todavía no había salido de España. Yo me veo reflejado en mi padre, que también fue futbolista y siempre se ha arrepentido de no salir de España y ver mundo gracias al fútbol. Lo hice sobre todo por eso, por salir de mi zona de confort. Futbolísticamente igual había cosas mejores, pero sabía que aquí también iba a estar genial. Hablé con Julián Cuesta, que lleva aquí unos años, y me dijo que era un buen sitio para salir por primera vez. Y no me ha engañado. Estoy encantado.
¿Pellegrini le dijo que saliera de España o le precisó que fuera a Grecia?
Él en pretemporada ya me dijo que tenía que buscar una salida. Tanto por mí como por el club. Llevaba un tiempo sin continuidad y fue muy claro. Me dijo que venir a Grecia era una muy buena oportunidad, que tenía cualidades y necesitaba volver a jugar mucho y meter goles. Pensaba que el Aris era una buena opción. Al principio creía que había rechazado la oferta y me preguntó los motivos, pero le dije que no, que estaba pensándomelo. Fue cuando hablé con Julián y una semana después ya estaba aquí jugando la previa de Conference League.
Dice que tenía cosas mejores, ¿se refiere a lo económico? ¿Llamó a su puerta Arabia?
Mi representante me comentó que había algo, pero como nunca había salido de España no me atrevía a irme tan lejos. Yo soy un tío muy familiar y en Sevilla tenía a mi familia a dos horas. En Las Palmas la adaptación me costó, pero cuando estaba mal tenía la posibilidad de irme a Marbella. En Arabia no tenía esa opción y me daba mucho miedo. Es verdad que me lo comentaron, pero dije que ‘nanai’. Luego me vine a Grecia, que está también lejos, así que me la jugué. Me la jugué porque puestos a salir lo mismo da Grecia que Arabia. Pero bueno, elegí el Aris y no me arrepiento.
¿Le ha sorprendido el ambiente que se vive en el fútbol griego?
A ver, yo tengo la suerte de haber jugado como local en el Benito Villamarín. Después de eso no hay nada que pueda sorprenderme. Aunque sí que me ha llamado la atención el tema de las bengalas. Aquí parecen estar permitidas y eso sí que es nuevo para mí. Jugamos el derbi contra el PAOK y que esté el campo lleno de bengalas o que se pare el partido 20 minutos porque el humo no te deja ver... Yo lo veo raro, pero aquí se lo toman con normalidad.
Llegó a Grecia tras dos años sin continuidad y lo está jugando todo, ¿le costó adaptarse al ritmo de competición?
La verdad es que al principio no porque llegué con muchas ganas. Venía de jugar en una de las mejores ligas del mundo y tenía que demostrarlo. El primer partido jugué 45 minutos, el segundo 90... Y quería más y más. Al cabo de las semanas sí que noté un pequeño bajón y estuve unas semanas sin marcar gol, pero lo he remontado y actualmente me siento muy bien. Creo que ese trabajo me ha ayudado a ganarme al club y a la afición y estoy y me siento en un buen momento.
Lleva siete goles en la Superliga griega y mientras hablamos lidera la tabla de máximos goleadores. ¿Entraba esto en sus planes?
Vine con esa idea, la verdad. Vine con la idea de volver a sentirme futbolista, tener muchos minutos, meter goles... En el Betis no tuve continuidad, pero entrenando me encontraba bien y el gol no se me había olvidado. Lo único que creo que necesitaba era confianza. Es algo que creo que aquí tengo. Yo pienso que he perdido dos años de fútbol y quiero recuperarlos. El otro día, por ejemplo, marqué un gol ante el Panathinaikos pero me fui cabreado porque podía haber hecho dos más. Me estoy autoexigiendo mucho porque hay equipos más buenos que el Aris y delanteros que tienen muchas más facilidades para meter gol. Tengo que ser efectivo para poder pelearme con ellos y seguir arriba en la tabla de goleadores.
Es duro escucharle decir que ha perdido dos años de fútbol.
A ver, todo pasa por algo. Eso lo tengo claro y lo llevo hasta tatuado. Pero sí es verdad que mucha gente me ha dado por acabado y no es así tampoco. También ha pasado con Isco, le han dado por acabado y ahora juega con los pantalones bajados. A veces piensas que te podría haber cambiado un poco la suerte o que esto que te está pasando ahora te podía haber pasado antes. Lo pienso, pero tampoco me entretengo mucho en eso. Ahora estoy tan bien que quiero aprovechar el momento y disfrutarlo.
Cumple 30 años este mes, ¿es algo que tenga muy presente?
Sí, ya en nada paso al tercer nivel. Pero con normalidad. Lo hablé con mi madre hace poco y yo que sé, me siento bastante joven. Yo no veo que tenga 30 años, me veo con 24. Además juego todos los días rodeado de chavales más jóvenes que yo. Me siento bien.
