LIGA BOSNIA

El puente entre España y Bosnia: “Todos me llamaban loco y al final valió la pena”

Un lateral lesionado convertido en director deportivo improvisado llevó este verano a siete españoles al modesto Rudar Prijedor, de la Primera División bosnia.

La plantilla del Rudar Prijedor para la temporada 2025/26, con siete futbolistas españoles.
Martín Manchón
Actualizado a

Entre Valladolid y Prijedor no hay una línea recta, pero el fútbol —ese idioma sin fronteras— ha tejido un puente improbable entre Castilla y la Bosnia profunda. Allí, en una de las ciudades que más atrocidades sufrió durante la guerra de Bosnia (1992-1995), un club humilde llamado Rudar Prijedor se ha convertido en el hogar de siete futbolistas españoles, un fenómeno sin precedentes en la liga bosnia. El artífice de esta invasión ibérica es Roberto Corral, lateral vallisoletano de 28 años que llegó lesionado de gravedad… y terminó ejerciendo de director deportivo improvisado.

“He sido el primero en llegar y voy a ser el último en jugar”, cuenta Corral, todavía en fase de recuperación tras nueve meses de baja por una rotura del ligamento cruzado. “Llevo nueve meses sin jugar, pero he ayudado al entrenador a traer a todos los jugadores españoles. A ver sí, como dice el dicho, los últimos serán los primeros”, añade el canterano del Real Valladolid, que descubrió una nueva vocación el pasado verano: “A lo mejor mañana me dedico a ser director deportivo, representante o entrenador. Se me da bien convencer a la gente, hablar claro. A mí me han mentido mucho en la vida, y sé lo que es eso. Hablo sin engañar a nadie, y por eso la gente confía en mí”.

Una conexión nacida en Ucrania

El hilo que une a Corral con Bosnia se llama Perica Ognjenović, exfutbolista del Real Madrid y actual entrenador del Rudar. Ambos coincidieron en el Metalist de Ucrania, en uno de esos destinos que parecen improbables hasta que la vida los hace inevitables. “Todos me llamaban loco por ir a Ucrania y al final valió la pena”, alega Corral. “Perica me conoce, sabe cómo trabajo y lo que puedo aportar. En cuanto surgió este proyecto me dijo que me quería aquí. Y yo le ayudé a traer a siete jugadores españoles. Si no, no habrían venido nunca”, agrega.

Aquella alianza se convirtió en una operación relámpago de reclutamiento. En pocas semanas, Corral —entre videollamadas, recomendaciones y mensajes cruzados— convenció a más de media docena de compatriotas para mudarse a una liga tan desconocida como apasionante. “El entrenador sabía el potencial y los contactos que tenía en España. He traído jugadores de nivel Primera RFEF, futbolistas con experiencia profesional. Algunos tenían muchas novias, pero vinieron por mí, por el proyecto y por el míster,” explica. “He hecho las operaciones, los contratos… He sido el director deportivo de los españoles, hablando claro", descubre.

Los nombres reflejan la globalización del fútbol español: Abel Pascual, ex de Valladolid o Palencia; Fernán Ferreiroá, con pasado en las primeras categorías de Azerbaiyán, Polonia y Chipre; Andrés Mohedano, que jugó en Segunda con el Mirandés; Álvaro Roncal, canterano del Éibar; Jorge Bolívar, que viene de jugar previas europeas con la UE Santa Coloma andorrano; Jordán Gutiérrez, que llega de la Primera División búlgara, e incluso Senén Cortegoso, exfisioterapeuta de la selección española y oro en Barcelona 92. Todos ellos con recorrido y hambre. “Todo el mundo nos considera la cenicienta porque somos un recién ascendido, pero tenemos nivel. En cuanto estemos todos conectados, se verán los resultados”, advierte Roberto Corral.

Y algo empieza a notarse. De los cinco primeros goles del Rudar esta temporada, cuatro llevan firma española. Dos de Mohedano, uno de Pascual y otro de Jordán Gutiérrez. “El entrenador quiere imponer un estilo español: jugar alto, tocar, tener automatismos. Aquí se trabaja más el físico, pero la táctica española no tiene rival. Queremos destacar por eso”, descubre Corral. El objetivo del club es “no quedar entre los dos últimos, pero quién sabe si nos da la tontería de pelear con los de arriba”, añade el vallisoletano con ambición.

Si Corral es el cerebro de la operación, Andrés Mohedano se ha convertido en su voz dentro del campo. El centrocampista madrileño, que coincidió con Corral en el Numancia, es hoy el máximo goleador del equipo y uno de sus referentes. “Roberto me llamó y me habló del proyecto. Tenía ofertas de otros clubes y países, pero no pensaba salir de la Península. Me daba miedo no adaptarme. Al final tanto él como Perica (Ognjenovic), que es un gran entrenador y estoy convencido de que va a dirigir a un grande, me convencieron. Y no me arrepiento”, descubre el madrileño.

