Piñeiro no evita el drama

Sin gol no hay paraíso. Sin fútbol tampoco. Ni lo uno ni lo otro lo tuvo el Castilla. Estuvo Diego Piñeiro y los rifles del Sevilla Atlético no estuvieron calibrados durante 89 minutos. Fueron la tabla de salvación del filial madridista. Pero en la orilla, García Pascual sacó el cañón y fue el iceberg del Castilla. Un hundimiento en los postres que dejó noqueados a los de Raúl y de vuelta al infierno de la zona de descenso. Las alarmas vuelven a retumbar en Valdebebas.

Y es que no estaba Fran González, pero Piñeiro se puso la capa y no se la quitaron hasta el final. Fue el sostén naranja (segunda equipación) casi desde el silbatazo inicial. No jugaba desde hacía 504 días. Desde que alzó como guardián de Arbeloa la Copa de Campeones. El broche al Triplete juvenil. Después, ascenso. Entre Lucas Cañizares y Mario de Luis le cerraron el paso en el Castilla el curso pasado y en esta era Fran el escollo. Pero cuando la oportunidad ha aparecido, el madrileño ha demostrado que sus guantes estaban listos. La buena nueva de un partido que dispara el mayday en La Fábrica.

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Los problemas no tardaron en comenzar. Oso le había echo calentar con un chutazo lleno de fe desde 30 metros, después voló ante Ramón Martínez en un cabezazo casi a bocajarro y hubo de ir abajo con un zurdazo de Manu Bueno. Todo en apenas 20 minutos con un Castilla que caminó de puntillas por el Jesús Navas. Sólo la falta de tino, y sobre todo potencia en la definición, evitaron que Antonetti embolsase algún tanto. La puntería defectuosa y también Piñeiro, un muro. Collado dominaba la sala de máquinas y Oso, que de lateral sólo tenía la colocación en la pizarra, convirtió la banda izquierda en su autopista particular. No consiguió el filial madridista ponerle peaje. Ni tampoco hilvanar jugadas. Apenas un par de centros de Yusi y una escaramuza de Zúñiga al abrigo del descanso que quedó en nada fueron el oasis en un primer tiempo desértico para los de Raúl.

El plan de Galván funcionó y no tocó nada en el descanso. Tampoco Raúl, de inicio, y se encontró con, cómo no, otra aparición salvadora de Piñeiro. Balón filtrado de Bueno y Oso, omnipresente, voleó al cuerpo del meta. Fue el clic que aceleró los movimientos en el banquillo madridista. El Siete deshizo su línea de cinco. Loren Aguado volvía tras lesión y Cristian David ocupaba el lugar de Ribes. Debut del campeón de Europa Sub-19 con el Castilla y más madera y pie para un centro del campo que necesita de la varita de un Manuel Ángel cuya lesión está dañando, y mucho, a la pizarra de Raúl.

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Se embarró el partido, empezaron a aparecer las amarillas y alguna carantoña más fuerte de la cuenta. Y, 67 minutos después, la primera ocasión de verdad para el Castilla. Yusi puso un centro con música y Zúñiga cabeceó, muy forzado, unos centímetros sobre la portería de un Flores que había sido espectador hasta entonces. Y más cambios. Jeremy de León, la gran novedad de la lista, se colocaba como ariete en detrimento de Loren, que dijo adiós tras el ‘uy’. Su estreno en la temporada tras un esguince que le ha tenido 40 días en el dique seco. Buscaba Raúl su talento y también, por qué no, su fortuna. Pero el amuleto no le funcionó...

Y el golpe al mentón

Y cuando todo parecía un mal menor. Cuando el vaso se veía medio lleno por ser el quinto partido sin conocer la derrota (eran tres empates y una victoria), llegó un golpe en el mentón. El KO. Piñeiro, héroe, no pudo estirar más la capa. Álvaro García Pascual le pegó con el empeine, allí estaba su alma, y destrozó la escuadra castillista. El vaso se vació por completo. Una derrota numérica, también por sensaciones... y el el filial vuelve a las arenas movedizas. Antepenúltimo, seis puntos en siete partidos. Ni goles, ni fútbol, sólo Piñeiro. Y no fue suficiente.

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