Ahora mismo es el delantero de la Superliga griega que más dispara (39). ¿Qué lectura hace de este dato?
Pues no lo sabía. Me sorprende porque no tengo la sensación de tirar tanto. A veces incluso me quejo porque me llegan pocos balones. Ha habido partidos en los que me he notado algo solo arriba y el míster me dice: ‘Si tienes una, ‘fúmatela’. Es verdad que llegamos muchos jugadores nuevos en verano y eso hace que tengamos una desventaja respecto a otros clubes que mantienen la base. Somos 18 o 19 nuevos. Cada uno de su padre y de su madre. También hubo un cambio de entrenador a principio de temporada. Han sido muchos cambios y creo que es ahora cuando estamos encontrando el equilibrio.
También es el segundo jugador de la competición que más faltas (36) recibe.
Eso seguro. Me matan a palos. Es algo que me esperaba, pero creía que los palos iban a estar repartidos entre todo el equipo, no que me iban a dar solo a mí. Terminan los partidos y cuando vengo a casa y me siento en el sofá parece que me han pegado una paliza.
¿En España no se pega tanto?
A ver, palos se dan en todos lados, pero es verdad que los jugadores confían más en ellos técnicamente y en general hay más nivel. Sin desmerecer a la liga griega, por supuesto. También hay defensas que prefieren que la tires al espacio porque son rápidos... Aquí hay equipos que lo hacen, sobre todo los grandes, pero en general prefieren el contacto. Personalmente me da igual porque cuando ganas un duelo con un defensa más grande que tú te llenas de confianza. A mí el contacto físico me gusta.
Hay muchos españoles en la liga griega.
Me ha sorprendido mucho cruzarme con muchos españoles a los que en España no les han dado una oportunidad y ver que tienen mucho nivel. Hace que valores más lo que has hecho tú. Porque los ves jugar y son muy buenos, pero en España no han llegado a la élite. Y tú sí. Hace que pienses: ‘Joder, lo que yo he hecho es muy complicado’.
¿Quién le ha sorprendido más?
En uno de los primeros partidos jugamos contra el Lamia de Carlitos. No le conocía y contra nosotros hizo un partidazo. Y como él me han sorprendido muchos. También Juanpi, que no es español pero jugó en España y ahora está aquí en Grecia.
Carlitos es un buen ejemplo de que que seas español no quiere decir que tu lugar en el mundo del fútbol esté en España.
Eso es así. Hay muchos españoles en la liga griega que vienen además de jugar en otros países. Como mi compañero Julián, que ahora está en el Aris pero antes estuvo en Polonia. Hay lugares que no conoces y luego te sorprenden. Por ejemplo Salónica me recuerda mucho a Sevilla. Salvando las distancias, por supuesto, pero se vive genial, es preciosa, la gente es maravillosa y el club está bien. Los que vienen al PAOK o al Aris es normal que no se quieran ir.
Futbolísticamente también es un país muy competitivo porque hay muchos equipos grandes. Panathinaikos, Olympiacos, PAOK, Aris...
Los tres de Atenas, Panathinaikos, AEK y Olympiacos, y los dos de Salónica, Aris y PAOK, somos los que estamos más obligados a luchar por los primeros puestos. Después se enganchan otros equipos como el OFI, el Lamia... Y hay clubes de abajo que te lo ponen muy difícil como el Volos. Es una competición que me recuerda mucho a la Segunda División de España porque cada partido es un mundo. El otro día nos visitó el Panathinaikos y si meten la primera igual nos golean, pero como no la metieron aprovechamos un error del portero y los tres puntos nos los quedamos nosotros. La liga es complicada porque cualquier equipo te pinta la cara.
El otro día dijo Julián Cuesta que les seducía la Copa. ¿Es un objetivo?
Aquí le dan prioridad a la Copa. Nos ha tocado en octavos contra el AEK, que es uno de los mejores equipos, y aun así dicen: ‘Si pasamos estamos en la final’. Yo digo: ‘Vamos a ver, habrá primero que ganarle al AEK y luego ir partido a partido. Aunque nos toque un rival aparentemente inferior, en el fútbol la teoría no vale. Hay que demostrar en cada partido’. Como somos tantos españoles, nos hemos encargado de ponerles los pies en el suelo a todos. No estamos en la final por pasar de octavos. Ni mucho menos.
Pero sí que le apetecerá ganar un título.
A ver, a cualquier futbolista le atrae la idea de ganar un título, pero es algo que no me obsesiona. Ahora mismo estoy en un momento de felicidad. Después de varios años de sufrimiento, estoy centrado en aprovechar esa felicidad. Tanto en el campo como fuera. Antes me tomaba mal no marcar, me tomaba muy mal las derrotas... Ahora lo llevo todo con un poco más de positividad. Supongo que será la experiencia. Ya estoy cerca de los 30.
