Momento Thiago Pitarch
El alumno aventajado de Xabi coge vuelo con Arbeloa. Parte capital del Castilla, llevará el timón junto a Manuel Ángel y Cestero. Su progresión, cocinada con resiliencia.


Una, y otra, y otra, y otra vez chocaba la tropa de Arbeloa contra los muros de un Southampton encastillado. Sin encontrar fisuras, hasta que lo hizo él. Tras un taconazo de museo de Palacios, Thiago Pitarch encontró la red. Desde la frontal, zapatazo al palo largo. Haciendo fácil un (casi) imposible, batir a Bazunu. Saltó al campo en el 69′, junto al propio César y Manuel Ángel, y en el 76′, gol. Llegó, vio y marcó. Una celebración incompleta, por la desdicha de la última jugada (empataron los Saints sobre la bocina), pero con mucho significado. Por el qué y por el cómo. Por ser su primer tanto de la temporada. Por haber saltado al St. Mary’s como parte del Séptimo de Caballería de Arbeloa en busca del botín. Como parte de su núcleo duro. Porque es lo que es. Lo que será. Es su momento.
Ser el alumno aventajado de Xabi Alonso ha sido un paso adelante, pero también un condicionante. Como el Mundial Sub-20, otro. Dos reconocimientos al progreso, a la evolución, al potencial. Premios, sí, aunque han dificultado la regularidad semanal. Han sido tantas convocatorias con los mayores (cinco) como partidos con el filial (cinco). Mucho aprendizaje, pero no tanta continuidad. Hasta ahora. Siempre que el primer equipo no tenga otros planes, ‘el bicho’, como le llama Arbeloa, está de vuelta.

Como parte de esa tricefalia en la sala de máquinas del filial blanco. Junto a Cestero y Manuel Ángel. Un tridente que aporta dinamismo, permuta posicional, dirección, brega y llegada. Un cóctel donde varios ingredientes son de Thiago. Los mismos que le hicieron ganarse el beneplácito de Xabi. O el de Arbeloa, cuando en enero de 2025, en un amistoso entre el Juvenil B y el Juvenil A, le echó el ojo. Una especie de ‘tú, conmigo’. A la semana debutó contra Las Rozas. No tardó en marcar, ante el Móstoles. Ni en ser indiscutible. Y después, la explosión.
Primer equipo, Adidas...
Aquella primera llamada de Xabi, aquel tanto en el partidillo contra el Leganés, aquel debut oficioso frente el Tirol. Esa renovación hasta 2030, ese caer de pie en un vestuario como el del Madrid. También la apuesta de la RFEF, para imponerse a una Marruecos que suspiraba, y suspira, por su talento. O el reciente contrato firmado con Adidas. Para ser una de las imágenes jóvenes de la marca, que se ha fijado en Thiago no solo por lo obvio, su fútbol, sino también por su resiliencia y madurez. Un paso más, un reconocimiento más, un escalón más, una puerta más. Pero, como dicen quienes mejor le conocen, “la llave de todo esto ha sido su trabajo”. Porque en la mochila de Thiago, a pesar de sus 18 años, no hay mucha experiencia, pero sí muchas experiencias.
Atlético, Getafe, Leganés...
Ahora es uno de los actores principales de La Fábrica, pero no fue siempre así. De muy niño, comenzó en la escuela del Atlético, donde figuras como Pantic y Dani Guindos, asistente ahora de Fàbregas en el Como, como profesores. Y destacaba, pero al dar el salto a la cantera como tal, no tenía un rol preponderante. Menos físico que algunos de sus compañeros y con la polivalencia como arma, pero también como hándicap, porque su posición estaba por definir, fue creciendo en La Academia. Junto a, entre otros, un José Reyes que acaba de renovar con el Madrid.

Esa situación, el no tener regularidad ni ser preponderante, hizo a Thiago, y su familia, tomar una decisión. No fue fácil, pero ahí, en categoría alevín, ya se cincelaba la personalidad del joven. Rumbo al Getafe. Para, de nuevo, remar a contracorriente. Siempre que había que tapar un hueco, estaba él. Ya fuera como lateral, como mediapunta, como extremo... Pero siempre había algún otro talento por delante. Y seguía sin algo capital, una demarcación fija.
Hasta que en el año siguiente comenzó a ubicarse con regularidad como centrocampista. Y comienza a destacar de verdad. Salto al Infantil, al lado Mario Rivas o Beto, también brillando ahora en La Fábrica. Y desarrollo. En edad cadete le llaman de la selección madrileña, disputa un torneo en Pontevedra contra Lamine Yamal, varios equipos empiezan a tocar su puerta... Entre ellos, un Madrid que ya le tenía en el radar. También el Sevilla o, el destino que Thiago terminó eligiendo: Leganés.
Y el ‘casi fichaje’ por el Benfica
Entre ese ramillete de clubes, le convence el proyecto pepinero. Que, siendo todavía cadete, le suben, al mes, a jugar con el Juvenil A. Y allí dura una temporada, la 2022-23. Porque, en el transcurso, en un torneo con la madrileña, vuelve a toparse con el Sevilla, pero también con una oportunidad muy seductora, el Benfica. Las Águilas le convencen y, cuando todo parecía encaminado a ser nuevo jugador encarnado, el teléfono. El interés que llevaba tiempo latiendo, finalmente tomaba forma. Era el Real Madrid.
La (pen)última puerta
Descolgó. Y firmó. De inicio, todo de color de rosa. Titular con el Juvenil C, hasta que tocó remar de nuevo. Esa resiliencia, a escena. Comenzó a ser el ‘jugador número 12′, pero encadenó 13 partidos sin titularidades. Una situación que le hizo replantearse su futuro de blanco, pero desde el club le aconsejaron seguir remando, con paciencia. Y la tuvo. En la 2024-25 arranca en el Juvenil B. Brilla, especialmente en un torneo en Shanghái donde impresiona a equipos como el Inter o el Feyenoord. Pero su rol, si bien importante, sigue sin ser tan rimbombante como tirar la siguiente puerta. Hasta ese amistoso contra el Juvenil A. Hasta que la tira.
“Las heridas le han hecho más fuerte”
Al final del curso pasado lo juega todo y este verano dio un paso más. Tras haberse recorrido todas las escuelas de tecnificación de Madrid, tras haber , metió una marcha más a las rutinas diarias. Con un plan de gimnasio en consonancia con el club, pero con muchas horas extra. De la mano de otro plan, nutricional en este caso, que hizo a Thiago ganar tres kilos de masa muscular. Para pulir defectos y potenciar virtudes. Para buscar más colmillo en área rival. Para tratar de ser más dominante con el Juvenil A. Pero Arbeloa tenía otros planes.

No solo le llamó a filas con el Castilla, sino que le dio el 10 en pretemporada. Y, sobre todo, a pesar de ser uno de los más jóvenes, le dio galones. Desde el minuto uno. Y Thiago recogió el guante y se lo devolvió con rendimiento. Solo los ascensos al primer equipo han ‘roto’ temporalmente el binomio. Pero ahora, al recuperar Xabi efectivos y al ser ya parte del pasado ese Mundial Sub-20 que le catapultó internacionalmente, el contexto es otro.
“Las heridas le han hecho más fuerte”, destacan sobre él. Esos palos que se ha ido encontrando en la rueda, que le han obligado a ir tomando decisiones vitales con poca vida recorrida. Desde el club lo tienen claro: “Necesitaba un empujoncito”. Y ese empujoncito se lo dio Arbeloa. El momento de Thiago ha llegado.
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