“El nivel de la Primera División bosnia es mejor que el de la Primera RFEF”

Andrés Mohedano

Mohedano aterrizó en un país del que apenas conocía los nombres de sus equipos históricos: Sarajevo, Zrinjski Mostar, Borac Banja Luka... “Me ha sorprendido mucho el nivel. Es mejor que la Primera RFEF. Aquí te meten 15 o 20 mil personas en el campo, se vive el fútbol de verdad”, detalla sorprendido. El Rudar, que ascendió la pasada temporada casi de rebote porque los dos primeros clasificados no cumplían con los requisitos para dar el salto a la élite, todavía no ha sido capaz de llenar su estadio —“vienen unos cuatro o cinco mil espectadores,” calcula—, pero el entusiasmo crece con cada jornada.

Choque cultural en el vestuario

No todo ha sido fácil. La llegada masiva de españoles —los primeros en la historia del club y la competición— generó tensiones en un vestuario dominado hasta ahora por jugadores locales. “Fue un impacto,” reconoce Mohedano. “Les puede molestar que lleguemos desde fuera a quitarles el puesto. Hay días que se nota más que otros, pero poco a poco se va creando buen rollo”, agrega el madrileño. Corral lo confirma con crudeza: “Para la gente de aquí, cuando venimos de fuera somos como una amenaza. Vienes a su país a quitarle el trabajo a los locales. Hay que gestionarlo bien para no crear malos rollos, y de momento se está haciendo”.

Entre los españoles, como es obvio, no hay problema. “El hecho de que estemos todos juntos ayuda. Estar aquí solo, hablando en plata, sería una mierda. Pero entre nosotros nos apoyamos y eso marca la diferencia”, confiesa Corral, que describe jugar en Bosnia como “una gran oportunidad”: “La gente aquí no viene porque se pague precisamente una cantidad estratosférica de dinero, pero en este contexto sí se puede conseguir una cantidad estratosférica de dinero. En el mismo Sarajevo, hay jugadores cobrando 600.000 euros netos por temporada. Hay mucho dinero en esta liga y es un escaparate muy bueno. No hay que subestimarla porque aquí se dan todas las condiciones para crecer como jugador. Hay buenos estadios con mucha afición, el césped está bien... Es una competición poco conocida, pero de muy buen nivel”.

Bosnia, el nuevo destino improbable

Es verdad que Bosnia y Herzegovina no suele figurar en los mapas del fútbol global, pero su liga ha crecido silenciosamente. Clubes como el Zrinjski Mostar o el Borac Banja Luka han competido recientemente en la Conference League, y sus estadios, herederos de la vieja Yugoslavia, destilan historia. “El nivel es mucho más alto de lo que la gente piensa,” insiste Mohedano. “El Zrinjski juega la Conference, el Borac llegó a octavos la pasada temporada… Es una liga que sorprende", añade.

Para Corral, además, Bosnia ha sido una tabla de salvación personal. El Borac Banja Luka —club aliado del Rudar— le presta sus servicios médicos durante la recuperación. “Es el mejor equipo de Bosnia, y me están ayudando mucho. Voy a Banja Luka en coche y allí me cuidan como en casa”. La vida fuera del campo también tiene su encanto. “Se vive muy cómodo. Zagreb está a dos horas, Sarajevo a tres y media. Es un país tranquilo y la gente es amable,” resume Corral. Mohedano coincide —“la adaptación ha sido fácil”—, aunque “si no estuvieran los españoles, sería complicado”. “Porque aquí hablan serbio y parece que están discutiendo todo el rato”, bromea.

El plan del ‘Spanish Rudar Prijedor’ es sencillo: consolidarse en Primera y, si el viento sopla a favor, mirar más arriba. “El objetivo era salvar la categoría, pero podemos aspirar a más”, machaca Mohedano. “Llevamos varias semanas con la plantilla ya al completo y se nota. Empatamos en el campo del Zrinjski Mostar, pudimos ganarle al FK Radnik Bijeljina, contra el Sloga Meridian tuvimos el 80% de posesión... El estilo del entrenador es el de los jugadores españoles y eso ha hecho que podamos adaptarnos rápido”, analiza el centrocampista madrileño, optimista pese a que el equipo marcha penúltimo y solo ha sumado siete de los treinta puntos posibles.

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El Rudar Prijedor, club minero de camiseta amarilla y azul y alma obrera, se ha convertido en un pequeño laboratorio futbolístico con acento español. Un grupo de jugadores que llegó buscando oportunidades y ha terminado construyendo algo más profundo: una identidad, un modo de entender el juego y la vida lejos de casa. En una liga donde predomina el músculo, ellos apuestan por la pausa, la posesión y la inteligencia táctica; por demostrar que el talento también puede resistir al frío de los Balcanes. Quizás, como propone Roberto Corral, los últimos acaben siendo los primeros. Y si no, al menos habrán dejado en Bosnia la certeza de que el fútbol, cuando se juega con convicción, no entiende de fronteras ni de acentos.

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