¿Sus años de sufrimiento fueron consecuencia de su poca continuidad en el campo?
Sí, obviamente. En temporada 2020/21 venía de ser el máximo goleador del equipo y no rendí al nivel ni tuve los minutos que me habrían gustado. A raíz de ahí fue todo mal. Me costó mucho superar algunas cosas que me pasaron a nivel personal y eso se juntó con el fútbol.
Por eso su emoción cuando marcó ante el Barça en la Supercopa.
Claro porque yo había vuelto al Betis de la cesión en el Espanyol y no estaba teniendo prácticamente ningún minuto. Antes de la charla prepartido hablé con Manuel (Pellegrini) en un trayecto de ascensor y estaba todo hecho para mi cesión a la UD Las Palmas. Acabé aquella conversación diciéndole que me iba, pero que iba a estar ahí cuando me necesitara. Dos horas después me necesitó y pude marcar el gol del empate. Rompí a llorar porque algo estaba para mí ese día. Ahí fue cuando levanté la cabeza y me fui a Las Palmas para demostrarle al Betis que todavía era válido. El equipo me ayudó un montón, pero no me adapté bien y no me encontré a mí mismo. Quizá porque me metí mucha presión y eso no me vino bien. Ahora que lo veo con perspectiva es algo que cambiaría, el meterme a mí mismo tanta presión. Es algo que aquí en Grecia no estoy haciendo. Trabajo, trabajo y trabajo, que lo que tenga que venir vendrá.
¿Trabajó también la mente?
Sí, trabajé con una psicóloga que me ayudó mucho, Maria (Cabrera). Era curioso porque la misma psicóloga nos llevaba a Borja (Iglesias) y a mí, que nos disputábamos un puesto en el Betis. Eso habla mucho de su profesionalidad. También me apoyé mucho en mi familia, que siempre ha estado ahí y me ha ayudado muchísimo. Mi padre tiene experiencia porque también fue futbolista y me dio sus consejos. También me refugié en otras cosas fuera del fútbol, como el tenis, que me encanta y me ayudó un montón. Todo eso me ayudó a desconectar. Estar bien fuera te hace estar bien dentro.
¿Es muy complicado que lo que pasa en el campo no afecte en la vida personal?
Es la gran putada del fútbol. Que igual las metes todas, vas a la selección y a lo mejor no eres feliz. O puedes estar muy mal, recibir críticas o no jugar un minuto y ser muy feliz.
En el Aris son varios españoles, ¿pasan tiempo juntos?
Sí, mucho. Gracias a eso la adaptación ha sido súper fácil. Hasta que llegó su mujer, Rubén (Pardo) vivió conmigo en el piso, como Martín (Montoya). Yo vivo en el centro y salíamos a tomar café y pasar la tarde y practicar inglés. Yo me pongo a hablar con cualquiera. O íbamos a hacer la compra y, aunque supiera dónde estaban las patatas, lo preguntaba para practicar un poco de inglés.
Claro porque si no se obliga...
Si es que aquí, hasta el planning de la semana lo mandan en español. Para la adaptación está genial, pero para aprender inglés no lo aconsejo.
¿Ha cambiado sus planes de futuro al conocer otro país, otra liga, otro fútbol?
Estoy en una buena situación porque he encontrado un sitio en el que estoy genial. Al principio llegué con la idea de que fuera un trampolín, pero es algo que ahora mismo no me planteo. Si tiene que venir un cambio en enero que venga en enero, si tiene que venir el año que viene que sea el año que viene, y si tengo que seguir en el Aris varios años, pues para adelante. Ahora mismo no tengo ningún tipo de problema.
En Grecia tampoco se habrá encontrado con las comodidades que tenía en España, ¿es como un golpe de realidad?
Mira, cuando entrenamos en el estadio, a mí en España me llevaban las botas. Aquí tienes que elegir las que te vas a llevar, meterlas en una bolsa... Yo eso no lo había hecho nunca, ni en el Betis B. Te das cuenta de que los futbolistas en España vivimos en una burbuja. Son cosas que antes tenía, pero que ahora me dan exactamente igual. Y cuando toca hacerlo lo hago encantado. Como limpiar las botas. Nos juntamos, nos echamos unas risas... Otra de las cosas que me impactó es llegar al club y que no haya un desayuno, ni un comedor. Pero vamos, que tardé una semana en adaptarme.
¿Considera cerrada su etapa en el Betis o le gustaría regresar algún día?
