Y 30 años después, Rivera vuelve a causar sensación en el Real Madrid

El 10 de junio de 1995, Alberto Rivera hacía historia con el Real Madrid. Debutaba con el primer equipo ante el Celta, con 17 años, 3 meses y 20 días. Y marcaba. Un récord que sigue vigente. Ahora, algo más de 30 años después, su hijo Álvaro vuelve a convertir el apellido familiar en tendencia en la casa blanca. No en el primer equipo, sí en La Fábrica. Como una de las figuras del Juvenil C de Álvaro López que solo conjuga sus partidos por triunfos (13 de 13). La última, un 0-3 al Torrejón que descorchó Álvaro. Un centrocampista que es mucho más que apellido. De padre a hijo. De Riverita a Rivera. El palo, la astilla. Con el Madrid como hilo conductor.

Tiene 16 años, parte de una generación la de 2009, que genera overbooking de talento en Valdebebas. Ahí, en los pasillos de la ciudad deportiva blanca, se da por hecho que su ascenso de categoría es cuestión de tiempo. Por su olfato, pues lleva cinco tantos en una temporada que está siendo al mismo tiempo adaptación y trampolín. Y por todo lo demás. Por sus aptitudes: es un interior muy dinámico, con llegada desde segunda línea y trabajador. Y por su actitud, algo que en el Madrid, especialmente a esas edades, tiene un valor prácticamente sinónimo a todo lo anterior.

‘Veterano’

“Se nota que viene de jugar con adultos”, es la frase. Porque es la realidad. Álvaro es un recién llegado. Un adolescente que aterrizó este verano. Pero su mochila venía cargada de experiencia. No es sencillo destacar en Tercera Federación, menos con 15 años, pero él lo hizo. En el Calvo Sotelo de Puertollano. Un club en cuya cantera papá Alberto, que llegó a debutar también en Champions en el Madrid de los Galácticos antes de ser figura en Levante o Betis, se encarga de moldear talentos. Ahí, Rivera Junior llegó a disputar 17 partidos con el primer equipo, con cuatro titularidades incluidas. Un total de 566 minutos. Entre adultos, un niño. La llave para el salto al Madrid. Y a 244 kilómetros de casa, Álvaro se siente como en casa.

Su adaptación fue muy rápida. Con estupenda sintonía desde el minuto uno con el resto de sus compañeros. Con el resto de talentos en un equipo donde hay muchos que brillan con luz propia. Los Pablos (Martínez e Ibáñez), Beltrán Capote o nuestro protagonista, Álvaro. El cuarteto de artilleros de Álvaro López. Los encargados de haber enjaulado 32 de los 52 goles de un Juvenil C que está tiranizando la Primera División Autonómica. La última obra, ese 0-1 al Torrejón. Control orientado en la frontal, conducción rápida y derechazo firme al palo largo. Radiografía de un gol, su quinto, y de las aptitudes de Álvaro. Un niño que brilló entre hombres. Para que, 30 años después, un Rivera cause sensación en el Real Madrid.

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