Yo soy bético, y a un bético siempre le gustaría volver. El del Betis es el único partido que veo. Como aficionado, claro. Y piensas: ‘Joder, ya no estoy ahí. Es que no estoy ni cedido, estoy totalmente fuera’. Pero por los mensajes que me llegan de gente del equipo, que me escriben para ver cómo estoy o me felicitan, sé que de alguna manera estoy dentro. Es difícil volver y quizá no pase nunca, pero seguiré ligado al club como aficionado.
¿Y cómo ve al equipo desde fuera?
Pues está bien. Es difícil decirlo después de la derrota en la Europa League, pero veo bien al equipo. Ahora ha recuperado a Willia José, que el año pasado no jugaba y ahora es el de la Real Sociedad. Me alegro mucho por él porque sé lo que ha sufrido. Era un año difícil porque había bajas sensibles como la de Canales o Juanmi, pero creo que se está haciendo un buen trabajo. Y ahora con la recuperación de Fekir, cuando se junten él e Isco vamos a disfrutar muchísimo.
Este año ha sido la irrupción de Assane Diao, que debutó marcando. Es un caso que se asemeja un poco al suyo.
Sí, es verdad que los dos debutamos con gol. Me recordó un poco a mi caso. También porque el primer partido que hizo no fue muy espectacular, hasta que soltó el gol. Y cuando lo soltó ya empezamos a ver al Assane Diao que estamos viendo ahora. Hay que tener paciencia con él porque es muy joven, pero creo que Pellegrini lo está haciendo muy bien con él. Dándole descanso y conciencia del club en el que está. No tengo ninguna duda de que va a seguir así porque tiene unas cualidades tremendas. Tiene uno contra uno, tiene gol, que es muy complicado... No le pesó el salto al primer equipo y me alegro un montón. Me alegro por los canteranos que aprovechan su oportunidad.
Ahora que recuerda su debut con el Betis, supongo que aquella temporada fue especial, pero disfrutó más la siguiente.
Hombre, la media temporada que jugué después de debutar fue espectacular. Sentía que estaba viviendo un sueño. Para mí era increíble compartir vestuario con gente como Guardado o Joaquín, que ahora son amigos, pero en aquel momento eran ídolos. Yo era el 16, Joaquín el 17 y Guardado el 18. Nos cambiábamos al lado. Y el 15 era Bartra. Que yo lo veía y pensaba: ‘Joder, este tío ha estado en todos lados y me trata genial a mí, que vengo del Betis B’. Es algo que me chocó muchísimo. Ese año fue genial, pero disfruté más el año de Rubi (2019/2020), que en lo personal fue mejor y me me vino lo de la selección y el FC Barcelona. Que al final no se acabó dando nada, pero sí que disfruté mucho la temporada. Y eso que a nivel colectivo no fue el mejor año.
¿Y cómo recuerda la sensación de relacionarse por primera vez con sus ídolos?
Esa sensación es la hostia. Yo recuerdo estar en Sierra Nevada con mis padres en Navidad. Yo todavía era un moco, y reconocí a Joaquín solo por los ojos. Le dije a mi padre: ‘Ese es Joaquín’. Como ellos se conocían nos acercamos y nos hicimos una foto. Y comentárselo a él años después, ver la foto, reírnos juntos... Al compartir muchos años vestuario con él ya lo considero un amigo, pero recuerdo las primeras veces llamar a mi madre para contárselo todo como si fuera un niño pequeño.
¿Cómo de cerca estuvo de ir al FC Barcelona?
Cerquísima. El día antes de que firmaran a Braithwaite, Rubi habló conmigo y me dijo que no entrenaba porque estaba hecho. Lo que pasó después se me escapa, pero el tema llegó hasta ese punto. Rubi me dijo que lo entendía, que para mí era una gran oportunidad y no iba a ser él quien me cortara las alas, pero que a él lo puteaba porque encima estaba marcando goles. Al final no pasó y renové con el Betis. Ahí se quedó la cosa.
¿Y siendo bético, hasta qué punto le hacía ilusión dejar el Betis para jugar en el Barça?
A mí me hacía ilusión. Mi sueño era debutar en el Betis e incluso en mi segunda temporada jugué en Europa. Mi otro sueño era jugar con Messi. Más que por no jugar en el Barça, no haber ido me duele más por no haber jugado con Messi. Es lo que más me dolió. Además, el club iba a sacar una buena cantidad de dinero. Era un movimiento con el que estábamos de acuerdo todas las partes. Pero bueno, no pasó y ya está. No pasa nada.
¿No se cabreó cuando le dijeron que al final no se iría?
Pues no, porque en ningún momento me lo acabé de creer. Era jugar en el Barcelona, que se dice pronto. Por muy cerca que estés, es algo que no te puedes creer hasta que no estás ya allí. Cuando se rompió todo me llevé un pequeño chasco, pero poco después renové y me quedé en mi casa, que es donde siempre había querido estar.